Vanney, Sobre La doble rendija Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 404-410 404 ISSN 2422-5932
LA DOBLE RENDIJA:
AUTOFIGURACIONES CIENTÍFICAS
EN EL RÍO DE LA PLATA (2020) DE
LUCIANA MARTÍNEZ
Julieta Vanney
Universidad de Buenos Aires
Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Fue
adscripta de la cátedra de Literatura Inglesa de la UBA con un proyecto
alrededor de la narrativa de Jeannete Winterson. Actualmente se encuentra
cursando su Doctorado con una beca de CONICET que tiene por objeto el
estudio de la experiencia migrante en la obra de Junot Díaz, Lina Meruane y
Valeria Luiselli
Contacto: julietavanney@gmail.com
Filologías latinoamericanas
DOSSIER
Vanney, Sobre La doble rendija Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 404-410 405 ISSN 2422-5932
Desde un punto de vista metodológico, La doble rendija:
autofiguraciones científicas en el río de la plata (2020) de Luciana Martínez
se divide en tres partes: una primera parte en la que la autora
introduce el marco teórico y que delimita una serie de problemas
para llegar a lo que llamará scientia rioplatense; un capítulo
dedicado a Mario Levrero y sus formulaciones alrededor la scientia; y,
por último, el capítulo dedicado a Marcelo Cohen en el que indaga
sobre la techné cuántica y entrópica.
Martínez instala su reflexión en un espacio de indeterminación,
entre los dominios de la ciencia, la religión y la literatura. Allí
desarrolla una lectura a partir de la cual delimita la práctica literaria
como un tipo de saber que permite acceder de una manera singular a
lo real. De esta manera, se instala en un debate alrededor del lugar
que se le ha asignado a la literatura luego de la división de las esferas
del conocimiento en diferentes disciplinas. En esta dirección, pero
del lado de la ciencia, el físico Alberto Rojo analiza una serie de
artículos de Albert Einstein su libro Borges y la física cuántica (2013) y
llega a la conclusión de que En los trabajos más importantes del año
admirable de Einstein confluyen la realidad y la ficción de un modo
que no tiene precedentes en la historia del conocimiento. Esa
confluencia solo es posible cuando la imaginación desdibuja los
límites entre disciplinas como la ciencia, la filosofía y el arte, y
cuando el pensamiento y la búsqueda de la verdad se conciben como
una actitud única (2013: 45). En consonancia con este planteo, uno
de los puntos que se destacan en el libro de Martínez es el reclamo
de la literatura como instancia epistemológica en contraposición a
esa otra instancia habilitada que es la ciencia.
El experimento de la doble rendija es el hecho concreto del
que parte. Porque se trata de un acontecimiento que le posibilita a la
ciencia acercarse al plano de la ficción, a la vez que le habilita a la
literatura un nuevo lugar de reflexión en lo que a la problemática de
la construcción de lo real respecta. En este punto Martínez hace una
aclaración: en esta división de tareas, la Ciencia y la Filosofía
pasaron a ocuparse de todo aquello que pertenece al ámbito de la
síntesis espacio-temporal que percibimos a través de los sentidos,
Vanney, Sobre La doble rendija Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 404-410 406 ISSN 2422-5932
mientras que la literatura, en cambio, se declarará soberana de aquel
reino de lo inefable y se dispondrá a explorarlo por sus propios
medios (17). En otras palabras: la literatura elabora un tipo de
conocimiento al que no es posible acceder a partir de la ciencia. Esto
es así porque se encuentra mejor posicionada en relación con el no -
saber que los discursos establecidos. Este punto señalado por
Martínez es crucial, pues a partir de dicho experimento y del
surgimiento de la física cuántica, el realismo de la ciencia comienza a
acercarse al de la literatura, y la ficción pasa a ocupar un lugar
privilegiado para la construcción de la realidad, en la que interviene
también el observador.
