Maccioni, Economías de la gratuidad…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 18 / Julio 2025 / pp. 214-233 214 ISSN 2422-5932
ECONOMÍAS DE LA GRATUIDAD EN TIEMPOS DE CRISIS:
LITERATURA Y REVISTAS DIGITALES
A PRINCIPIOS DEL SIGLO XXI
ECONOMIES OF FREE ACCESS IN TIMES OF CRISIS: ARGENTINE LITERATURE
AND DIGITAL MAGAZINES AT THE BEGINNING OF THE 21ST CENTURY
Laura Maccioni
Universidad Nacional de Córdoba CONICET
Phd. in Spanish Literature, University of Maryland y Profesora Asociada en la Facultad de Ciencias
de la Comunicacn de la Universidad Nacional de Córdoba. Se desempa como investigadora independiente de
Conicet en el Instituto de estudios en comunicacn, expresión y tecnologías (IECET). Actualmente estudia las
primeras revistas literarias digitales que recurren a la web como soporte en dos contextos cticos de principios del
siglo XXI: la crisis del socialismo en el caso de Cuba y la crisis del proyecto neoliberal en Argentina.
Contacto: lmaccioni@unc.edu.ar
ORCID: 0000-0002-9635-2240
DOI: 10.5281/zenodo.16389895
ARTÍCULOS
Maccioni, Economías de la gratuidad…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 18 / Julio 2025 / pp. 214-233 215 ISSN 2422-5932
Fecha de envío: 13/03/25 Fecha de aceptación: 16/05/25
Revistas culturales
Digitalidad
Gratuidad
Siglo XXI
Argentina
El artículo estudia dos revistas culturales argentinas que surgieron y circularon en el espacio digital
durante la primera década de los años 2000 La idea fija. Revista bastante literaria y El
interpretador desde una perspectiva atenta a sus condiciones materiales de producción. Estas
condiciones tecnológicas y económicas resultan particularmente relevantes para el análisis de ambas
publicaciones precursoras en la web, no solo porque en esta década se produjo una democratización
del acceso y uso de internet, sino también porque coincidió con el estallido de la crisis de 2001 y la
intensa movilización colectiva que dio lugar al desarrollo de formas inéditas de reorganización
cultural. En este contexto, la hipótesis propuesta sostiene que, gracias a los recursos de la tecnología
digital, estas revistas compartieron con otras prácticas activistas la voluntad de intervenir en un
campo cultural desmantelado, experimentando con nuevas formas de circulación literaria basadas en
una economía de la gratuidad.
RESUMEN
PALABRAS CLAVE
Cultural magazines
Digitality
Free Access
21st century
Argentina
The article studies two Argentine cultural magazines that emerged and circulated in the digital
space during the first decade of the 2000s La idea fija. Revista bastante literaria and El
interpretador from a perspective that pays attention to their material production conditions. These
conditions technological and economic are particularly relevant for the analysis of both
pioneering electronic publications, not only because this decade saw a democratization of internet
access and usage, but also because it coincides with the outbreak of 2001 and the intense collective
mobilization that led to the development of unprecedented forms of cultural reorganization. In this
context, the proposed hypothesis argues that, thanks to the resources of digital technology, these
magazines shared with other activist practices the desire to intervene in a dismantled cultural field,
experimenting with new forms of literary circulation based on principles of gratuity.
ABSTRACT
KEYWORDS
Maccioni, Economías de la gratuidad…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 18 / Julio 2025 / pp. 214-233 216 ISSN 2422-5932
Introducción
En los últimos años se ha producido tanto en el ámbito de la sociología de
la cultura como en la historia intelectual un giro hacia la dimensión de la
materialidad (Grafton, 2007; Chartier, 2006) que ha tenido, entre otros
efectos, el de hacer emerger en tanto objetos que reclaman un análisis
específico los procesos y mediaciones materiales involucrados en el
funcionamiento de las llamadas “máquinas de lenguaje (Masten,
Stallybrass and Vickers, 2016). Tomando distancia de una tradición de
análisis de la producción intelectual centrada en el texto, en Argentina este
interés en la materialidad de la escritura ha dado lugar a un creciente
desarrollo de los estudios acerca del libro, que abordan cuestiones
relacionadas con su edición, impresión, circulación y distribución, con los
procesos de conservación y archivo y con la construcción de redes y
comunidades intelectuales (De Diego, 2006; Saferstein, 2013; Szpilbarg,
2019; Badenes y Stedile Luna, 2020; Coppari, 2022; Coppari y Vigna,
2019). También se ha consolidado una robusta nea de investigación
enfocada en publicaciones periódicas, y en particular en revistas culturales,
actores colectivos fundamentales en la dinamización del campo literario y
artístico, la traducción e introducción de textos extranjeros, la creación de
circuitos de crítica y la producción de públicos (Patiño, 2006, 2008;
Delgado y Rogers, 2019). En líneas generales y salvo algunas destacables
excepciones (Vigna 2021, 2020; Mercadal y Vigna 2022) esa línea de
pesquisa ha privilegiado las publicaciones en papel, atendiendo en mucho
menor grado a aquellas que nacen como un objeto digital y circulan a
través de la web. Quisiera, por tanto, aportar al estudio de las revistas
culturales electrónicas desde esta perspectiva atenta a la dimensión
material, esto es, teniendo en cuenta sus específicas condiciones de
producción, circulación y consumo. Dentro de ellas considero, por un
lado, las condiciones tecnológicas que desde fines del siglo XX vienen
experimentando mutaciones vertiginosas y sumado nuevas
funcionalidades a una velocidad sin precedentes y, por otro, las
condiciones económicas concretas existentes en el momento hisrico en
que las distintas publicaciones electrónicas surgen y circulan. Ambas
variables tecnológica y económica son particularmente relevantes para
este estudio acerca de las primeras revistas virtuales argentinas que
ocuparon el espacio digital en la primera cada del 2000, dado que
además de registrar un rápido crecimiento y expansión en el acceso a
internet, estos años se caracterizan por coincidir con la crisis económica
que desencadenó el estallido de 2001 y la intensa movilización ciudadana
que derivó en la creación de un repertorio innovador de acciones
colectivas y formas inéditas de reorganizacn de la cultura.
