Link, “Filología ataca…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 2 / Noviembre 2024 / pp. 172-182 172 ISSN 3008-7619
FILOLOGÍA ATACA DE NUEVO
por
Daniel Link
Universidad de Buenos Aires Universidad de Tres de Febrero
Catedrático y escritor. En la UBA dicta cursos de Literatura Mundial y Comparada y coordina la Cátedra de Estu-
dios Filológicos Latinoamericanos “Pedro Henríquez Ureña”. En UNTREF dirige la Maestría en Estudios Litera-
rios Latinoamericanos y el Programa de Estudios Latinoamericanos Contemporáneos y Comparados. Ha editado la
obra de Rodolfo Walsh (El violento oficio de escribir, Ese hombre y otros papeles personales). Fue beca-
rio del CONICET y de la Fundación Guggenheim. Ha dictado conferencias y cursos de posgrado en las universidades
Birkbeck College (Londres), Brno (República Checa), Humboldt (Berlín), NYU (USA), Olomouc (República
Checa), Penn (USA), Princeton (USA), Rosario, UFSC, UFF (Brasil) y Valencia. Su obra ha sido parcialmente tradu-
cida al portugués, al inglés, al alemán, al francés, al italiano. Sus últimas investigaciones se enmarcan en una concepción de la filología como
disciplina de la vida y en el anarchivismo como práctica específica de la arqueología de los discursos y saberes
Contacto: dlink@untref.edu.ar
ORCID: 0000-0002-4650-4613
DOI: 10.5281/zenodo.14069438
ANTICIPOS
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El encuentro. Se me ha encomendado que escriba un prólogo para este libro
que el lector tiene en sus manos.
1
Quisiera subrayar que es un libro precioso
y extraordinario y nada más, pero entiendo que los protocolos me obligan a
explique por qué. Como nadie en su sano juicio sospechará alguna sabiduría
de mi parte en relación con el vasto dominio de María Inés Palleiro, espero
que se entiendan estas palabras mías como un testimonio de un encuentro
feliz entre dos personas que han tratado de pensar asuntos similares, pero en
territorios muy diferentes. Un encuentro feliz que nos permite suturar esos
territorios y atravesarlos con la algarabía de quien ama los puentes y los me-
dios de transporte (me refiero a mí, pero intuyo que María Inés, que ha reco-
rrido el país entero en busca de historias, también abrazaría esas metáforas
para su propia actividad).
Con “Irás y no volverás.Cuentos Maravillosos de la Cultura Tradicional Argen-
tina, María Inés Palleiro completa un trabajo de décadas, organizado alrede-
dor de dos prácticas cuya pertinencia hoy se nos impone con renovada ur-
gencia: la escucha y la comprensión.
Como sabemos, William John Thoms (1803-1885) impuso un nombre
para una de las tantas prácticas filológicas por entonces vigente: folk-lore.
Dos son las obsesiones de su carta a Athenaeum: en primer término, salvar de
la inminente desaparición “los usos, costumbres, prácticas, supersticiones,
coplas y proverbios antiguos”, “mediante dedicación oportuna”. En segundo
término, que no le roben el nombre que ha creado (“no olvide que yo reclamo
haber introducido el término folk-lore”), reserva repetida en la postdata (“ad-
vierta a los señores A, B y C, de modo que no traten de anticipárseme”).
Más allá del simpático temor al robo intelectual (que todos padecemos
en mayor o en menor grado), perdedor en la batalla contra la generosidad de
poner en marcha un vasto proyecto, lo que hay que subrayar de la carta es el
compromiso vital que encierra (“estoy interesado personalmente en el éxito
del experimento”) con un conjunto de saberes (lore) de los cuales se puede
aprender (to learn).
Me atrevo a decir que las indagaciones de María Inés Palleiro están do-
minadas por el mismo compromiso: se ha jugado la vida en la recopilación
1
El presente texto constituye el prólogo del último libro de María Inés Palleiro, titulado “Irás y no volverás”.