Para delimitar este problema dentro de la serie literaria,
Martínez inicia un recorrido que la lleva a remontarse al
Romanticismo anglo-germano, al que considera el punto de inflexión
que reúne una búsqueda estética con la mística y con la ciencia. Es
por esto que afirma que toda literatura posterior que se dedique a los
temas de la ciencia lo tendrá como referencia o, podríamos decir
nosotros, genealogía en el sentido que Michel Foucault lo recupera de
Nietzsche
1
. Esto no es azaroso, puesto que, dentro de esta misma
corriente, Mary Shelley le dio origen a Frankesntein o el moderno
Prometeo (1818), cuyo argumento, ya extensamente conocido, hoy se
considera que le ha dado origen al género ciencia ficción. Lo que se
destaca en el libro de Martínez es que el Romanticismo sostiene una
propuesta epistemológica sobre la literatura que es parte de una
cosmología mayor: el anhelo de la conquista de infinitud.
Conocimiento y literatura son, desde esta perspectiva, términos que
se suponen. Pero se trata de un conocimiento que, a diferencia del
planteo de la ciencia moderna, forma parte, a su vez, de un
desconocimiento. La herramienta para acceder este conocimiento
singular no es otra que la escritura: “La inherente pulsión
gnoseológica de la literatura romántica hace que la escritura pueda
ser concebida como una forma de scientia, término en el que debe
leerse una vuelta a la raíz etimológica de la que toda ciencia
deriva, señala la autora. (52). La elección de esta palabra, que será
1
Foucault, en su monografía sobre la genealogía nietzscheana, explica: “Buscar un tal
origen, es intentar encontrar «lo que estaba ya dado», lo «aquello mismo» de una imagen
exactamente adecuada a ; es tener por adventicias toda las peripecias que han podido
tener lugar, todas las trampas y todos los disfraces. Es intentar levantar las scaras, para
desvelar finalmente una primera identidad. [Aprender que detrás de las cosas existe] «en
absoluto su secreto esencial y sin fechas, sino el secreto de que ellas están sin esencia, o
que su esencia fue construida pieza por pieza a partir de figuras que le eran extrañas»
(Foucault 1983: 10).
Vanney, Sobre La doble rendija Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 404-410 407 ISSN 2422-5932
clave en el planteo de Martínez, tampoco es azarosa: la palabra
scientia, explica la autora, expone en su etimología una serie de
relaciones que quedaron excluidas de lo que se consideró el
conocimiento en la modernidad y, a su vez, supone una relación
entre lo inasible, la ciencia y la religión que el Romanticismo
recupera. Así, el acto de conocer supone una idea de creación activa,
que no se detiene en un mero registro y acumulación de diversos
datos. Por lo tanto, para la epistemología romántica, se considera
conocimiento aquello que la imaginación puede crear. Así lo formula
William Blake: Mas a los ojos del hombre de imaginación la
naturaleza es la imaginación misma [] Estáis equivocado
ciertamente al decir que las visiones de fantasía no se encuentran en
este mundo; para mí este mundo es una incesante visión de fantasía
o imaginación (Blake citado por Cernuda, 1986: 28). La imaginación
es el poder supremo en el hombre y en el mundo, porque la
imaginación es la facultad de visión. En esta dirección, el
Romanticismo propone, además, la formación de un tipo de sujeto:
un yo que sirva de acceso al universo y que, a su vez, sepa cuál es el
lugar que ocupa ahí. Genealogía a la que, indudablemente, podríamos
agregar la estela averroísta que señala tanto Giorgio Agamben como
Emanuel Coccia en su Filosofía de la imaginación.
