Entrevista a Alejandra Frausto por Daniel Link Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 1 / Noviembre 2023 / pp. 194-212 196 ISSN 3008-7619
que dictaminaban cualquier política. Te hablo del aspecto cultural, pero
también en el campo energético, en el educativo, en el agrícola, en la vida
pública en general. Los que mandaban eran unos cuantos grupos de poder,
poderes fácticos. En un país como México tenemos, yo creo, algo muy
importante que hemos reflexionado y hemos platicado tú y yo en otros
momentos respecto a México y respecto a otros países de América Latina. El
hecho de que nosotros hayamos tenido dos guerras civiles como la Guerra
de Reforma, que tiene que ver con la separación de la iglesia y el estado, es
una semilla muy profunda. Nuestro actuar dejó de lado a la fuerza política
que establecía frente al pueblo la iglesia o las iglesias (que hay tantas, por otro
lado). Esto lo hace Benito Juárez, el santo laico, como le decimos. Gracias a
él se logra esto. Y la Revolución Mexicana que pone al pueblo al centro, sin
miedo, sobre algo que es fundamental: el territorio, la tierra para el cultivo.
Veíamos protestas en Argentina, cuando estábamos ahí, hace unos meses, de
los mapuches exigiendo su tierra. Si bien el problema agrario siempre será
algo importante, esa reforma que hace la Revolución, que hace que la tierra y
la libertad sean los ejes de una de una historia que se convierte en una historia
contemporánea, pone al pueblo en otro lugar.
Durante décadas de neoliberalismo, en México, esas ideas
revolucionarias quedaron como una idea, como un membrete, pero se dejó
de lado por completo eso que representa nuestra mayor riqueza, que es la
diversidad cultural. En su lugar, se fue asentando la idea de que las políticas
culturales tenían que atender, por una parte, a las artes académicas, a las Bellas
Artes y, por otro lado, totalmente separado, se fue tratando de invisibilizar a
las culturas diversas de este país, a las herederas de las grandes civilizaciones,
y a las manifestaciones culturales y artísticas de esta diversidad cultural que
es nuestra mayor riqueza. Un ejemplo muy obvio, muy sintético, es la ópera.
En ese caso, la división se daba pensando en los públicos, en quién podría o
no podría entender cierta manifestación artística o cultural, y entonces a
ciertos grupos entendidos y privilegiados se le daba acceso a un tipo de
cultura, porque la van a entender, y a otros no. Hace unos años que hemos
establecido una política que no tiene miedo de volver al origen cultural de
este país sin dejar de lado lo demás. Porque la cultura popular, y lo que antes
llamaban alta cultura, establecen un movimiento que no debió haber sido
dividido, pero que se divide por el individualismo, por el racismo, por la
discriminación, porque la diversidad es entendida como una amenaza. Es
como un colonialismo moderno en el que aquellas culturas que se trataron