Cuentos Maravillosos de la Cultura Tradicional Argentina, publicado por La Bicicleta en 2023. Se reproduce
aquí con la autorización de las autoras.
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de los relatos populares, de los cuales este volumen elige los de tinte maravi-
lloso pero, además, ha desarrollado una escucha para aprender de ellos, para
comprenderlos en su movimiento y en su sabiduría.
Maldita filología. S/Z de Roland Barthes comienza con unas palabras des-
alentadoras:
Se dice que a fuerza de ascesis algunos budistas alcanzan a ver un paisaje
completo en un haba. Es lo que hubiesen deseado los primeros analistas del
relato: ver todos los relatos del mundo (tantos como hay y ha habido) en una
sola estructura: vamos a extraer de cada cuento un modelo, pensaban, y luego
con todos esos modelos haremos una gran estructura narrativa que revertire-
mos (para su verificación) en cualquier relato: tarea agotadora (“Ciencia con
paciencia, El suplicio es seguro”) y finalmente indeseable, pues en ella el texto
pierde su diferencia (2004: 1).
Es un comienzo raro, porque parece recusar algo que luego S/Z abraza: la
paciencia (y el suplicio) de leer paso a paso un texto. En todo caso, Barthes
está rechazando el ejercicio de clasificar los innumerables relatos existentes
para crear unos moldes (cuyo vehículo es un index) del cual todos los relatos
posibles serían su manifestación. Volveremos sobre el punto, pero es impor-
tante subrayar que Barthes no recusa a la filología sino que la redefine en una
dirección diferente a la del positivismo que la ha dominado (su polémica con
Picard es ejemplar en ese sentido). Barthes se coloca en Crítica y verdad en una
tradición disciplinar respecto de la cual formula sus reparos:
[…] nadie ha discutido ni discutirá jamás que el discurso de la obra tiene un
sentido literal del cual, en caso necesario, nos informa la filología; la cuestión
consiste en saber si tenemos o no el derecho de leer en ese discurso literal
otros sentidos que no lo contradigan; a este problema no responderá el dic-
cionario sino una decisión de conjunto sobre la naturaleza simbólica del len-
guaje (2005: 14).
Roland Barthes no le niega a la vieja diosa casada con Mercurio ninguno de
sus poderes (“La filología, en efecto, tiene por tarea fijar el sentido literal de
un enunciado, pero carece de todo poder sobre los sentidos segundos” (2005:
47)) pero, por la vía de la connotación, es decir, de la hermenéutica a la que
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sus deberes conyugales obligan a Filología, quiere ir más allá. Ese más allá es
la ciencia del Texto o la semiología del Texto de la cual S/Z será, muchos
años después, un monumento (del método post-filológico, habría que agre-
gar, con su ralentí y su efecto de pausado de la lectura, con sus balbuceos, sus
pliegues y despliegues), anunciado ya en 1966:
La ciencia de la literatura tendrá por objeto determinar no por qué un sentido
debe aceptarse, ni siquiera por qué lo ha sido (esto, repitámoslo incumbe al
historiador), sino por qué es aceptable, en modo alguno en función de las
reglas filológicas de la letra, sino en función de las reglas lingüísticas del sím-
bolo (2005: 60).
En la perspectiva de Barthes, que pone en crisis de verdad a la crítica, la filo-
logía es el punto de partida para una indagación que permita proponer senti-
dos aceptables (en el sentido de la lingüística formal y no de las preceptivas)
para un texto cualquiera porque “la función de la obra no puede consistir en
sellar los labios de aquellos que la leen” (2005: 67).
La gramática general del texto (que estará lista recién en 1970: S/Z) “no
está bien descrita si todas las frases no pueden explicarse en ella; un sistema
de sentido no cumple su función si todas las palabras no pueden encontrar
en él un orden y un lugar inteligible (2005: 68).
Al haber rechazado el positivismo propio de la antigua Filología, Bart-
hes anuncia una nueva filología, una posfilología que vuelve a nosotros, en
tiempos de globalización, desde el fondo de las eras, después de Barthes, de
Foucault y de Deleuze,
2
que la recuperaron de los balbuceos de Nietzsche, el
filólogo loco.