2
Por otra parte, la vinculación de los temas de la mística con
explicaciones científicas es una cuestión que, tal como se encarga de
demostrar Martínez, se encuentra ya presente en las reflexiones de
Phillip K. Dick, así como también la autora lo encontrará presente en
las narrativas de Mario Levrero y Marcelo Cohen. Según Dick, los
delirios y alucinaciones, producto de un estado de conciencia
alterado, dan lugar a percepciones más exactas de lo real que no
pueden tener lugar en el marco de una percepción normal. Esto es
2
Giorgio Agamben en el estudio preliminar a la Filosofía de la imaginación (2007) de Coccia
explica: “Para definir el averroísmo no basta con la proposición subversiva “no soy yo
quien piensa lo que pienso”, sino que es preciso integrarla al apéndice igualmente
inopinado: “pienso irregularmente, con agujeros, con intermitencias”. “El averroísmo
enseña que la detención del pensamiento y su ausencia, y no su actividad continua e
indefectible, son las que muestran su más verdadera naturaleza (ver p. 133). Sin embargo,
no se entiende el problema del averroísmo si no se comprende que en estas intermitencias
del pensamiento, en la imposibilidad de pensar que estas signan, radica su facultad más
íntima y abstrusa, más fascinante y más odiada, la única que acaso define propiamente lo
humano: se trata de la facultad de la imaginación” (15). En efecto, más adelante explica
Coccia: “Serán entonces los propios fantasmas y las imaginaciones humanas, y no las
cosas, los que definirán la verdad de los pensamientos. Antes que todo porque la
experiencia propia de la razón no está constituida ya por cosas sino por imágenes, del
mismo modo en que las formas existen cuando son pensables” (314).
Vanney, Sobre La doble rendija Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 404-410 408 ISSN 2422-5932
así porque, para Dick, el individuo necesita de un marco que ordene
la percepción que, de otro modo, se le presentaría como
completamente caótica. En consecuencia, el yo del sujeto se
estructura de manera tal que recorta sus posibilidades perceptivas
al tiempo que recorta su universo. Desde este punto de vista, la
neurosis sería una mera herramienta que le permitiría al sujeto
habitar el lugar en común. Así lo afirma Martínez: La exploración
de modelos explicativos alternos parece cubrir, al m enos en la
literatura, el deseo de una reformulación ontológica que tienda las
bases para el advenimiento de un nuevo sujeto por venir (84).
Abandonar el estado de neurosis e ingresar en estados de conciencia
alterados, implica un deterioro del sujeto que funciona en la
cotidianeidad, ya que la apertura de los sentidos conduce una serie de
experiencias que lo abrumarían por completo. En esta dirección, se
destaca que el artista, el filósofo y el hombre de fe son tipos de
sujetos que, por medio de la escritura y la palabra, pueden acceder a
un conocimiento de lo real a través de la ciencia de la parapsicología
y la experiencia patológica.
Dentro de las ficciones científicas de la segunda mitad del siglo
XX, Martínez encuentra las narrativas de Mario Levrero y Marcelo
Cohen como una pieza clave porque articulan una serie de problemas
que tienen lugar en una zona de indeterminación entre la literatura y
la ciencia, alrededor del conocimiento de lo real, que son
desplegados detalladamente en los primeros capítulos del libro. A su
vez, en la narrativa de ambos autores se articula un intento acceder a
un más allá del lenguaje por medio de éste, a partir de los estados
psíquicos alterados y la afloración de las estructuras psíquicas
profundas.
Martínez explica que, los sujetos presentes en las narraciones de
Mario Levrero se encuentran en un umbral entre realidades, entre la
vida diaria, la búsqueda de un equilibrio y la búsqueda suprasensible.
La práctica literaria produce vértigo en los personajes de Levrero
porque genera un deterioro del principio de realidad. La escritura, en
este sentido, no es otra cosa que la búsqueda de la literatura como
scientia, una exploración de lo real suprasensible. Es por esto que
Levrero afirma que su literatura es esencialmente realista. Pero esta
clase de exploración de lo real requiere de un estado de trance que
permita que el inconsciente aflore. Se trata entonces de activar
prácticas que funcionen como mancias, rituales, que permitan alcanzar
un total despojamiento y que dejen al sujeto permeable para la
recepción de la literatura. La ficción, entonces, encarna una forma
Vanney, Sobre La doble rendija Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 404-410 409 ISSN 2422-5932
del autoconocimiento que excede los límites de lo subjetivo y se
convierte en una especulación sobre los límites de lo real y la esencia
humana.
En la narrativa de Marcelo Cohen, Martínez detecta una
insistente indagación alrededor de la posibilidad de una comunidad
por venir, conformada a partir de un nuevo tipo de sujeto, liberado
de los mecanismos de sujeción y control del estado y de los relatos
colectivos e individuales que los componen. Es a partir de la
depuración del yo artificial, de la liberación del sujeto de la demanda
social, que Cohen busca fundar una comunidad por venir, en la
medida que abre una exploración de las posibilidades del sujeto.
