Link, “Ideas de pueblo” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 1 / Noviembre 2023 / pp. 1-21 17 ISSN 3008-7619
La multitud es la forma de existencia política y social de los muchos en cuanto
muchos: forma permanente, no episódica ni intersticial. Para Spinoza, la
multitud es el soporte de las libertades civiles.
Hobbes detesta a la multitud (como cuerpo y como concepto), y carga
contra ella. En la existencia social y política de los muchos en tanto muchos,
en la pluralidad que no converge en una unidad sintética, él percibe el mayor
peligro para el “supremo imperio”, es decir, para aquel monopolio de las decisiones
políticas que es el Estado.
Para Virno es decisivo entender a Hobbes para poder abrazar el valor
político de la “multitud” respecto de las formas de vida contemporáneas.
Para Hobbes, el antagonismo político decisivo es aquel entre la multitud
y el pueblo. La esfera pública moderna pudo tener como centro de gravedad
a uno u otro. La guerra civil, siempre incumbente, ha tenido su lógica en esta
alternativa. El concepto de pueblo, según Hobbes, está estrechamente
asociado a la existencia del Estado; no es un reflejo, una reverberación: si es
Estado es pueblo. Si falta el Estado no puede haber pueblo. En De Cive,
donde ha expuesto largamente su horror por la multitud, se lee: “El pueblo
es un uno, porque tiene una única voluntad, y a quien se le puede atribuir una
voluntad única” (Hobbes 1642: XII, 8; y también VI, 1, Nota).
Es más o menos lo mismo que decía Lucio Gera, de donde su “idea de
pueblo” sería de inspiración hobbesiana. Ahora bien, lo que subraya Virno
en Hobbes (muy interesadamente, por cierto) es que el pueblo es la
contracara del Estado, su fundamento, la razón de su existencia, con lo que
volvemos a las cloacas romanas (SPQR).
La multitud, para Hobbes, es el “estado natural”; por ende, aquello que
precede a la institución del “cuerpo político”. Antes del Estado eran los
muchos, tras la instauración del Estado fue el Pueblo-Uno, dotado de una
única voluntad. La multitud, según Hobbes, rehúye de la unidad política, se
opone a la obediencia, no acepta pactos duraderos, no alcanza jamás el status
de persona jurídica pues nunca transfiere sus derechos naturales al soberano.
La multitud está imposibilitada de efectuar esta “transferencia” por su modo
de ser (por su carácter plural).
Hobbes subrayó con precisión cómo la multitud era antiestatal, y, por
ello, antipopular: “Los ciudadanos, en tanto se rebelen contra el Estado, son
la multitud contra el pueblo” (ibid.) La contraposición entre ambos conceptos
es llevada aquí al extremo: si pueblo, nada de multitud; si multitud, nada de
pueblo. Para Hobbes y los apologistas de la soberanía estatal del siglo XVI,