Desembarazada de toda ilusión positivista y causalista e incluso libre
del peso muerto de una humanidad exhausta, la posfilología por venir es una
filología atenta a la escucha y al tacto de lo que en el texto (y también en las
imágenes) vive todavía: una chispa de vida, una fricción oculta en un pliegue,
2
“Por definición anti-estructural, la filología no podía abandonar al hombre, considerado por las co-
rrientes anti-humanistas que aparecen en la década de 1960 como un artificio que enmascara las realida-
des tangibles generadas por estructuras profundas. No podía, tampoco, acomodarse a la célebre declara-
ción de Foucault en Las palabras y las cosas (1966): hoy en día no podemos sino pensar el vacío [vide] del
hombre desaparecido, en Duval, Frédéric, À quoi sert encore la philologie? Politique et philologie
aujourd’hui” (2007).
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la relación táctil entre el ojo (o la respiración) del que ha escrito y el ojo (o la
respiración) del que lee y mira.
3
María Inés Palleiro adopta la misma posición de reconocimiento y sos-
pecha respecto del aparato conceptual más tradicional de la filología y el fol-
klore y por eso desea que el “indispensable aparato conceptual no llegue a
opacar el encanto ni la vitalidad de los cuentos”.
Por eso, al mismo tiempo que adopta “un criterio émico, basado en la
clasificación dada por los propios narradores a sus propias versiones como
«cuentos», «casos», «leyendas u otro tipo de narraciones» subraya el vitalismo
utópico de esas ficciones que no tienen tanto el objetivo de agradar sino de
enseñar sobre el con-vivir y el sobre-vivir:
4
Estos cuentos son un verdadero tesoro de nuestra cultura y de nuestra iden-
tidad y, detrás de este mundo de reyes y princesas que nos abren ventanas
diferentes a las de nuestro día a día, nos dicen ades algo acerca de quiénes
somos, de quiénes podemos ser y de cómo no detenernos ante los obstáculos
para, a pesar de todas las adversidades, llegar a vivir felices como los héroes
y las heroínas de los cuentos.
Es por eso que, pensando su propia práctica, María Inés no puede ignorar
los momentos post de la disciplina y es por eso que introduce las perspectivas
de género (sí: hay un folklore feminista así como hay una filología queer), las
perspectivas poscoloniales y las prácticas decoloniales.
3
Alonso, Amado, Poesía y estilo en Pablo Neruda ([1940]1968): Las palabras, además de ser unidades de
sentido, tienen un peso somático, requieren una representación sensible de ellas mismas, con su propio
sonar, y sobre todo, con la obligada actividad orgánica para producirlas. No hablo aqde la actividad
de la mano al escribirlas, me refiero a la actividad de nuestro organismo entero al hablarlas, y en especial
a la acción de los órganos articuladores, que, aun en la representación silenciosa de la palabra viva, es-
quematizan el trabajo productor. Al pensar una frase, nuestro organismo hace las palabras: la lengua no
recorre físicamente todos sus caminos, pero ahí está dibujado el trayecto en un embrión de movimiento;
los labios apenas se mueven o no se mueven nada, pero los labios son sensibles al movimiento que se
les exige, el soplo no sale con las crestas y llanos de intensidad que llamamos sílabas acentuadas o in-
acentuadas, pero el pecho, la garganta y la boca sienten en fisiológicamente esas alternancias. Todo
esto es materia; mínima materia en los versos que el poeta piensa silenciosamente al escribir su poema,
mucho menos materia que en la recitación efectiva”.
4
Tomo las nociones de Ette, Ottmar. “Literaturwissenschaft als Lebenswissenschaft” (2015).
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Clases. La más famosa (y la más usada) clasificación de relatos populares (a
la que seguramente aludía Roland Barthes) es la de Aarne-Thompson, luego
revisada y perfeccionada por Hans Uther.
