
Baca Muñoz, “El catolicismo mental…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 18 / Julio 2023 / pp. 167-188 177 ISSN 2422-5932
La religiosidad de Itaspes aparece desde una perspectiva doble: como
una práctica social, conocida en sus primeros años; y como una creencia
individual. La memoria de la infancia le llega, sobre todo, mediante los
recuerdos incompletos de plegarias y poemas religiosos; es decir, recuerda
de la liturgia su parte poética y empírica. Ángel Rama afirma que el poeta
nicaragüense “nunca quiso ni pudo apartarse” (1973: 21) de la Iglesia. El
crítico uruguayo entendía el catolicismo de los modernistas como un lastre
de su conservadurismo aristocratizante. El acercamiento particular de los
escritores finiseculares a la religión revela un efecto del vacío espiritual
moderno, mas no un retorno a la colectividad. Su interés espiritual no sig-
nifica una comunión con los demás, sino la búsqueda de una respuesta
para un conflicto individual. Sirviéndose de una sugestiva idea de Gilles
Deleuze y Félix Guattari, Bentivegna rechaza la interpretación del misti-
cismo como un mero retroceso conservador: “debería ser visto no tanto
como una regresión a una fe inscripta en el pasado, una mera devoción de
niño, compensatoria de la crisis, sino más bien como un ‘bloque de infan-
cia’, que ‘levanta el deseo en vez de hundirlo, lo desplaza en el tiempo, lo
desterritorializa, hace que proliferen sus conexiones, lo hace pasar a otras
intensidades’” (2021: 15). Más que una vuelta a la religión, entonces, se
trata de un intento por reubicarla como una cuestión por medio de la cual
dirimir los conflictos individuales del artista en la modernidad.
El alejamiento del catolicismo desemboca, en el capítulo IV, en
otra perspectiva del tiempo: la de la vida posible que no fue. En el repaso
memorístico de su relación con la fe, el narrador remite a su adolescencia,
recuerda la educación recibida con los jesuitas y comprueba lo lejos que se
encuentra, en el presente, de ese mundo. Entonces añora esa otra vida que
abandonó para ser un artista secular: “¡Ah, otra cosa hubiera sido si él se
hubiese quedado para siempre en aquellos claustros en donde los sacerdo-
tes de la Compañía de Jesús se deslizaban como sombras, cuando eran
llamados, con individuales toques de campana!” (Darío, 2021: 308). Esta
moderno; y por ello pudieron surgir los estudios literarios y culturales que ha recibido el nombre de
postseculares (véase Pecora, 2015: 1-17; Branch y Knight, 2018; y Martínez Domingo, 2023). De
hecho, a finales del siglo XIX e inicios del XX, la secularización provoca una aparición, no inusitada,
pero sí diferente, de la religión. Como ahora es posible no creer, la religión se convierte, para una parte
de la población, en una decisión complicada, como lo es para Darío y su alter ego, y como lo fue para
una nómina extensa de escritores occidentales e hispanos, los cuales podemos dividir entre quienes
eligieron creer, aquellos que no lo lograron y los que permanecieron como casos ambiguos. Todos
coinciden, además, en no estar exentos ni de ser afectados por el proceso de secularización, por más
convencidos y conservadores que fueran –Huysmans, por ejemplo– ni por la cultura religiosa, por más
que se declararan no creyentes o incluso enemigos de ella –como Nietzsche. Como lo ha señalado
Valis: “The point is not to deny the historical clash between religion and secularizing modernity but to
disclose what the oppositional model masks: the degree to which both are intertwined, the one
embedded in the other, mutually defining one another in periods of change and crisis” (2010: 9).