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En la primera parte de este ensayo examina dichas condiciones
materiales de aparición de estas publicaciones digitales apoyándome en
datos provenientes de los estudios de la edicn y la sociología de la
cultura, para detenerme en un segundo momento en el análisis de dos
publicaciones pioneras: La idea fija. Revista bastante literaria (2000-2018) y El
interpretador (2004-2011). Estos e-zines forma abreviada con la que se
conocen a los electronic magazines surgen, obviamente, porque las
herramientas ofrecidas por las nuevas tecnologías vuelven mucho más
sencilla la realización y puesta en circulación de una revista. Sin embargo,
en el contexto argentino de debacle económica, la irrupción de estas
publicaciones puede explicarse también por otras razones que van más allá
de la transposición de una práctica editorial, antes realizada en papel, que
ahora se traslada hacia la pantalla. A partir de la lectura de algunos
materiales publicados en los dos casos examinados, la hipótesis que
planteo en la segunda parte de este trabajo sostiene que, gracias a esas
mismas herramientas, las revistas culturales online pudieron sumarse a
otras formas de activismo para intervenir en un campo cultural
desmantelado ensayando nuevas modalidades de circulación y
socialización de la literatura. En esta línea, propongo que estas revistas se
pensaron a mismas como agentes con capacidad de efectivizar el acceso
a la literatura, recurriendo a internet como medio que posibilitó la
incursión en prácticas editoriales propias de una economía de la
gratuidad.
Volver al pasado: crisis, transformaciones tecnológicas y
reconfiguraciones del campo cultural
Si, en un ejercicio retrospectivo, volviéramos desde nuestro presente a
principios del siglo XXI, veríamos que, a pesar de que internet aún tenía
mucho de novedad en Argentina
1
y de que eran pocos en su mayoría,
jóvenes los que habían adquirido las competencias para usarla, en el
campo de la cultura ya comenzaban a evidenciarse signos del pasaje de la
antigua tecnoloa analógica hacia la digital. En 1995 apenas unos años
antes del gran terror por la posible catástrofe informática que llegaría con
el Y2K el mercado había empezado a ofrecer la internet comercial como
un servicio prestado por las telefónicas a través del dial up. Aunque todavía
eran pocos los hogares conectados, a partir de 2003 la contratación del
1
Según el estudio Argentina Digital en 2002 se hacía evidente que la penetración de la PC en Argentina
era baja y semejante a la de los países de su entorno socioeconómico. Según datos de la Unión
Internacional de Telecomunicaciones, había en ese momento 8,2 computadoras personales cada 100
habitantes (10,4 según la Secretaría de Comunicaciones de la Presidencia de la Nación), lo cual indica
una posición de retraso respecto de otros países latinoamericanos como Chile y Uruguay” (Cabello,
2008: 21).
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servicio de banda ancha avan de manera sostenida, sobre todo en los
sectores sociales más altos (Cabello, 2008: 38), así como en universidades
e instituciones educativas.
Territorio de posibilidades n inexploradas, esos años se
caracterizaron por un alto grado de confianza en que este nuevo medio
haría posible una democratización del conocimiento y un acceso sin
distinciones a la información y los bienes de la cultura. Así, por ejemplo, la
famosa “Declaración de Independencia del ciberespacioque John Perry
Barlow presenta en el Foro de Davos de 1996 exigiendo un ciberespacio
soberano y libre de las regulaciones y controles de los gobiernos, no nos
produciría la risa incrédula que produce hoy la lectura de ese documento.
Esa primera década de los 2000 regist también otra transición: la
de la internet 1.0 a la 2.0 o “web social”. Como es sabido, la gran
diferencia entre ambas consiste en que, a diferencia de la primera versión
de la web, internet de de ser un simple contenedor o fuente de
información para pasar a funcionar como una plataforma de trabajo
colaborativo que puso fin a la separación entre productor y consumidor.
La web 2.0 trastocó los modelos de comunicación unidireccionales,
verticales y masificadores hasta entonces existentes, al inaugurar otro que
brindó mayores posibilidades de descentralización y horizontalidad. El
término “prosumidor”, neologismo que Alvin Toffler acuñara en La tercera
ola (1980) para explicar un mundo que era aún pre-digital, alcanzó
entonces su plena capacidad descriptiva e ingre como palabra de uso
corriente, dado que empe a resultar evidente que no se necesitaba ser
programador o tener amplios conocimientos de informática para hacer un
uso de los medios digitales como consumidor pero también como
productor. Todas estas transformaciones generaron, a nivel global, un
clima de optimismo respecto del potencial de internet para romper con los
monopolios informativos, construir espacios de comunicación alternativos
generados desde abajo y promover nuevas formas de ejercicio de la
ciudadanía.
Argentina no fue ajena a estas expectativas depositadas en internet
como herramienta de democratización. Las nuevas tecnologías de la
comunicacn fueron rápidamente incorporadas al imaginario social como
autopistas que conducían hacia la modernización y la creacn de
oportunidades de desarrollo, pese a la profunda desigualdad en las
posibilidades de acceso propias de un país que mostraba elevados índices
de desempleo, pobreza y en lo que interesa a este trabajo una fuerte
caída de la inversión en el campo cultural. Sin embargo, y tal como han
demostrado un conjunto de investigaciones indispensables para entender
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esos os,
2
ese contexto de despojo dio muestras de una inmensa
creatividad social volcada no lo hacia la organizacn de la protesta sino
sobre todo hacia la construcción de lo que Reinaldo Laddaga ha llamado
“ecologías relacionales” (Laddaga, 2010) esto es, redes descentradas de
relaciones horizontales que, en el campo de la cultura, con frecuencia
recurrieron a la web
3
para poner en marcha formas de activismo diversas
que, no obstante, coincidían en un objetivo común: reaccionar frente a
una política cultural estatal que durante la década del ‘90 había hecho del
consumo la forma privilegiada de ejercer la participación en la esfera
pública.
