Roncalla, “El matrimonio…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 3 / Mayo 2025 / pp. 144-159 144 ISSN 3008-7619
EL MATRIMONIO DE LA ÑUSTA EN LAS TOPONIMIAS
DE YUCAY (PERÚ) COMO POESÍA CONCRETA
THE MARRIAGE OF THE ÑUSTA IN THE TOPONYMIES OF YUCAY (PERU) AS
CONCRETE POETRY
Fredy Amílcar Roncalla Fernández
Artesano andino postmoderno y escritor independiente. Ha escrito poesía y narrativa trilingüe quechua,
español e inglés. Sus poemas y ensayos han sido publicados en diversos medios impresos y digitales.
Contacto: fredyamilcar@gmail.com
ORCID: 0009-0008-9867-5618
DOI: 10.5281/zenodo.15490208
DOSSIER
Roncalla, “El matrimonio…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 3 / Mayo 2025 / pp. 144-159 145 ISSN 3008-7619
Fecha de envío: 23/02/2025 Fecha de aceptación: 18/03/2025
Poética del espacio
Yucay
Beatriz Clara Coya
Mestizaje
Colonia
La reciente expansión de las prácticas e interés en las poéticas indígenas tanto en artistas indígenas como en la
academia ha llevado a expandir los límites de la tradicional poesía grafocéntrica, y a explorar posibilidades
estéticas del tejido, el ritual, la música, la danza y varias crónicas y testimonios. Pero, si bien en los andes existe
un renovado interés sobre las toponimias, estas aún no han sido consideradas como poética del espacio; tampoco
se ha explorado el modo en que difieren de las prácticas artístico históricas de la ciudad literaria. En torno a
varios relatos sobre el matrimonio de la ñusta en Yucay, Perú, se harán algunos deslines pertinentes a la
fertilidad de las aguas en la toponimia y narrativa oral del lugar en contraste con las pugnas y ambigüedades
del mestizaje, enmarcadas en un cuadro colonial.
RESUMEN
PALABRAS CLAVE
Poetics of space
Yucay
Beatriz Clara Coya
Mestizaje
Colony
ambiguities of mestizaje, framed in a colonial painting.
ABSTRACT
KEYWORDS
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¿En qué difiere la historia inscrita en el paisaje toponímico de pueblos
quechuas e indígenas de otras formas de narrar como las de la literatura e
historiografía de la ciudad letrada? A partir de unos apuntes hechos en la
comunidad de Yucay (Urubamba, Perú) presento algunas breves historias
sobre la figura de la ñusta personaje noble femenino, equiparable a una
princesa a través de cuyo comentario se intentará responder esta pregunta.
Recogí estos relatos en Yucay en 1980, como asistente de investigación
del antropólogo Henrique Urbano en torno a toponimias y genealogías
incaicas. Son parte de un pequeño corpus de hojas sueltas que he mantenido,
luego de entregar el grueso de las libretas de trabajo de campo al Centro
Bartolomé las Casas del Cusco, para no verlas nunca más. Fueron contadas
de forma oral por los pobladores de Yucay y se transcribieron “literalmente”,
tal como las anoté, segmentadas como si fueran versos, en una pequeña
libreta y en el reverso de un poema “espacial” que escribí e imprimí a
mimeógrafo. Décadas después, he leído ese poema sólo de pasada, pero
vuelvo repetidamente a estos apuntes que han sido publicados en línea en la
serie “Transcripción del paisaje (Yucay)” del blog Hawansuyo, que hasta el
momento tiene XIX subcapítulos dedicados a hojas o temas individuales.
1
Para facilitar la comprensión, en este trabajo se han añadido en itálicas
versiones en español de los topónimos. Veamos “La historia de la ñusta”
(Roncalla, 2023: s/p):
Antes había una ñusta llamada Beatriz que
vivía en la primera Plaza. Entonces dos incas querían
casarse con ella y ella les dijo que se casaría
con el primero que hiciera llegar agua a la puerta
de su casa.
El primer inca trató de traer agua desde
Yana Qocha laguna negra a través del cerro Kuntur Tiyana Asiento del cóndor
pero no pudo a causa de un derrumbe que desvió
sus aguas a Wayoqari Varón de Wayu. Por eso es que
tuvo que traer aguas del río, pero se demoró
y llegó tarde.
