Scappini, “León Cadogan” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 2 / Noviembre 2024 / pp. 193-202 196 ISSN 3008-7619
conocimiento del mundo rural y campesino al cual él mismo pertenece, Ca-
dogan restablece el entramado de los tejidos culturales que históricamente
unen a los mundos indígena y campesino, de alguna manera aislados y mar-
ginados por un proyecto de nación homogeneizante, políticamente condu-
cido desde la colonia.
No se autodesignaba antropólogo, ni etnógrafo, si bien a eso se dedi-
caba: “yo me considero recopilador de leyendas”, decía, y estudioso del gua-
raní. Había sido iniciado, en su niñez, en las tradiciones y creencias campesi-
nas por el joven Agüero, personal de sus padres.
En primer lugar, su meticulosidad en la búsqueda de la traducción de
los conceptos del pensamiento guaraní, intentando una fidelidad máxima de
fondo y forma, lo lleva a una revisión exhaustiva de Antonio Ruiz de Mon-
toya, referencia del guaraní jesuítico escrito, cuya obra consideraba inmensa
pero incompleta y sesgada por los procesos de evangelización inherentes a la
colecta de vocabulario indígena. Montoya era para él una fuente de impor-
tancia incontestable, pero su instinto afinado en el campo le soplaba que mu-
cho quedaba oculto. En segundo lugar, desarrolla en sus elaboraciones idas y
vueltas permanentes en las dinámicas propias del cambio y la variación lin-
güística, reflejados en la diversidad tanto geográfica (variación regional) como
histórica (variación diacrónica) del guaraní campesino frente al guaraní indí-
gena, o de las lenguas de los distintos grupos guaraníes entre sí. Ayudado por
sus lecturas de la producción antropológica mundial y, en particular, por
aquellas del área cultural sudamericana, logra dar pistas sutiles de origen, con-
texto de uso, y más de un significado. En su obra se destacan, en este sentido,
el arte de la nota a pie de página, la elaboración de diccionarios (mbya guaraní-
castellano; aché-guayakí-castellano), de léxicos temáticos (toponimia, ono-
mástica, botánica, mitología) y de reflexiones permanentes a partir de lo que
él consideraba la llave de una cultura: su lengua.
La experiencia más agradable que recuerda es cuando descubrió que
palabra y alma son sinónimos para el pueblo guaraní: “el componente espiri-
tual del hombre es su palabra, la palabra siendo a la vez palabra y alma” (Ca-
dogan, 1998: 35). Este acercamiento a la médula de la lengua lo lleva a cons-
truir todo un vocabulario específico, guiado por la dimensión filosófica y me-
tafísica desarrollada por sus interlocutores, cuyas interpretaciones se ven plas-
madas en los escritos con nombre y apellido, rasgos de historia de vida, anéc-
dotas y episodios de investigación narrados... en fin, presentación sucinta de