Kaarle Krohn y Antti Aarne distinguieron tipo de versión y variante: los
relatos cuyas semejanzas son mayores que sus diferencias pertenecen al
mismo cuento tipo, pero si presenta variaciones importantes se llama variantes
del tipo. Ambos defendían la existencia de un arquetipo por cada cuento tipo,
la forma primigenia de la que proceden todas las versiones posteriores y con
existencia histórica (seguían, en ese sentido, como explica María Inés Palleiro,
las mismas hipótesis de la ecdótica y la stemmática).
Thompson diferencia el tipo del motivo, que vendría a ser el elemento
común presente en toda la tradición. Expone tres clases de motivos (y aquí
comienzan los problemas): los actores de la fábula, los elementos que ayudan
al desarrollo de la historia (objetos mágicos, creencias), incidentes aislados,
que constituyen la clase más abundantes (son, para decirlo de otro modo,
irreductibles). El desafío principal a la hora de hacer una clasificación reside
en ordenar aquellos cuentos que presentan una serie de varios motivos, y
diferenciar cuáles de estos motivos son los principales y cuáles los accesorios.
A los tres grupos principales de cuentos (cuentos comunes u ordinarios,
cuentos de animales y cuentos humorísticos), Aarne-Thompson añadieron dos
nuevos grupos: los cuentos de fórmula y los cuentos que no se pueden incluir
en ninguno de los grupos anteriores. Estamos, ya, en el territorio del “Em-
porio celestial de conocimientos benévolos” o, lo que es lo mismo, en el
punto de partida de Las palabras y las cosas de Foucault (que nace de aquel
texto de Borges).
Lo que se verifica, tanto en el salto posfilológico de Barthes como en
la risa que desata la demolición borgeana de las clasificaciones y los reperto-
rios, es una impugnación de los trascendentales como vigías fijos de la prác-
tica humana.
Vladimir Iakovlevich Propp, si bien reconoce el carácter práctico de la
clasificación de Aarne, cuestiona la utilidad del repertorio de tipos fijos en
Morfología del cuento (1928):
Si cuando se trata de división por categorías encontramos dificultades, con la
división por temas entramos ya en el caos completo. [...] Los cuentos tienen
una particularidad: sus partes constitutivas pueden trasladarse sin ningún
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cambio a otro cuento. [...] Recordemos que ningún principio preside la elec-
ción de los elementos determinantes. Dada la ley de la permutabilidad, es
lógicamente inevitable que la confusión sea total (2014: 15).
Propp se propone reducir el desbarajuste del inventario de Aarne mediante
una identificación de los elementos primarios en forma diferente a como lo
hace él (2014: 24). La Morfología del cuento propone un estudio de las formas
y el establecimiento de las leyes que rigen su estructura (2014: 5).
5
Como se comprende muy rápidamente, lo que se juega en ambas pers-
pectivas es bastante decisivo (y tiene profundas consecuencias, como vere-
mos más abajo, en la definición misma de lo popular): o hay trascendentales
(es lo que el modelo ATU propone), que luego los relatos sencillamente ac-
tualizan, o todo se juega en un plano de inmanencia donde sólo se pueden
localizar funciones morfológicas que definen la estructura del relato.
Por supuesto, estas tensiones no escapan a la aguda inquisición de Pa-
lleiro, quien retoma a Mukařovský para proponer una de las nociones más
poderosas del libro:
Desde una perspectiva formalista, Jan Mukařovský (1977) describió la estruc-
tura del mensaje folclórico como un mosaico textual, formado por la adición
de detalles heterogéneos, siendo estos detalles las unidades semánticas básicas
del arte folclórico. Subrayó la relevancia de esos detalles aparentemente irre-
levantes, unidos entre sí por la mera adición de elementos, sin ningún meca-
nismo de subordinación ni un vínculo causal aparente. [...]
Esta clasificación mediante matrices pone de relieve la estructura
abierta del cuento popular, permeable a los cambios contextuales, muchos de
los cuales se introducen en el discurso narrativo por medio de tales detalles.
