Cano, “Textualidades alternativas…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 1 / Noviembre 2023 / pp. 239-243 239 ISSN 3008-7619
SOBRE
TEXTUALIDADES ALTERNATIVAS.
CASOS DE LITERATURAS MARGINALIZADAS EN
LA ARGENTINA.
LAURA CILENTO Y OSCAR CONDE
UNIPE: Editorial Universitaria, Libro digital, 2021
por
Federico Cano
Universidad de Buenos Aires - FFyL
Profesor en Letras, Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Maestrando en Estudios Literarios
Latinoamericanos (UNTREF). Titular de “Didáctica de las Prácticas del Lenguaje y la Literatura para la
Educación Primaria (ISFD N°52). Docente en el nivel medio. Ha publicado artículos sobre problemas
educativos en diferentes medios. Colabora en Revista Paco.
Contacto: prof.federico.cano@gmail.com
ORCID: 0009-0006-1681-4596
DOI: 10.5281/zenodo.10144134
RESEÑAS
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Walter J. Ong proponía en su canónico Oralidad y escritura asomarse a los
vértigos de la oralidad:
En efecto, el lenguaje es tan abrumadoramente oral que, de entre las muchas
miles de lenguas posiblemente decenas de miles habladas en el curso de la
historia del hombre, sólo alrededor de 106 nunca han sido plasmadas por
escrito en un grado suficiente para haber producido literatura, y la mayoría de
ellas no han llegado en absoluto a la escritura. Sólo 78 de las 3 mil lenguas
que existen aproximadamente hoy en día poseen una literatura
Hay algo estremecedor en lo relevado por Ong en 1982: pues, ¿realmente
podríamos pensar en una mayoritaria porción de la historia de la humanidad
sin literatura? El argumento llama al escándalo. Las travesías de la narración,
el placer de la palabra convocada y convocante, la afirmación del dialecto en
las comunidades imaginadas o el íntimo estremecimiento de la identificación
ficticia, implican puntos irrenunciables de lo que un poco trascendentalmente
podríamos llamar literatura y constituyen prácticas que nos atreveríamos a
llamar universales. Ahora bien, ¿cómo hacer una historia de esas literaturas
sin texto? ¿Cómo su captura escrituraria para detenerla en la disección, en el
pensamiento que aplane su temporalidad hablada, en fuga? ¿Dónde se
conservan los archivos ininvestigables?
En Textualidades alternativas. Casos de literaturas marginalizadas en la
Argentina académicos, docentes y escritores o todo a la vez, coordinados
por Laura Cilento y Oscar Conde, buscan narrar esa otra historia, que es en
verdad esta historia cercana y presente de textualidades compuestas en la
afirmación corporal y emotiva de la literatura, pero excluidas de la bendición
soberana de lo literario. En esa recomposición que implica un desorden en
el mapa de las jerarquías de lo nombrable en la literatura Cilento y Conde
operativizan una red conceptual que transita desde la literatura marginal a la
literatura marginalizada (que toman del académico portugués Arnaldo Saraiva,
a su vez de Queneau). La “marginalidad”, en cualquiera de las acepciones que
el libro irá proponiendo, siempre remite a una maquetación geográfica para
pensar el “campo literario”: la disposición casi urbana de la literatura, con sus
lujosos centros canónicos, protegidos en la infraestructura prestigiosa de la
industria del libro, objeto-torre, sus barrios residenciales, autogestivos o
independientes, progresistas, y sus extensas barriadas excluidas, villas
mayoritarias, obreras hacedoras del prestigio al que no acceden, a la
intemperie de la editorial o la revista que solicita, orales, sobreimpresas,
recicladas, voluntariosas, laburantes. Proponen, acaso, una productividad del
mapeo: “En rigor de verdad, no es mucho lo que se aprovechan estos mapas
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de posiciones enfrentadas como espacie de cruce e intercambios entre centro
y periferia, entre consagrados y emergentes”.
Son esos territorios los que caminarán Cilento, Conde y Gabriela
Fernández, Paula Labeur y nica Bibbó, las tres investigadoras que
completan la mina de autores, tocando los timbres de deshabitadas casas
antiguas o haciendo sonar la campana de pobladas escuelas de barrio. “El
libro” así se llama la introducción que firman Cilento y Conde para
Textualidades alternativas anticipa la voluntad de hallar el “valor diferencial”
de estas tierras conurbanas de la ciudad literaria. En ello se iuna pregunta
por los “mecanismos de legitimación a través de operaciones literarias y
extraliterarias para la validación o la exclusión de obras, autores y géneros–”,
extendiéndose sobre una “óptica revisionista” que trace las continuidades de
las textualidades marginadas que someten a su arqueología, las del pasado con
producciones actuales, en proceso. El quinteto de escritoras y escritor
cuentan con un aparato crítico (epistemológico, metodológico, ético) que los
pondrá a ubicar los linajes de lo que cuesta someter a la investigación
genética. Lo literario sí, ya está ordenado, y aunque las estanterías cada tanto
varíen y los títulos muden sus lugares, el circuito de coordenadas de lo legible
está trazado: el inconsciente crítico”, dice Saraiva. Pero esa gran aldea de la
literatura es un idealismo acechado por las inflexiones lectoras (que siempre
son nuevas maneras de escribir) y las demografías textuales se deforman,
comercian con otros valores, se pierde o se gana prestigio en paritarias
estéticas, se entiende bajo otros regímenes de experiencia. Y en esas otras
lecturas, en esas que no se pretendían, o si se pretendían, no se pretendían
tan libres ni monstruosas en la normalización distintiva que Lo Literario
ejerce sobre la circulación de textos, surgen otras escrituras. Es el tránsito de
ida y vuelta entre maneras de leer y maneras de escribir marginales y
marginalizadas lo que, finalmente, hace de Textualidades alternativas una
tentativa hermenéutica de las creatividades (lectoras, escritoras, enlazadas en
sus deseos recíprocos) excluidas: formas de imaginar lo literario, de pensarlo y
de recrearlo.
