Roncalla, “El matrimonio…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 3 / Mayo 2025 / pp. 144-159 150 ISSN 3008-7619
penan en la casa actual de la ñusta, entre otros. A lo cual podría añadirse el
reciente relato “El origen de Yucay” de María Lira Dorado, antropóloga
natural de Yucay y sobrina del recordado estudioso Jorge Lira:
Dicen que el Inca había enamorado a una ñusta en Huayllabamba Lugar del amor
Que la había preñado en Chichubamba Lugar donde empreñan
La había engañado en Yucay Engañar
Entonces la ñusta se había escondido en Paka K’illku Calle o lugar de esconderse
Y había dado a luz en la laguna de Wachaq Que pare.
(Lira Dorado, María Luisa y Muñoz Dorado, Camila, 2024: s/p).
Si bien no se puede hablar de una narrativa equivalente a la linealidad literaria,
estos relatos, parte de un repertorio de motivos de larga duración que se
actualizan de diversas maneras sin ninguna versión fija, concatenan
nombres/símbolos inscritos en el paisaje como unidades aisladas solo
aparentemente. Respecto al agua y la irrigación, que corresponden a varios
ciclos de fecundidad y complementariedad femenino/masculino, no hay en
ellos mención al hecho “histórico” de las bodas de la ñusta con un español.
Este no aparece ni en pintura, como se dice en buen peruano. Esta memoria
plasmada en el espacio difiere radicalmente de otra forma de narrar: aquella
de la historiografía, el arte, la literatura oficial y sus representaciones
enmarcadas, cual campo semántico inmóvil y carcelario, por una pintura del
matrimonio de la ñusta Beatriz Coya con un soldado español, sobrino del
fundador de la orden jesuita, que nadie recuerda ser capaz de llevar agua y
dar vida a algún cultivo, y más bien fue parte del yawar mayu río de sangre de
la conquista, al capturar y llevar a la muerte al Inca Tupac Amaru I.
Beatriz Clara Coya era heredera de la corona incaica y tenía derecho a
ingentes tierras en Yucay. Fue nieta de Manco Inca, sobrina de Túpac Amaru
I, e hija del Inca Sayri Tupac y Kusi Huarcay, a quienes se les dio la
encomienda de Yucay luego de que este aceptara salir de Vilcabamba para
morir en circunstancias sospechosas cuando Beatriz era aún niña. Esta niña
fue violada a los ocho años, secuestrada en un convento de monjas clarisas
donde la adoctrinarían para servir a la colonia, y entregada en matrimonio a
un soldado por interés de sus tierras y para legitimar la “nobleza” española
ligada a los jesuitas, quienes con el matrimonio anularían la dinastía Inca y se
presentarían como sus “legítimos” sucesores. El sujeto en cuestión, Martín
García de Loyola –sobrino nieto de Ignacio de Loyola, fundador de la orden