5
Recientemente, Natalia Cantero Atenza ha propuesto una confrontación entre ATU y Propp a partir
de un análisis particular: “Las clasificaciones de los cuentos: el catálogo ATU vs. la morfología de Propp.
Un caso práctico” (2019).
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Esa sintaxis de heterogéneos es imposible de normalizar en un repertorio
ordenado y requiere de un salto hacia adelante, que el libro de María Inés
decide dar:
Mi propuesta de ordenamiento de los relatos apunta a destacar la relatividad
en la clasificación de géneros literarios folklóricos, a partir del concepto de
“matriz”.
Mi propuesta, que no ignora la indiscutible productividad de la clasifi-
cación temática elaborada por Aarne-Thompson-Uther, surgida a partir de
una tarea de comparación de textos y colecciones, se opone a toda clasifica-
ción jerárquica tendiente a establecer una relación genealógica entre tipo y
versión, y considera la matriz como un constructo textual a posteriori, es decir,
como un instrumento operativo surgido de la confrontacion de realizacio-
nes narrativas concretas, que sirve como pre-texto de itinerarios múltiples que
no guardan entre sí relación jerárquica alguna. Como ya anticipé, el concepto
de matrizagrega a los parámetros clasificatorios de tema elementos de es-
tructura compositiva y estilo de los relatos, tomados de la caracterizacion
adoptada por Mijail Bajtin (1982) para delimitar los géneros de discurso.
Lejos de los trascendentales, el “modelo-Palleirointroduce la noción clave
de matriz (discursiva, narrativa, folclórica) respecto de la cual se precisan ver-
siones, variantes y, lo que es todavía más decisivo, “itinerarios de dispersión”.
Ya se ve que, lejos de los mojones pétreos de la clasificación numerada
de ATU, lo que María Inés propone es una matriz móvil, un campo o red de
dispersión donde pueden trazarse itinerarios que explicarían ya no la gramá-
tica universal de los motivos populares-maravillosos sino más bien las líneas
de expansión, préstamo y adopción de temas, estilos discursivos y estructuras
compositivas (lo que en el campo del análisis cultural ha sido llamado “trans-
culturación”).
6
Las regularidades constituyen epistemes, formaciones discursivas o ar-
chivos. Pero nunca se trata de superficies vacías o cerradas sobre si mismas
sino de figuras tridimensionales y viles, horadadas por terrores y deseos
que pasan de comunidad en comunidad, no para repetir el mismo archivo,
6
He aquí una nea de dispersión que yo mismo me siento obligado a investigar ahora que tengo los
instrumentos que María Inés me regala. Mi abuela morava me contaba cuentos cuando yo era chico.
Muchos años después, ya estudiante de Letras, descubrí que algunos de ellos habían sido retomados por
Chaucer en Los cuentos de Canterbury, que (por supuesto) mi abuela ignoraba totalmente. ¿Seré capaz de
reconstruir esa línea de dispersión de un relato que llegó dos veces a mi vida?
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corroborando la validez del modelo, sino para proponer nuevas mezclas, una
síntesis disyuntiva:
Esa pluralidad, recreada en los cuentos maravillosos, es el resultado de la
mezcla de muchas otras culturas europeas, asiáticas, africanas y otras, mez-
cladas con tradiciones indígenas que muestran una unidad en la diversidad.
Pueblo. Todo esto tiene profundas consecuencias en relación con el sentido
mismo de la práctica folklórica que, si es una indagación de los saberes del
pueblo, de sus prácticas y sus rituales, enfrenta la misma tensión entre tras-
cendencia e inmanencia. ¿Es el pueblo una figura plena, estática y extática o,
por el contrario, es un significante vacío que se llena cada vez de propiedades
nuevas? ¿Es el Pueblo el sujeto de la política o, por el contrario, es la masa
de excluidos de toda decisión?