Textualidades alternativas comienza por el repaso por estos “fenómenos
genéricos que se elaboran al margen de los códigos literarios
institucionalizados” y requiere, tal como anticipamos, de la presentación de
una metodología crítica y de un sustento teórico. Desarrollan Cilento y
Conde, en el primer artículo dedicado al encuadre conceptual (La categoría
de literatura marginalizada. Evocación y provocación de un concepto”), las
nociones de literatura marginal y literatura marginalizada. La voluntad de politizar
las disposiciones canónicas de lo literario exuda aún en la prolija prosa
académica de los autores, una lengua revuelta pero contenida que sugiere la
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necesidad de movimiento. Cilento y Conde escribieron explícitos: “definir la
literatura marginalizada desde los sectores en general, académicos que han
tenido la prerrogativa histórica de ponderar sus valores requiere exponer y
examinar bajo una luz crítica sus instrumentos y su propia idiosincrasia,
descubrir mecanismos de defensa y un recelo frente a la contaminación que
aparecen, de este modo, como limitaciones serias de las instituciones y de sus
miembros”. Son ellos además autores de dos investigaciones arqueológicas
fascinantes: “De la ficción breve al cuento/de la revista al libro. Los rescates
selectivos” de Laura Cilento y “El Novísimo diccionario lunfardo en las
páginas policiales de Crítica (1913-1915). Un folletín a pura literatura” de
Oscar Conde.
La “literatura marginal” se refiere a un extenso corpus de reciente
recomposición sociológica que fue nombrado de las más diversas maneras:
“literatura popular”, “baja literatura”, “paraliteratura”, “literatura de la clase
subalternas”. La adjetivación necesaria es decir, la imposibilidad de referirse
a estas textualidades alternativas como literatura a secas hace recordar a los
debates alrededor de la literatura infantil; cuando se piensa en las formas y
los contornos de la “literatura marginal” tanto como en los de la “literatura
infantil” un lector demasiado arquetípico parece encandilar los debates
textuales: el Niño, el Adolescente, el Pueblo, todos figurones a los que la
literatura tendría que amoldarse, renunciando a su capacidad expresiva. Esto
no es azaroso: tres de los artículos de Textualidades alternativas se ubican en los
debates pedagógicos, tomando a la escuela como una maquinaria de
textualidades novedosas, pero sin prestigio. En “El teatro en el canon escolar:
relevamiento y análisis de dos colecciones de libros”, Gabriela Fernández
indaga el estatuto del género dramático en el canon escolar y su
marginalización con el privilegio por la narrativa. A partir de las colecciones
GOLU de Kapelusz y Leer y Crear de Colihue, colecciones que expresan dos
momentos de la didáctica disciplinar de la literatura, se muestra que, sin
embargo, no hay registro de movimientos interesantes en la selección de los
corpus (típicamente hispanistas), mostrando cleos de resistencia que
obturan nuevos pensares didácticos en torno al texto teatral. “Del diario
mural a la web: la producción literaria en internet de escuelas secundarias de
la Provincia de Buenos Aires (2006-1014)” de Paula Labeur y “Nuevos
modos de leer y escribir en la escuela” de Mónica Bibbó son dos
investigaciones que proponen, en sus sintaxis particulares, novedosas
pedagogías de la escritura y la lectura ligadas a plataformas literarias que
desestructuran la gramática de la enseñanza literaria tradicional. Asomándose
sobre el precipicio de lo virtual, como hacía Ong cuando observaba los
fondos de las oralidades del mundo, las autoras proponen una nueva escucha
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para capturar el valor de nuevas textualidades que desafían a la docencia pero
que podrían ser vivencias enriquecedoras para articular estas experiencias
digitales con la historia literaria y sus categorías.
Libro necesario, aunque raro y un poco marginal él mismo, Textualidades
alternativas se trata acaso de la voluntad de trazar una genealogía que ubique
en un cuadrante de legibilidad estas textualidades que han sido despojadas,
por ser apenas la sutura del canon, de una intervención lectora, crítica.