Si se hace foco en el campo literario, podrá verse que una de las
respuestas más contundentes a la crisis fue la multiplicación de editoriales
independientes, las cuales, además de proponer sus propios catálogos,
encontraron una forma solidaria de organizar canales de distribución y
comercialización a través de ferias colectivas (Badenes y Stedile Luna,
2020; Vanoli, 2009). Abro aquí un paréntesis para hacer un señalamiento
importante: no fueron sólo las esquirlas del estallido de 2001 las que
explican las enormes dificultades que atravesaba el sector editorial,
4
sino
también los efectos de un proceso de globalización que ya desde los 90
venía reestructurando a fondo toda la cadena de producción del libro. La
adquisición de sellos editoriales nacionales por parte de grandes
conglomerados como Random House Mondadori, Planeta o Norma había
rediseñado el mercado argentino del libro, proyectándolo a gran escala al
transnacionalizar sus modos de producción, pero también de circulación,
principalmente a través de grandes cadenas de librerías. Este rediseño del
mercado editorial significó una modificación rotunda de la relación entre
autores, editores y lectores, ya que en la práctica implicó la minimización de
los riesgos editoriales a través de la apuesta por los bestsellers, la
publicación preferencial de escritores ya consagrados, la rápida
obsolescencia de los títulos y la relación complementaria entre reseñas de
2
La bibliografía sobre las condiciones de gestación y las consecuencias políticas, sociales, económicas y
culturales del estallido de 2001 es muy rica, por lo cual menciono sólo algunos textos indispensables:
Giunta (2009), Richard, Fernández Savater et. al (2024); Fink et. al (2023); Auyero (2002).
3
Un caso emblemático de este uso de la web fue el Proyecto Venus (2001-2006), ideado por Roberto
Jacoby. Venus propuso un modelo de organización comunitaria que se apoyaba en tecnologías
accesibles y de código abierto para ofrecer, a través de una moneda propia, un espacio de conexión y
diálogo entre sus integrantes, promoviendo el intercambio de conocimientos, servicios e ideas. Véase
Laddaga (2010).
4
Respecto del mercado editorial, una nota de Clarín de 2002 informa que “en lo que va de febrero de
este año, las librerías argentinas vendieron con la crisis, las subas de precios y el corralito mediante
un 40% menos con respecto a ese mismo mes de 2001” (Redacción Clarín, 27/02/2002).
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libros en los diarios y contratación de espacios de publicidad por parte de
las editoriales (Ruiz 2005, Botto 2006, Szpilbarg, 2019).
5
Pero volviendo al tema de este trabajo, el muy abundante corpus de
investigaciones en torno a esta cultura literaria independiente que emerge
en la década que nos ocupa da cuenta de este crecimiento exponencial de
las editoriales artesanales y autogestivas acomo de la creatividad de su
trabajo (De Diego, 2006; Badenes y Stedile Luna, 2020; Vanoli, 2009;
Spilzbarg, 2019). Sin embargo, hay que destacar que las posibilidades
ofrecidas por internet atrajeron inmediatamente a muchos escritores y
editores quienes, de manera s o menos autodidacta, aprendieron a
manejar las herramientas digitales para poner en marcha otros proyectos
literarios,
6
tal como es el caso de las revistas que, entre otras, aquí analizo.
De ellas es poco lo que se sabe,
7
entre otras cosas porque muchas fueron,
por distintas razones, bajadas de la web y hoy son parcial o totalmente
irrecuperables.
8
Para explorarlas propongo una periodización que abarca la década
comprendida entre 2000 y 2010, lapso temporal que se inicia con la
irrupción de estas publicaciones en el espacio virtual, en el marco de la
recesión económica ya mencionada, y se extiende hasta un punto de
quiebre marcado por una transformación radical en las formas de
5
André Schiffrin (2000) añade una variable más, al advertir que los equipos editoriales antes integrados
por especialistas con formación literaria pasan ahora a estar en manos de los responsables financieros o
comerciales de estos grupos concentrados que entienden al objeto libro como una mercancía más.
6
Un antecedente fundamental fue el sitio pionero poesia.com, creado y administrado por Martín
Gambarotta, Daniel García Helder y Alejandro Rubio, que se subió a la web en 1996. En él se
publicaban ensayos y textos seleccionados, pero también libros completos de poetas latinoamericanos
ya descatalogados o muy recientes, pero de difícil acceso. Actualmente, sus archivos están parcialmente
rescatados en el sitio web del proyecto Caja de resonancia (www.cajaderesonancia.com/poesia.html).
Además de los numerosos blogs de escritores, podemos mencionar también espacios virtuales que
funcionaron como dispositivos de exposición colectiva, tales como el blog laseleccionesafectivas.blogspot.com
(2006-2016), proyecto de Alejandro Méndez que funcionó como curaduría autogestionada y archivo
colectivo de la obra de los poetas que fueron sumándose a esta propuesta de creación de redes
colaborativas, o el blog lainfanciadelprocedimiento.blogspot.com (2006-2008), administrado por Selva
Dipasquale, que invitaba a poetas a reflexionar acerca de sus procedimientos de escritura, al mismo
tiempo que publicaba sus textos. Por otro lado, también las editoriales independientes hicieron un uso
intensivo de la web a través de blogs y redes para promocionar su trabajo.
7
Ya hemos mencionado los trabajos precursores de Diego Vigna (2020; 2021).
8
Por ejemplo, respecto de la revista digital No Retornable Silvina Mercadal y Diego Vigna comentan: “A
mediados de 2018, los editores de No Retornable recibieron un aviso de vencimiento para el pago del
host que alojaba a la revista, ya sin actividad. Cuando quisieron abonar a través del órgano
correspondiente, no lo lograron porque alguien había interpuesto un reclamo legal por el nombre del
dominio. Sin asesoramiento para poder resolverlo y frente a la pregunta sobre si seguir abonando una
suma importante para mantener una revista digital quieta, debieron inclinarse por el no pago y la
desaparición de los materiales para la libre consulta” (Mercadal y Vigna, 2022: 36).
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producción, circulación y consumo de contenidos debido a la aparición y
expansión del teléfono inteligente y de las redes sociales.
9
A partir de
entonces, el entorno digital en el que inicialmente se habían desplegado las
experiencias editoriales que vengo comentando, se modificade un modo
notable por la mediación creciente de algoritmos y sistemas automatizados
de procesamiento de datos capaces de perfilar a los usuarios y de influir
significativamente en sus opciones de navegación y decisiones de
consumo.