El segundo inca se fue a Kuyuq Kuchu Rincón movedizo
1
Roncalla, Fredy, Hawansuyo. Poéticas indígenas y originarias. Disponible en línea:
http://hawansuyo.blogspot.com/p/transcripcion-del-paisaje-yucay.html.
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que queda debajo del nevado San Juan Zaragón y
se casó con la ñusta.
La acequia del primer inca bajaba por
la calle principal y llegaba hasta la primera plaza donde
está el palacio de la ñusta. Esta acequia ha sido
tapada cuando hicieron la pista. La acequia del segundo
inca bajaba por la granja y llega a la esquina de la
casa de la ñusta donde anteriormente se unían
ambas acequias.
Alcalde de Yucay
La ñusta vivía en Huayllabamba Lugar del amor
(y pidió que) dijo que se casaría con
Aquel de los dos incas que la pretendían
que hiciera llegar primero las aguas
(a donde vivía) su casa.
El primer Inca sacó aguas del
Vilcanota, y llegó primero. El segundo
Inca quiso traerlas de San Juan.
Como por abajo, al borde del río, el
terreno era más fácil, ganó el
primer Inca. Al saber esto parece
que el segundo Inca suspendió
sus trabajos y el agua se fue
por la quebrada. Las huellas de
la acequia que construyó están
hasta ahora por T’uru Kuntur Condor de barro
Hatun Wayqo Acequia grande, Roq’oyoq Puqro Tinaja con sombrero y
llegan hasta Palpituyoq Lo que tiene pálpito.
(Victor Macías, “La historia de la ñusta”, testimonio recogido el 8 de octubre
de 1980; en Roncalla, 2023: s/p)
En otra historia, signada como “Aguas de la ñusta y Sayri Tupaq”, contada
probablemente por Pancho Gonzales el 13 de agosto de 1980 se relata:
Dicen que hay un pozo que parte de Tiqllabamba Pampa de dos colores (un lugar
con varios andenes) que servía de baño del Inca y donde además
se hacían juegos y diversiones en un corralito (¿ceremonias?). De este pozo
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parten tres ramalitos. Uno se va a Kiswarpata Plano de la planta kiswar, el otro
al palacio de la ñusta y el último al palacio de
Sayri Tupaq. Estos canalitos están enterrados.
(Roncalla, 2022a: s/p)
Estos relatos y referencias a sus topónimos los consideré, por ser
ordenamientos nominales y memoria histórica signados en el paisaje a nivel
simbólico y metafórico, como poética del espacio (Roncalla, 2016), y no se
rigen por los requerimientos lingüísticos, arqueológicos, históricos,
filológicos y dialectales que reclamaría un estudio “científico” de la
toponimia, o en todo caso su comprensión a través del tamiz del español,
como lo plantea el estudioso Rodolfo Cerrón Palomino (2024) cuando
aborda los problemas y métodos interpretativos de la toponimia andina.
Dicho esto, para efectos de este trabajo conviene notar que el pueblo de
Yucay, que es un distrito de la provincia de Urubamba, en el Cusco, tiene dos
plazas que están divididas por una iglesia en las que se ubican las actualmente
existentes casas de la ñusta primera plaza y la de su padre Sayri Tupaq
segunda plaza, como se ve en los símbolos femenino y masculino de la
figura 1. Por otro lado, la campiña se alimenta de un complejo sistema de
irrigación que baja del nevado San Juan, teniendo su contraparte simbólica
en la laguna Yana Qocha, cuyas aguas dan a la quebrada de Wayoqari,
contigua a Yucay.
Sea como fuere, en estos relatos orales podemos notar que:
a) La ñusta consigue la irrigación del valle a partir de la promesa de
matrimonio, motivando la alta ingeniería de riego presente hasta ahora en el
valle de Yucay.
b) Tanto en el origen de las aguas, como en el recorrido de las acequias
(por dos quebradas paralelas que bajan a Yucay, y por dos bandas paralelas
del río Vilcanota), la competencia entre los incas se rige por una dualidad
resuelta en el matrimonio con la ñusta, que es la que decide: es su propia
agencia.
c) A su vez, ya sea por el destino de las aguas desde Tiqllabamba, o por
sus respectivos palacios ubicados en plazas contiguas en Yucay, la ñusta
aparece como complemento dual de Sayri Tupac, su padre.
d) La tradición oral, y su huella en la nominación espacial, remiten a dos
personajes históricos cuya memoria ha sido sedimentada, cual almácigo de
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largo alcance, en el territorio y sus fértiles aguas como memoria arquetípica y
alta poesía.
e) Con algunas variantes, el motivo de la princesa casamentera es
universal, pero es generalmente el rey quien la entrega como trofeo o para
alianza dinástica, cosa que no sucede aquí.