Según Martínez, la construcción del mito, de la ficción, en Cohen,
crea realidad y es, a su vez, la base de todos sus textos literarios y
ensayos. Cohen cuestiona los relatos a partir de los cuales se ha
tratado de dar cuenta de la realidad. El relato literario opera de
manera distinta porque inventa para conocer y por ello lo
distintivamente humano es (como en el romanticismo) hacer
literatura (158). La realidad es, para Cohen, una construcción por
medio del lenguaje y, por lo tanto, la realidad de la escritura parece
ser la única posible. El realismo, visto de este modo, consiste en una
dinámica entre el fragmento y la totalidad, un proyecto siempre
inacabado.
Hay una pregunta que, para Martínez, atraviesa tanto a Levrero
como a Cohen (así como también a Dick): ¿Cómo salir de la neurosis
y no caer en la desintegración esquizofrénica? La autora encuentra
que la escritura en Cohen, y la escritura tal como aparece en El
discurso vacío de Levrero, son dos instancias que coinciden en una
búsqueda orientada al vaciamiento del yo. Pero señala una diferencia:
en el caso de Levrero esta operación se orienta hacia una búsqueda
de la literatura como scientia que culmina en un gesto melancólico
hacia lo inefable y permanece, en definitiva, en un limbo; Cohen, en
cambio, logra ir más allá: su narrativa posee una dimensión política
que implica la posibilidad de pensar una ética de lo colectivo.
Nos acostumbraron a pensar que las ficciones científicas son
aquellas en las que la literatura se apropia de los razonamientos, los
conocimientos y de un tipo de discursividad propios de la ciencia. El
planteo de Martínez en La doble rendija complejiza la ecuación: se
trata de pensar en distintos modelos de explicación de la realidad que
se encuentran en disputa y, a su vez, replantear y redefinir las
fronteras ubicadas entre espacios que se han presentado como
convencionalmente diferentes. Lo que parece proponer Martínez es
Vanney, Sobre La doble rendija Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 404-410 410 ISSN 2422-5932
que la frontera entre literatura y ciencia en la segunda mitad del siglo
XX no solo separa, sino que también articula espacios en los cuales
la contaminación discursiva está en primer plano. En este punto, el
planteo de Martínez resulta muy productivo ya que habilita un
espacio para pensar distintas formas de acceso y construcción de lo
que conocemos como real. La ficción, en consecuencia, no se opone
a la realidad.
El análisis que desarrolla Luciana Martínez en La doble rendija
presenta un planteo original de las problemáticas tratadas, a la vez
que se constituye como una lectura imprescindible para quienes se
interesen en profundizar en las distintas relaciones que se han
establecido entre literatura y ciencia como instancias
epistemológicas. En esta dirección, podríamos considerar que
continúa trabajando en la misma línea que Sandra Gasparini en
Espectros de la ciencia. Fantasías científicas de la Argentina del siglo XIX
(2012). Así, la autofiguración científica, tal como se la trabaja en
La doble rendija, pone en escena una serie de ficciones que sostienen
la construcción de una lógica artificial en la que se pone un juego un
modelo de realidad alternativo, que amplía en universo de lo que
consideramos real. Se trata de una clase de escritura que construye
nuevos mundos, nuevas propuestas realistas con una estructura
propia, singular. La ficcionalizacion de la ciencia, tal como la analiza
Martínez en Levrero y Cohen, encuentra, en definitiva, una finalidad:
poner en escena nuevas formas de concebir al sujeto que permitan
pensar un nuevo colectivo por venir, un estar-en-común.
BIBLIOGRAFÍA
CERNUDA, LUIS (1958). William Blake en Pensamiento poético en la
lírica inglesa. Imprenta universitaria, México.
FOUCAULT, MICHEL (1979). Nietzsche, la Genealogía, la Historia.
Microfísica del poder. Madrid: La piqueta ediciones, 1980.
ROJO, ALBERTO (2013). Borges y la física cuántica. Un científico en la
biblioteca infinita. Siglo XXI: Buenos Aires.