Las revistas literarias llegan a la web
Como punto de partida, debe señalarse que las revistas literarias han sido
históricamente un medio de comunicación fundamental dentro del
ecosistema editorial capitalista, puesto que, de algún modo, han
desempeñado el rol de co-creadoras del acontecimiento literario. Esto es,
han contribuido a forjar el circuito de la crítica, a reproducir una tradición,
legitimar nuevos autores, formar blicos y, por tanto, de manera
indirecta, a vender libros. Como señala Geraldine Rogers, su papel ha
sido, así, el de mediadoras fundamentales entre las editoriales y el
mercado: “una entrevista o una reseña de libro advierte son formas de
la publicidad y entran en relación con el sistema completo de promoción
literaria en el mercado de bienes ecomicos y simbólicos(Rogers, 2019:
21).
Sin embargo, uno de los primeros cambios que pueden percibirse en
las revistas digitales que estoy estudiando es la ruptura de la dependencia
de la publicidad: dado que la realización ahora se abarata al punto de que
cualquiera que es interesado en publicar una revista puede hacerlo
basta seleccionar alguna plataforma de alojamiento gratuita o de muy bajo
costo, recurrir a algunas herramientas de diseño disponibles en la web para
crear el sitio, y escribir estos proyectos independientes, de venes
escritores amateurs, recién llegados o poco conocidos, pueden concretarse
perfectamente prescindiendo de anunciantes y de fondos. Hacia
comienzos de los 2000, y en paralelo a la explosión de usuarios de
Blogger, los e-zines comienzan a proliferar porque para realizarlos no hace
falta mucho: apenas el entusiasmo de un grupo de amigos a quienes les
9
Enumero algunos de los cambios más impactantes producidos en estos diez años: aparecen los
gigantes de las telecomunicaciones Google, Meta que, sumados a otras empresas ya existentes como
Microsoft, comienzan a concentrar aceleradamente las enormes cantidades de servicios y de poder que
conocemos ahora; se crean las principales plataformas y redes sociales Youtube en 2005, Facebook en
español va a aparecer en 2008, Twitter se lanza en 2006, Instagram en 2010 que progresivamente irán
modelando nuevas modos de comunicación e interacción humana. Y, lo más importante: entre 2007 y
2008 salen a la venta al público los smartphones, pequeñas computadoras de bolsillo que harán posible
una conexión permanente a la web.
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gusta leer y compartir comentarios cticos acerca de esas lecturas, pero
que en general también escriben y quieren publicar sus propios textos.
Me interesa entonces pensar en la irrupción de estas revistas en la
web atendiendo a todas estas condiciones materiales de producción que
venimos enumerando desde el comienzo de este trabajo. Desde ahí, es
posible preguntarse: ¿Cómo reconfiguraron las nuevas tecnologías el lugar
tradicional ocupado por las revistas dentro del campo literario? ¿De qué
manera la aparición de internet permitió a este tipo de publicaciones
independientes, en el contexto económico, social, cultural de la Argentina
de principios de siglo, asumir un rol distinto al de las publicaciones
impresas? Un rol, digo, que no consistió meramente en formar parte de un
circuito económico funcionando como mediadoras entre autores que
venden los derechos sobre su obra/ editores que compran esos
derechos/públicos que adquieren los libros que publican los editores, sino
dado que publicar un texto es una decisión que, ahora no depende de
decisiones atadas a la rentabilidad en el de ingresar a este circuito
poniendo en relación directa a autores y lectores.
Para que se entienda mejor doy un ejemplo: en una revista impresa,
que debe comprar una determinada cantidad de papel, publicar una línea
más de un artículo implica reducirlo en otro, o pagar por más papel. En
cambio, en una revista digital, el costo de una línea o un texto completo
extra, ni afecta ni disminuye las posibilidades de publicación de los demás
porque el coste marginal es cero. El editor tradicional, intermediario
especializado en la publicacn, difusión, visibilización y distribución de la
obra de un escritor desde una gica que obedece a los requerimientos
comerciales, es la figura que hace posible que el público no lo sea lector
sino también comprador tanto de la revista, como de los libros que en
ella se reseñan. En cambio, en estas revistas digitales que analizo, esos
condicionamientos financieros desaparecen o pierden peso: el acento no
está puesto en la creación de un público comprador sino en la creación de
comunidades de lectores que comparten sensibilidades estico-literarias
afines. Desde este objetivo, lo importante para estos e-zines fue posibilitar
el acceso inmediato a la obra de determinados autores, llegando incluso,
como se podrá ver enseguida, a ignorar las leyes de copyright.
Este abanico de novedosas formas de intervención en el campo
cultural habilitado por internet gene entre muchos colectivos editoriales
independientes una suerte de fervor autonomista y socializante, impulsado
por la convicción de que otra economía de la literatura era posible: una
economía fundada en la gratuidad de la publicación y en la efectivización
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del derecho a la lectura como principios rectores.
10
A, en las revistas que
estudio, los materiales que se compartieron a menudo textos inéditos o
traducidos por primera vez, de autores nuevos o consagrados
obedecieron a decisiones editoriales que operaban no bajo las reglas del
intercambio mercantil sino bajo las de la gratuidad.
Esa gratuidad” fue, obviamente, imaginaria, ya que era necesario
tener una computadora, conexión a internet, fondos para pagar el dominio
de un sitio para publicar (aunque también hay dominios gratuitos), por no
hablar del tiempo de trabajo que se requiere para producir cada mero.
Aun así, si se lo compara con los costos de la edición en papel, la
inversión necesaria para publicar digitalmente es mínima, sobre todo si ya
se cuenta con equipamiento con acceso a la red. Hay que recordar,
además, que gratuito” no significa exento de interés: publicar una revista
virtual sin cargo alguno puede operar como una estrategia de
autopromoción que, si es exitosa, puede traducirse a posteriori en
rendimiento económico por ejemplo, instaurando un sistema de
suscripción. Pero ese interés puede explicarse también y este fue el caso
de La idea fija y de El interpretador como búsqueda de acumulación de
valor simbólico. O, para decirlo con Bourdieu (1998), como pretensión de
legitimar una posición de autoridad dentro de un campo en este caso, el
campo de las revistas literarias lo cual requiere, a su vez, del trabajo de
creación de una comunidad que reconozca y por tanto legitime la autoridad
literaria que se pretende investir.