2
g) El origen de las aguas y la irrigación asociado a un personaje
femenino parece encontrarse con algunas variantes en el ciclo de Huarochirí,
la costa peruana y en las culturas Mesoamericanas.
3
Todos estos puntos dan para estudios más rigurosos, sin olvidar que el
motivo de la ñusta tiene otras manifestaciones, incluyendo algunas muestras
de narrativa y poesía “moderna”, como veremos más adelante. Estos relatos
de la ñusta son parte de un amplio repertorio que conecta la densidad
simbólica de los topónimos con yuntas de toros que salen en la luna llena en
Luqmayoq pata Plano de las lúcumas; un venado de oro y un venado de plata
que salen en luna llena en Anta Pacha Lugar de cobre; diablillos que engañan a
borrachos y los dejan en unas espinas al frente del río; patos salvajes y
enfermedades en la laguna de Wachaq Que pare; nubes que se cargan cuando
Yana Qocha Laguna Negra reniega; un cura que flagela el alma errante de un
niño para devolverlo a su tumba; lo no recomendable de llorar cuando muere
una criatura para que no regrese su alma; un arpa que pelea con un ataúd para
defender a un músico; chinganas túneles de extravío que van de la casa de la
ñusta a la de su padre; niños que no deben ser dejados junto a lagunas y
manantiales; ausencia de pistacos degolladores que roban grasa humana en tiempo
de cosecha de maíz y papas porque el nabo elimina la grasa; hileras de piedras
que bajan en dirección al río y se detienen cuando los incas dejan de arrearlas;
aguas del señor y la virgen que al juntarse son remedio; un cuarto donde
2
El poeta quechua cusqueño Isaac Soto Gamarra (comunicación personal) dice que el Inca Orcco
Huaranca tuvo una hija llamada Pitusira que en su momento fue pretendida en matrimonio por los
guerreros Sahuasiray y Ritisiray. Y dijo que la daría en matrimonio a quien haga llegar agua a sus terrenos.
Ganó Sahuasiray, que trajo las aguas desde una montaña. Pero Pitusira ya amaba a Ritisiray y una noche
de lluvia fue en busca suyo. Los dos fueron castigados y se convirtieron en piedras. Al respecto cabe
señalar que la montaña Pitusiray es un Apu deidad tutelar de Calca, y fue dibujada en su momento por
Guamán Poma. También, la conversión en piedra de seres humanos los transforma en sagrados.
3
En relación a ello el poeta, novelista, cantante y antropólogo quechua procedente de Uripa, Apurimac,
Hugo Carrilo (en comunicación personal y volviendo a la oralidad) cuenta que Pariaqaqa preguntó a
Chuquisuso por qué sufría. A la respuesta que su campo de maíz se moría de sed, Pariaqaqa le prometió
traer aguas si ella dormía con él. Pero ella respondió que accedería luego de que sus campos estuvieran
regados.
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penan en la casa actual de la ñusta, entre otros. A lo cual podría añadirse el
reciente relato “El origen de Yucay de María Lira Dorado, antropóloga
natural de Yucay y sobrina del recordado estudioso Jorge Lira:
Dicen que el Inca había enamorado a una ñusta en Huayllabamba Lugar del amor
Que la había preñado en Chichubamba Lugar donde empreñan
La haa engado en Yucay Engar
Entonces la ñusta se había escondido en Paka K’illku Calle o lugar de esconderse
Y había dado a luz en la laguna de Wachaq Que pare.
(Lira Dorado, María Luisa y Moz Dorado, Camila, 2024: s/p).
Si bien no se puede hablar de una narrativa equivalente a la linealidad literaria,
estos relatos, parte de un repertorio de motivos de larga duración que se
actualizan de diversas maneras sin ninguna versión fija, concatenan
nombres/símbolos inscritos en el paisaje como unidades aisladas solo
aparentemente. Respecto al agua y la irrigación, que corresponden a varios
ciclos de fecundidad y complementariedad femenino/masculino, no hay en
ellos mención al hecho “histórico” de las bodas de la ñusta con un español.
