Benisz, “Popular, nacional, comunal…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 1 / Noviembre 2023 / pp. 92-118 111 ISSN 3008-7619
el momento de escritura e intervención de esos textos, por intentar un
enfoque etno-cultural –en su momento inaugural–, que destrabe los
elementos excluyentes de los paradigmas previos (en torno a las ideas de
nación, cultura, literatura), “pueblo” era una noción que amalgamaba
cuestiones sensibles y estratégicas en el campo intelectual de los años sesenta
y setenta. Pese a esto, recién sería Ticio Escobar (si bien heredero intelectual
de aquellos) quien tomaría la noción de pueblo como elemento problemático
e incluso como núcleo generador de una praxis. En esto pudo haber influido
el hecho de que, por un lado, Melià y Roa escriben estos ensayos aún con los
paradigmas de la modernidad en plena hegemonía, de la que son herederos y
cuestionadores al mismo tiempo; mientras que Ticio Escobar ya participa
plenamente de la renovación de los estudios culturales de fines de siglo XX.
El pueblo, entonces, como cuestión programática y como motor de
una praxis, va a recorrer algunos de los trabajos de Escobar que se
contextualizan en los años de la transición a la democracia a fines de los
ochenta. Escobar la desarrolla de modo más explícito que como lo habían
hecho Roa y Melià, y esto tiene el objetivo de disputar lo popular al legado
del populismo stronista. Lo hace, finalmente y ésta es la praxis de su teoría,
como fundamento para la instalación definitiva del Museo del Barro en
Asunción –museo de arte indígena, popular y contemporáneo– y, con ello,
como carta de intención de una política cultural para la democracia.
El libro que funciona como fundamento teórico del Museo es El mito
del arte y el mito del pueblo y se publica originalmente en 1986, tres años antes
de la caída de la dictadura, pero cuando ya se observaba su decadencia. En el
libro, Escobar postula una reversión del valor estético en función de
objetivos inclusivos, es decir, en función de que las producciones populares,
comunitarias, anónimas que históricamente formaban parte de acervos
antropológicos, folklóricos o históricos, sean susceptibles de ser valoradas
como obra de arte. Dicho de otro modo, que sean valoradas “en sí”, en la
lógica de la estética moderna, y no por su funcionalidad o importancia
histórica.
Con ello, Escobar se inserta en la discusión de los límites entre arte y
artesanía, por lo que lo popular resulta un “concepto insorteable” (Escobar,
2011: 33). Pero, en un primer momento, Escobar habla de lo popular, como
adjetivo, antes que de pueblo “teóricamente incierto e ideológicamente
turbio” (2011: 21). Así y todo, el pueblo, para Escobar, unifica el conjunto
de los sectores subalternos, rurales, indígenas y suburbanos; esta última
dimensión cobra mayor protagonismo a fines de la dictadura, a raíz de los
procesos demográficos que sufre la sociedad paraguaya. En el prólogo que
agrega posteriormente al libro, Escobar explica que: “el concepto [pueblo] se