En el caso de estas revistas, la acumulación de autoridad simbólica
tuvo que ver con el gesto de seleccionar textos de ciertos autores algunos
canónicos, otros recién llegados para ponerlos a disposición de los
lectores, eludiendo hasta cierto punto las restricciones al acceso que son
propias del funcionamiento de la industria editorial mainstream.
Restricciones, vale aclarar, que si siempre afectan a autores y lectores, se
agudizaron en el período que estamos estudiando: para los autores
especialmente para aquellos que recn iniciaban su carrera porque los
obstáculos para ingresar a un mercado editorial concentrado y orientado
casi exclusivamente al rendimiento comercial fueron muy difíciles de
sortear,
11
y para los lectores, porque el acceso al libro estuvo fuertemente
10
Un ejemplo elocuente: en directa alusión al proceso hiperinflacionario que afectó a la Argentina a
fines de los ’80, la revista Babel llegó a presentarse a sí misma con un subtítulo irónico: “Todo sobre los
libros que nadie puede comprar”. Véase Patiño, 2006.
11
Al respecto puede consultarse la detallada descripción acerca de la situación de la industria editorial y
de los indicadores de producción y consumo de libros entre 1994 y 2008 en Hernán Vanoli y Ezequiel
Saferstein (2011). Entre otros datos publicados en 2005 por Centro de Estudios para la Producción
dependiente de la Secretaría de Industria, Comercio y de la Pequeña y Mediana Empresa del Ministerio
de Economía de la Provincia de Buenos Aires titulado “La industria del libro en Argentina” los
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condicionado por el precio de tapa
12
pero también por una distribución
desigual de oportunidades de acceso a los puntos de comercialización,
localizados en las principales ciudades del país. Es en este contexto s
amplio de un campo literario golpeado por la recesión y controlado por las
grandes casas editoras que puede entenderse el papel que cumplieron no
sólo las editoriales independientes, sino tambn estos e-zines que estudio.
Ellos funcionaron como plataformas de visibilidad para autores
emergentes que desacomodaban los registros canónicos de lo que se
consideraba “literatura contemporánea”, pero también como repositorios
alternativos de textos de autores consagrados, que, por diversas razones
no se hallaban o no podían adquirirse en librerías.
Quisiera ahora leer estas dos revistas literarias La idea fija y El
interpretador que subieron al ruedo electrónico a principios de los 2000,
poniendo en evidencia cómo sus editores, conscientes de las posibilidades
técnicas ofrecidas por la digitalidad, ensayaron un activismo editorial que
apun a democratizar el acceso a la literatura apostando a una economía
basada en la gratuidad de los intercambios.
Activismos editoriales con recursos digitales
Un primer ejemplo puede encontrarse en La idea fija. Revista bastante
literaria, realizada íntegramente por Leonardo Longhi y Saurio (seudónimo
de Gabriel rez), venes escritores de reciente trayectoria vinculados al
mundo de la comunicación. Pionera en el mundo digital su primer
número data de abril de 2000 las dos “editoriales” del número inaugural,
firmadas respectivamente por cada uno de ellos, se abstienen de atribuir a
la revista alguna otra razón de existencia que no fuera la sola voluntad de
hacerla. En un guiño al célebre texto de Paul Valery que lleva el mismo
título, el nombre elegido para identificar este e-zine remite a un deseo
poderoso que, como ocurre con toda idea fija, se termina imponiendo sin
que su utilidad sea un asunto que requiera justificación alguna. Así, Longhi
entiende este proyecto de edición digital como resultado del mero
acatamiento de una debilidad” y Saurio lo justifica invocando la voluntad
de “hacer nuevamente una revista y no más que eso, hacer una revista
autores señalan que para el año 2005 “el 86% de las empresas que integran el sector facturan menos
de 10 millones de pesos, mientras que sólo el 14% superan dicho monto […] Ese porcentaje menor, lo
forman las grandes editoriales de capitales extranjeros que controlan el 75% del mercado” (Vanoli y
Saferstein, 2011: 74-75).
12
En el mismo trabajo referido en la nota anterior los autores concluyen que “el marcado aumento del
precio de tapa de los libros, por encima de los aumentos en los niveles de ingreso, parece ser la
característica más notoria del actual mercado editorial en la Argentina” (76-77).
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porque sí”.
13
Instalándose por fuera del ámbito de la crítica literaria o
cultural especializada, la secciónQué somos” declara que la intención fue
la de construir “un espacio en el que se publicaran las obsesiones y los
fanatismos literarios de ambos directores, a contrapelo de modas y
tendencias, dándole fundamental importancia a los textos inéditos o de
poca circulación, al rescate de autores olvidados y a una aproximacn
ecléctica y poco académica a la literatura y al arte en general”.
14
Tras su lanzamiento a principios del nuevo siglo, La idea fija
interrumpe su salida en 2009, para transitar una reconversión que no fue
ajena a los cambios tecnogicos del momento.
15
Longhi y Saurio
incursionan a partir de entonces en la edición de libros, incluyendo e-books.
En 2014 la revista digital vuelve a publicarse y, con una pausa durante el
año 2015, continúa en línea hasta 2018, resultando en total una suma de 18
números, que alojan narrativa, ciencia ficción, poesía, comentarios de
música, una tira de historieta y un dossier titulado “Especiales”. Quisiera
detenerme en esta última sección en la que aparecieron, reunidos en algo así
como un archivo cuya curadoría de contenidos se fundaba en los que
13
Ambas citas pertenecen a dos textos firmados respectivamente por Longhi y Saurio que abrieron, a
modo de editorial y bajo el título de “Para qué mentir”, el número inaugural del e-zine en abril de 2000.