Más allá del interés propiamente disciplinar de la extraordinaria recopi-
lación realizada por María Inés Palleiro, resuenan en ese trabajo preguntas
inquietantes:
La primera pregunta que surge al encarar una edición de cuentos maravillosos
recogidos hace algunos años, actualizados con una mirada nueva, es: ¿por qué
los cuentos maravillosos, hoy? ¿Siguen vigentes? ¿Todavía hoy nos interpe-
lan? Y si lo hacen, ¿cómo y por qué?
¿Cómo y por qué nos interpelan los cuentos maravillosos? ¿Y en qué
nos convertimos en tanto interpelados por esos cuentos? Yo creo, junto con
María Inés, que esos cuentos sostienen y piensan ideas de pueblo: ¿qué cosa
es un pueblo (comunidad, nación, “mundillo”)? ¿Cuál es su relación con la
clase y con la raza? ¿Cómo afecta a nuestro cuerpo (a nuestra vida) una rela-
ción tan intensa como la escucha de historias que parecen muy alejadas de
nuestra cotidianidad?
Le cedo la palabra, por última vez, a María Inés Palleiro, que ha sabido res-
ponder estas preguntas con gran delicadeza:
Más allá de toda consideración analítica, estos cuentos populares, narrados
tanto por jóvenes como por mayores, por niños, padres y abuelos, son senci-
llamente deliciosos, por su espontaneidad y frescura, que no elude la comple-
jidad de su estructura y trabajo retórico. Se trata, sobre todo, de una invitación
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a disfrutar de los cuentos populares argentinos, que primero fueron narrados
oralmente y que tuvieron en su origen una dimensión somática. Invito así a
cada lector a imaginar las voces y los cuerpos de los narradores argentinos, y
a acercarse a los cuentos no sólo como quien lee sino también como quien
escucha. La principal tarea del folclorista es, de hecho, escuchar, porque cada
cuento popular cuenta algo sobre la identidad de un grupo local. Estos cuen-
tos populares dicen algo sobre quiénes son los argentinos y cómo es la plural
cultura argentina.
El trabajo de Palleiro, que empieza como un trabajo de campo y de trashu-
mancia, de recolección y de escucha amorosa, pasa luego al gabinete donde
la escolástica universitaria aporta sus luces y sus sombras y termina en una
invitación (una interpelación) a imaginar las voces y los cuerpos, a imaginar
identidades y abandonarse a las múltiples moradas de la cultura (nacional o
regional).
No hay unidad sin contradicciones, ni dentro de los relatos maravillosos
(que han sido postulados como la resolución imaginaria de conflictos imagi-
narios) ni fuera de ellos, porque habitamos no un mundo homogéneo, sino
un espacio ocupado por “mundillos”. Cada uno de ellos ocupa un lugar en
una matriz temática, compositiva, estilística y cada uno de ellos sigue ciertas
líneas de dispersión.
María Inés Palleiro nos invita a imaginar un pueblo, una comunidad de
destino no como ideas abstractas sino como formas de vida encarnadas, con
su propia voz y sus imaginaciones y sus hipótesis. ¿Cómo no agradecerle esa
invitación y cómo no celebrar este encuentro nuestro al costado del camino?
General Rodríguez, 5 de mayo de 2023
Bibliografía
ALONSO, AMADO. Poesía y estilo en Pablo Neruda. Buenos Aires: Sudameri-
cana, 1968.
BARTHES, ROLAND. S/Z. Buenos Aires: Siglo XXI, 2004.
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CANTERO ATENZA, NATALIA. “Las clasificaciones de los cuentos: el catá-
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teratura, Vol. LXXXI, núm. 162, 2019.
DUVAL, FRÉDÉRIC. À quoi sert encore la philologie? Politique et philolo-
gie aujourd’hui”, Laboratoire italien, núm. 7, 2007.
ETTE, OTTMAR. “Literaturwissenschaft als Lebenswissenschaft”. En Ette,
Ottmar y Ugalde Quintana, Sergio (eds.). La filología como ciencia de la vida.
Ciudad de México: Universidad Iberoamericana, 2015.
PROPP, VLADIMIR IAKOVLEVICH. Morfología del cuento. Madrid: Akal, 2014.