Paredes, “Sobre Ficciones de pueblo… Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 1 / Noviembre 2023 / pp. 248-254 251 ISSN 3008-7619
El gobernante –como el príncipe en Maquiavelo o el pastor en Tecnologías del yo
de Foucault– hace posible el pueblo, el conjunto, la muchedumbre, y ésta tiene
por función celebrarlo y acompañar. Con todo, también se constituye como
pueblo criollo, dado que a pesar de percibirse como parte del Imperio español,
se realiza ya desde una configuración local y americana.
En el segundo capítulo estudia la poesía gauchesca de la década de 1810,
haciendo foco en los cielitos patrióticos; forma poética de la que Bartolomé
Hidalgo (1788-1822) fue referente. Pisano sostiene que en esta década la
concepción del significante “pueblo” sufre una reconversión a partir del
espacio disponible que deja la ausencia del monarca (Pedro de Cevallos o
Fernando VII). Desde la voz comunitaria del cielito, el pueblo empieza a
desplazarse desde su lugar periférico hacia el centro del discurso de la política:
[El cielito] Propone, y esto es un gesto más radical para la época, al gaucho como
parte del pueblo gracias al artificio mismo del uso de la palabra del otro. El
letrado no le da la voz, sino que construye el marco ficcional para que la voz
emerja y, circunstancialmente, el potencial público plebeyo que se identifica
con lo que oye-lee se asuma parte de ese mundo en común. (Pisano, 2022: 192)
Los cielitos integran al bajo pueblo como parte de las promesas de igualdad
y libertad en torno al Sol de Mayo y, desde ahí, empieza a hacerse inteligible
o, retomando a Rancière, adquiere un nuevo capital en el reparto de lo
sensible. De esta forma, Pisano sostiene que estos discursos delinean una
ficción de pueblo cívico. Él lee en versos como “Aquí no hay centros ni coronas/
Ni tampoco inquisición/ Hay puros mozos amargos/ Contra toda
expedición” que Hidalgo cantaba en 1819, como un doble movimiento, a
partir del cual se desplaza a España como centro de un imaginario político, a
la vez que integra al bajo pueblo a los ideales de la ilustración.
El siguiente capítulo se aboca al teatro gauchesco de todo el período
estudiado (de 1776 a 1835), donde Pisano encuentra cuatro obras gauchescas:
El amor de la estanciera (1780-1790), El valiente fanfarrón y criollo socarrón (década
de 1800), Las bodas de Chivico y Pancha (1826) y El detalle de la Acción de Maipú
(1818). La serie teatral tan poco estudiada, afirma Pisano, plantea la
posibilidad de nuevas intertextualidades, imaginarios de lo cotidiano-
gauchesco, y puede funcionar como puente para nuevas lecturas. Mientras
las tres primeras obras retoman el teatro español de la época y proponen una
trama familiar, construyendo una cotidianeidad rural y la posibilidad de una
ficción de pueblo matrimonial, El detalle de la Acción en Maipú se aproxima al
ideal de un pueblo cívico, a partir de la narración de un soldado gaucho
narrando la batalla revolucionaria.