En el sitio actual de la revista, donde pueden accederse a todos los números y a información sobre la
editorial de libros de literatura La idea fija, ambos textos fueron separados y presentados, junto a otros
dos escritos por Saurio en 2003 y 2011 como una entrada aparte en la que se exponen las motivaciones
que estuvieron en la base del proyecto de la revista y posteriormente, de la editorial. Pueden
consultarse en http://www.laideafija.com.ar/mentir.html. Por otro lado, de acuerdo con un posteo que
lleva fecha del 15 de abril de 1986, pero que fue agregado a la página de Facebook el 11 de octubre de
2013 de La Idea fija, se nos informa que ésta tuvo una antecesora: fue la revista 74 metros que “existía en
el mundo real, se imprimía por fotoduplicación. Su equipo editorial, del que también formaba parte el
dúo Longhi-Saurio, hacía “todo a mano”. Circuló entre 1986 y 1988
(https://www.facebook.com/laideafija/photos/pb.100056589700115.-
2207520000/10151748674024582/?type=3&locale=es_LA)
14
http://www.laideafija.com.ar/index.shtml#somos
15
La revista también tuvo un “newsletter” con noticias, editoriales y otras cosas que puedan
interesarle al lector” publicado en formato blog. El 18/05/2011 puede leerse: “…once años en la web
son como ciento veintiuno en el mundo real y las cosas cambiaron mucho como para seguir haciendo
una revista en HTML, especialmente cuando en el medio aparecieron los blogs y no sólo se
democratizó aún más el asunto sino que hasta se desprestigió el formato, porque no faltan los
despistados que confunden una cosa con otra y no, querido, no es lo mismo una revista web que un
blog, es otro concepto, es otro laburo, aunque vos no lo veas y te creas que se'gual, como decía el
filósofo barrial Domingo Tinguitella. No, no voy a hablar de la web 2.0 o 3.0 o el numerito fashion que
quieras porque no, la web es una y evoluciona” (https://laideafija.blogspot.com/2011/05/los-once-va-
de-vuelta.html). Ese esfuerzo por seguir de cerca las transformaciones en la tecnología motiva otro
posteo, el 5/07/2015, en el mismo blog. El texto dice: “Aunque La Idea Fija parezca inactiva, estamos
en medio del enésimo proceso de rediseño del sitio, uno que está haciendo que se vean mejor en
tablets y otros dispositivos con pantallas verticales y chiquitas”,
(https://laideafija.blogspot.com/2015/)
Maccioni, Economías de la gratuidad…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 18 / Julio 2025 / pp. 214-233 226 ISSN 2422-5932
Longhi llama “la fuerza reveladora del capricho”, textos de narradores de la
talla de Néstor Sánchez o Mario Levrero,
16
poetas muy poco conocidos
como Pablo Ananía, o traducciones al español de un conjunto de poemas
de Charles Bukowski, hasta entonces sólo publicados en inglés,
17
que la
revista puso a disposición de los lectores junto a trabajos críticos acerca de
cada uno de estos autores publicados en libros, diarios o revistas impresas
en distintos períodos. En muchos casos como en los dossiers dedicados a
Sánchez o Levrero a esos materiales se sumaba una entrevista realizada
por los propios editores, quienes, animados por lo que Longhi llama la
“alegría imprudente del coleccionista”,
18
invitaban al blico a visitar su
colección.
Esta política centrada en la entrega de textos poco difundidos,
publicados en un tiempo pasado, inéditos, e incluso materiales traducidos
por primera vez, debe entenderse como decisión de posicionarse en el
campo desentendiéndose de pérdidas y ganancias monetarias
19
. Doy un
ejemplo: en los tres primeros números, lanzados al espacio digital entre
2000 y 2001, la revista entrega en partes una versión preliminar del cuento
“Cosa de negros”, luego publicado en 2003 por la editorial Interzona como
parte del libro que lleva el mismo título. En el texto de presentación del
autor Washington Cucurto quien en ese momento recién cuenta con dos
libros publicados
20
y después de destacar los valores literarios de la
escritura cucurtiana, Longhi critica a los editores de libros por no estar a la
altura de su rol, por no “gastar unos pesos” e impedir así, por inacción u
omisión, que el texto de Cucurto llegue a los lectores, y lanza un
cuestionamiento a sus colegas:
16
Si destaco estos dossiers o “Especiales” el de Néstor Sánchez publicado en el número uno de La
idea fija (abril de 2000) y el de Mario Levrero en el número dos (septiembre del mismo año) y siete
(2005) es porque ellos aportan, con la publicación de textos pertenecientes a estos autores y
entrevistas realizadas por los editores de la revista, a la difusión y visibilización de su obra. Escritores
“de culto” por esa fecha, circulaban apenas entre un escaso número de lectores, como lo confirman,
respecto de Levrero, Laddaga (2016) y Montoya Juárez (2013), y respecto de Sánchez, su propio hijo,
Claudio, dedicado a recuperar y reeditar su obra a través del proyecto editorial online, La Comarca.
17
Se trata de una selección de poemas de What Matters Most Is How Well You Walk through the Fire,
publicada por Black Sparrow Press en 1999. Las traducciones fueron realizadas por Saurio.
18
http://www.laideafija.com.ar/larevista/numero01/SANCHEZ_fatal.html
19
Saurio cuenta que a fines de los ´90 se reunió con Longhi para hablar de la revista que querían
publicar en el bar de la librería Gandhi y que, mientras estaban evaluando la posibilidad de hacerla
directamente en la web, “pasó un flaco vendiendo una revistita y los dos le dijimos que no…Y nos
vimos reflejados en ese flaco”. Esa escena que introduce un principio de realidad respecto de la
factibilidad económica de los proyectos en papel los llevó a decidirse finalmente por la virtualidad.
(Entrevista personal, 2025).
20
Me refiero a Zelarayán, publicada inicialmente por Diario de Poesía en 1997 y luego por Ediciones del
Diego en 1998, y La máquina de hacer paraguayitos, en 1999 por Siesta.
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¿Por qué durante un lapso de dos años ninguna editorial de las que tienen su
benemérito ISNB [sic] y los recursos adecuados para editar de un modo
consistente y garantizar una circulación regular a sus producciones no gas
unos pesos en darle el bellísimo y práctico formato de libro a una serie
de desatinos lírico-narrativos tan contundente y original y, por lo pronto,
favorecida y recomendada para su publicación por esa otra maquinita, el
consenso de la prensa especializada?
