Chicote, “De lo tradicional…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 1 / Noviembre 2023 / pp. 22-33 30 ISSN 3008-7619
plurales que adopta la cultura común para escapar a sus dominadores y
abrirse paso hacia formas más libres e interconectadas de vivir los saberes y
asomarse a la felicidad. Incluso Pierre Bourdieu (2012) cuando señala cómo
se ha ido estructurando a lo largo del siglo XX un sistema cultural y educativo
en el que los mecanismos de diferenciación de las clases y subclases sociales
se convierten en sólidos procesos de dominación colectiva, también
contempla la posibilidad de que los límites se traspasen y el acceso se
diversifique, a partir de la posesión conjunta del capital escolar (la formación
recibida en la escuela por la gran mayoría de la población) y el capital cultural
(la educación clásica y humanística propia de la herencia histórica de índole
causal-racional). En cada caso se pone en evidencia un proceso de
apropiación tal como lo enuncia Roger Chartier (1994), en la medida en que
sus prácticas remiten a las maneras de utilizar productos o códigos culturales
compartidos en mayor o menor grado por todos los miembros de la sociedad,
pero comprendidos, definidos y usados en estilos de forma variable, con
motivaciones y expectativas, de algún modo distintos.
La caracterización efectuada hasta aquí intenta ofrecer una muestra de
diferentes asedios a los problemas que debemos enfrentar en el momento de
analizar las múltiples manifestaciones de la cultura popular. Si focalizamos la
mirada en nuestros contextos culturales, considero que las sociedades
latinoamericanas resultan ámbitos clave para realizar estos abordajes, ya que
la cultura popular también se consideró el germen de conductas
contestatarias que cuestionan los mandatos del poder hegemónico. No es la
intención de estas páginas dirimir una polémica de vasta trayectoria en la que
diferentes disciplinas intentaron resolver la complejidad del problema, sino
simplemente señalar que la mirada hacia los productos literarios de esta
cultura siempre implica un anclaje en una discusión teórica aún vigente y que,
“[...] en definitiva, la culta y excluyente etiqueta de ‘popular’ y su reticente
acompañamiento de calificativos como semipopular, popularizado,
popularizante, etc.” (Botrel, 1999: 49), corresponde en muchos casos a un
reduccionismo académico. Quienes formamos parte de la cultura académica,
institucional, letrada, podemos acceder a la cultura popular a través de
documentaciones que reúnen objetos disímiles, los cuales dan cuenta de
procesos de apropiación de prácticas canónicas y de tensiones interactivas
entre los circuitos denominados simplificadamente letrado y popular.
Migraciones, diásporas, relocalizaciones, convivialidad e inequidad,
fueron las marcas de esas vidas y sus representaciones culturales. Las grandes