Añón, “Archivos digitales…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 2 / Noviembre 2024 / pp. 5-33 13 ISSN 3008-7619
primero, en vida del autor), y que hegemonizaron una mirada mestiza cuz-
queña sobre el pasado incaico y el evento de la conquista, la mayor parte de
estas crónicas mestizas permaneció perdida u olvidada, y fue “redescubierta”
a partir del siglo XIX, cuando resultaban útiles para conformar identidades
nacionales que rechazaban la experiencia colonial y postulaban un “rescate”
de personajes e historias prehispánicas o relatos épicos de la conquista. No
se trata, stricto sensu, de voces de la plebe, pero sí de voces subalternas, que
negocian su enunciación con los géneros (la historia, la crónica) y la lengua
(el castellano) imperiales, movidas por la pulsión polémica y la fe en la per-
formatividad de la escritura que atraviesa el archivo cronístico del siglo XVI.
En las numerosas capas que constituyen las voces subalternas de este
archivo, persisten, aún más en los bordes, las voces racializadas y marcadas
por la desigualdad de género. Me refiero a las voces de indígenas, esclaviza-
dos/as africanos/as, mujeres del común (es decir, no nobles) que también
hablan en el archivo, aunque la posibilidad de escucharlas fuera remota hasta
unas décadas atrás. ¿Dónde hablan? En géneros diversos, mediados y con-
trolados: la epístola (en especial, las cartas privadas), el discurso legal (en el
que descuellan los juicios por hechicería y por sevicia, interpuestos en general
ante tribunales eclesiásticos), los testamentos. En todos ellos adquieren ese
nombre y esa voz a la que se refiere El Jaber en relación con la plebe, a veces
de modo contingente, otras, articulando una enunciación propia, como en las
epístolas, por ejemplo (Añón, 2018). En cualquier caso, la materialidad de
estas voces suele resultar esquiva para el investigador: relegadas a legajos he-
terogéneos, con criterios de clasificación cronológicos o a partir del lugar de
procedencia de los documentos (las Audiencias, por ejemplo), el proceso de
leer en reversa, de escuchar estas “voces bajas” (Guha) requiere visitar esos
archivos, consultar innúmeros papeles diversos, buscar hojas sueltas, prestar
atención al equívoco: a veces estas voces aparecen mezcladas en los legajos
más inverosímiles, o reunidas entre documentos dispersos con el nombre de
“Indiferente general”, como ocurre en el Archivo General de Indias de Sevi-
lla, por ejemplo (Añón, 2023).
Se trata, en los casos hasta aquí referidos, de sujetos coloniales que son
sujetos populares, es decir, subjetividades inscriptas en los textos a partir de
una tensión constitutiva, de una negociación con la normativa de la ley y con
la dimensión de lo que puede ser dicho en un estado del Archivo (Foucault,
2002). Estas voces bajas, escurridizas, que habitan esos bordes, ven replicada
la desigualdad que constituye su enunciación en la materialidad misma del