21
Respondiéndose a mismo, Longhi coloca el proyecto de La idea fija
dentro de las reglas de otra gica económica, una en donde la cuestión de
la inversión de dinero, la previsión de sus retornos, en fin, la planificación,
quedan fuera de todo lculo porque lo que rige al es el gasto, el
dispendio gozoso del tiempo:
Por nuestra parte, aunque no somos los felices poseedores del dinero ni de
las claves de planificación (o, simplemente, del capricho) de quienes
podrían darse el gusto de perder unos patacones
22
para ganar la dicha de
producir algo tan cercano de la perfección como un buen libro de poesía
[…] gastamos gozosamente algo de tiempo en editar, y como en efecto
podemos, [publicamos] algo de esta prosa alucinada, lujuriosa, rítmica,
irónica, incierta, en fin: de Santiago Vega.
23
El argumento refleja uno de los núcleos de sentido sobre los que se
sostenía el proyecto, que, según afirma Longhi, condensaba una idea que
“después usó Arturo Carrera poéticamente del potlach.
24
Porque, como
ocurre en este ritual, el gasto que hacían los integrantes de La idea fija es
también una ganancia: en este caso lo que volvía era legitimación del
nombre de la revista y la construcción de una comunidad de lectores.
Un segundo caso, que he seleccionado por emblemático, ocurre en la
revista El interpretador. Aquí la tecnoloa digital posibilitó maniobras de
riesgo que, pese a su ilegalidad, el equipo de redacción decidió correr para
defender derechos de los lectores de imposible cumplimiento en contexto
de crisis económica. Dirigida por Juan Diego Incardona y un equipo
editorial de colaboradores más o menos estables vinculados a la carrera de
Letras de la Universidad de Buenos Aires, El interpretador publicó 38
números entre 2004 y 2011. A partir de su número 9, de diciembre de
21
http://www.laideafija.com.ar/larevista/numero01/CUCURTO_kiwi.html
22
Los “patacones” fueron bonos de emergencia emitidos en 2001 por el gobierno de la provincia de
Buenos Aires, que podían ser utilizados como moneda de curso legal. Longhi está hablando de ellos en
abril del año 2000, en un momento en el que la falta de fondos para cumplir con las obligaciones
estatales en las provincias había ya instalado un debate acerca de la emisión de cuasi-monedas.
23
Ibid.
24
Comunicación personal con Leonardo Longhi.
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Número 18 / Julio 2025 / pp. 214-233 228 ISSN 2422-5932
2004 comenzó a aparecer entre sus secciones una columna firmada por
Elsa Kalish seudónimo que usaba Juan Pablo Liefeld, uno de los editores
de esta misma revista–. Esa columna llevaba por título “Las chicas de
Letras se masturban a”, y era un espacio en el que su autora –“una chica
de Puán”– y sus amigas imaginarias hacían chistes procaces y se burlaban
del mundillo de la crítica literaria en su versión profesoral,
institucionalizada, teoricista, en síntesis, ridícula en sus pretensiones de
capturar la experiencia literaria con categorías propias de los discursos
disciplinarios. La columna “Las chicas de Letras…”, remitía entonces a
una pandilla de iniciadas en la literatura que, lideradas por Elsa Kalish, se
dedicaba a criticar sin piedad a los nombres s autorizados de la
academia: Jorge Panesi, Nicolás Rosa, Beatriz Sarlo, “MartincitoKohan,
“Silvita” Delfino, y una larga lista de renombrados y respetados profesores
fueron el objeto de su satirización. También los escritores fueron blanco
de su risa; pero las excepciones a estos ataques de “las chicas fueron,
obviamente, aquellos autores tan proclives al exabrupto y tan
políticamente incorrectos como ellas, con Fogwill a la cabeza, que
ocupaba un lugar privilegiado en el podio de admirados.
En el número 11 de febrero de 2005, Elsa Kalish publica una
entrada que reproduzco extensamente:
Hace tiempo que estaba caliente por leer la última novela de Fogwill,
Urbana. La novela la publicó Mondadori hace ya unos años en España y
nunca llego [sic] acá. Imagino que por razones razonables, es decir, por
variables de estrictagica de mercado, que es la lógica que le permite a los
canallas hacer guerras, hundir países enteros en la miseria, o hacer del
objeto libro una cosa s entre la infinita oferta de cosas, que otras cosas
que algunos llaman hombre, o sujeto, o gente, o consumidor, o lo que
sea pueden usar y tirar, con la misma instantánea rapidez con la que se
compra una latita de Coca Cola, se la toma y se la tira en la calle.
Es por esto que, harta de querer y no poder leer la novela de Fogwill,
venía jodiendo hacía meses a mis amigas con la cantinela: mañana voy a
ver si le mando un mail a Fogwill para pedirle si me puede mandar
Urbana. Y un día me senté frente a la computadora y le mande [sic] un
mail. Para mi sorpresa me respondió al toque y como no podía ser de otra
forma, Fogwill complació, una vez más, todos mis deseos.
25
El texto continúa con el copy & paste del mail dirigido al autor de Los
pichiciegos en el que Elsa le hace el “mangazo:
25
https://elinterpretador.net/11ElsaKalish-LasChicasDeLetrasSeMasturbanAsi-
RodolfoEnriqueFogwill-Urbana.htm
Maccioni, Economías de la gratuidad…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 18 / Julio 2025 / pp. 214-233 229 ISSN 2422-5932
Hola Quique
Me llamo Elsa, estudio letras y colaboro en una revista mensual de
literatura, www.elinterpretador.com […] este mail te lo mando para
pedirte algo. Tu última novela, Urbana, parece que los gallegos del orto no
la piensan mandar nunca, y encargarla allá cuesta una fortuna, y acá viene
el mangazo, ya que la novela vos la cobraste y acá no llega, no me la
podrías mandar por mail. A en particular y a unas cuantas de las chicas
de la revista nos harías muy felices. si no podes por cuestiones de contrato
o simplemente no querés por alguna otra razón todo bien.
> un besito, Fogwill, elsa.
26
Y a continuación, “la chica de Letraspublica la respuesta que, dos horas
después, le escribe Fogwill con su habitual estilo de terrorista literario:
A mí los contratos, a semejanza de las chicas de letras que hacen revistas
boludas, me chupan un huevo. pero si valen la pena, preferiría que me
chupasen la arrugadita pija….. Tu revista [El interpretador] me parece una
mierda, como todo lo que se hace en Puan [sic] desde que no está más la
fábrica inglesa de Jockey Club y Commander.
27
Pero igual te mando la
Urbana, ZZZZipiada y con errátiocas [sic] herratas.
28
Me interesa destacar aquí el dilema legal que esta respuesta deja planteada,
dilema que la revista decide resolver, como en el caso del cuento Cosa de
negros”, apostando al goce de los lectores y a una idea de la literatura
como donación, incluso al precio de cometer un delito contra los derechos
que Fogwill ha vendido a la editorial Mondadori. Porque, la conclusión a
la que arriban Elsa Kalish y Juan Diego Incardona, es que “los libros son
de quien los quiere leer y no de quien lucra con ellos”:
Ahora, mi idea era simplemente conseguir la novela para leerla mis amigas
y yo. Pero cuando abrí mi casilla de mail y me encontré con la novela, me
puse loca. Cor a un teléfono y lo llatotalmente histérica al divino de
Juan Diego [Incardona], y le dije: loco, tenemos una bomba para la revista,
26
Ibid.
27
Se refiere a que en el actual edificio de la Facultad de Filosofía y Letras, sito en calle Puán,
funcionaba anteriormente la fábrica de cigarrillos Jockey Club y Commander. Ambas marcas
pertenecen a la compañía Nobleza Piccardo, cuya mayoría accionaria está en manos de un holding
tabacalero británico.
28
Ibid.
Maccioni, Economías de la gratuidad…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 18 / Julio 2025 / pp. 214-233 230 ISSN 2422-5932
tengo adentro de un comprimido adjunto, titulado Sarlitas Putitas”, el
archivo word con la última novela de Fogwill, entera, ¿qué hacemos?
Estuvimos discutiendo largo y tendido, y decidimos que era canalla
guardarnos la novela para leerla nosotras solas.
Claro que estaba el tema de los “derechos” del libro. Fogwill en el mail era
claro, los contratos le chupan un huevo, y aparte, la novela ya la había
vendido, cobrado y reventado la guita. Además, le hacíamos circular una
novela que a la editorial le importa nada que se lea en Argentina o en
cualquier otro país del tercer mundo donde no es rentable publicar cierta
literatura.
Pero estaba también el tema de los derechos para todo el mundo” de la
novela que compró” Mondadori. ¿Qué hacer frente a esto? Si
respetábamos los derechos de Mondadori violábamos los nuestros los de
la revista y sus lectores y viceversa. ¿Qué hacer?, nos preguntábamos,
como el camarada Lenin. Entonces, ahí, recordamos las palabras, una y
mil veces repetidas, de nuestro maestro David Viñas: si los libros no se
pueden comprar hay que robarlos, los libros son de quien los quiere leer y
no de quien lucra con ellos. Y me acuerdo que después, David, nos dio
cátedra de cómo hacer en una librería para robar libros los de él
inclusive, claro. Así es que decidimos publicar la novela íntegramente y al
que no le guste, como dicen los españoles, que vayan a tomar por culo.
29
La tentación es grande: al final de la nota, en ese mismo mero 11 de El
interpretador del 2005, en un contexto en el que están muy activos los
experimentos colectivistas inventados tras la crisis del 2001 El interpretador
publica Urbana. Se trata de una operación simple: hay un archivo en Word
con una novela que muchos deseaan leer, pero no pueden comprar; hay
una revista literaria que se publica en la web que la puede publicar sin
costo alguno: no se necesita mucho más.
Una coda por el lado de la ficción
En realidad, esta escena extraída de la picaresca criolla ya había sido
prefigurada por el propio Fogwill. En 1983, en medio del colapso
económico y la deuda dejada por la dictadura, había escrito Campo, camino,
lo que sucede, gente (1985). Esta nouvelle intensamente poética narra los días
de dos serenos de una fábrica cerrada, cuya maquinaria oxidada, pese al
cese de funcionamiento, sigue estando en sus galpones. El trabajo de estos
dos guardias consiste en cuidar por turnos las instalaciones durante las
veinticuatro horas de todos los as, que transcurren insignificantes e
29
Ibid.
Maccioni, Economías de la gratuidad…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 18 / Julio 2025 / pp. 214-233 231 ISSN 2422-5932
iguales unos a otros, desperdiciados en jugar con los perros que allí
deambulan, tomando mate. Son vidas improductivas, pero no por falta de
medios, sino porque, aun habiendo medios para la producción, la
compañía ha decidido que no sean usados nunca más. Un día, los dos
serenos empiezan a sospechar que todavía hay conexión ectrica y que tal
vez las máquinas aún funcionen. Y, como a menudo la ficcn se parece
demasiado a la vida, el lector podrá adivinar mo termina la historia: un
día los dos hombres toman coraje, encienden las máquinas y con alegría
fabrican una sola pieza, que queda, como si fuera una obra de arte, clavada
en la pared del cuarto. Allí permanece en exhibición, testimonio de la
resistencia en escala micropolítica a una lógica económica que, basada en
la ganancia, ha decidido extinguir deliberadamente la posibilidad de
producción de los objetos, y por tanto, también su posibilidad de
circulación y realización en el consumo. Lo que ocurre en estas revistas
digitales que hemos analizado debe leerse, creo, bajo esta misma matriz
interpretativa. Porque el acto pirata que hacen a dúo Fogwill y El
interpretador al colgar el pdf de Urbana, o la publicación de materiales que,
como es el caso de “Cosa de negros”, encuentran en La idea fija un espacio
para ponerse en circulación, son también gestos que, frente al cálculo
financiero de las editoriales en un contexto de crisis general, abren una a
para escapar de un modelo dominante de producción y administración del
libro que priva de su goce a la gran mayoría de los lectores. Gestos que,
haciendo propias las herramientas que traen las tecnologías digitales,
redefinen el vínculo entre el texto y sus lectores según otra economía, y se
suman así a la larga lista de experiencias de activismo cultural que guarda
el increíble archivo de los primeros años 2000 argentinos.
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