Este no aparece ni en pintura, como se dice en buen peruano. Esta memoria
plasmada en el espacio difiere radicalmente de otra forma de narrar: aquella
de la historiografía, el arte, la literatura oficial y sus representaciones
enmarcadas, cual campo semántico inmóvil y carcelario, por una pintura del
matrimonio de la ñusta Beatriz Coya con un soldado español, sobrino del
fundador de la orden jesuita, que nadie recuerda ser capaz de llevar agua y
dar vida a algún cultivo, y más bien fue parte del yawar mayu río de sangre de
la conquista, al capturar y llevar a la muerte al Inca Tupac Amaru I.
Beatriz Clara Coya era heredera de la corona incaica y tenía derecho a
ingentes tierras en Yucay. Fue nieta de Manco Inca, sobrina de Túpac Amaru
I, e hija del Inca Sayri Tupac y Kusi Huarcay, a quienes se les dio la
encomienda de Yucay luego de que este aceptara salir de Vilcabamba para
morir en circunstancias sospechosas cuando Beatriz era aún niña. Esta niña
fue violada a los ocho años, secuestrada en un convento de monjas clarisas
donde la adoctrinarían para servir a la colonia, y entregada en matrimonio a
un soldado por interés de sus tierras y para legitimar la “nobleza” española
ligada a los jesuitas, quienes con el matrimonio anularían la dinastía Inca y se
presentarían como sus “legítimos” sucesores. El sujeto en cuestión, Martín
García de Loyola sobrino nieto de Ignacio de Loyola, fundador de la orden
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jesuita capturó al Inca Túpac Amaru I y lo llevó a la muerte por órdenes del
ilegítimo Francisco Toledo, que le regaló la rica heredera como recompensa.
La pareja se trasladó a Chile donde García de Loyola fue nombrado
gobernador y ajusticiado en una batalla con la resistencia mapuche. La hija de
ambos, Ana María Lorenza de Loyola, a quien los españoles fieles a su
pasión por la huachafería estética kitch
4
y el tráfico sexual de menores
titularon como marquesa de Oropesa, fue llevada aún niña a España donde
fue casada con Juan de Rodríguez de Borja, descendiente de “San” Francisco
de Borja, que estuvo a cargo de la misión jesuita del Perú. Como toponimia
de pesado lastre, San Borja es actualmente el nombre de una urbanización de
prestigio en Lima.
Tanto Sayri pac como pac Amaru I son dibujados en la Nueva
crónica de Guamán Poma. El primero conversando con el virrey Hurtado de
Mendoza sobre las condiciones de su salida de Vilcabamba, y el segundo
llevado al Cusco de forma humillante, con soga al cuello, por García de
Loyola, para luego ser ejecutado vilmente por órdenes de Toledo. Pero es
necesario no olvidar un tercer dibujo, aquel del matrimonio de Cristóbal Sayri
Túpac con Beatriz Coya, que según Guamán Poma eran hermanos, y fueron
casados por el cura Juan Solano (figura 2). Luego sostiene que la pareja tuvo
una hija, también llamada Beatriz Coya, a la que a su vez casaron con Martin
García de Loyola (Guamán Poma, 1936: 440-441). Aquí el significante “coya”
se refiere a dos personas, que históricamente corresponderían a Kusi Huarcay
y Beatriz Coya, mientras que el padre “real” de la colla se llamaba Diego, y
no Cristóbal. Se trata de un motivo narrativo más que un hecho fáctico, que
funciona del mismo modo para pares de incas que compiten por la ñusta,
quien en “Luqmayoq pata y fragmentos de Yucay” (Roncalla, 2022b: s/p)
habría sido engañada por Sayri Túpaq, como se ve en esta serie de fragmentos
contados por varias personas:
Dicen que en Luqmayoq Que tiene lúcuma
el maíz no crece
porque hay un tesoro
4
En términos generales en el Perú se entiende lo huachafo como el mal gusto especialmente popular.
En este ensayo lo huachafo se entiende más bien por la teatralidad del poder apegada a actos y lingüística
grotescos, exagerados y rimbombantes, y por ende materia fácil de burla tanto en el carnaval popular
como en la literatura.
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San Juan Zarragón
está acompañado por
dos tesoros y tiene
dos cirios grandes
uno de oro y otro de
plata
El santo es
salvaje, no recibe
gente, la encanta
y la retiene
dicen que el Inca
Sayri Túpaq había
engañado a la ñusta
Para llevársela
(Roncalla, 2022b: s/p.)
De ahí, tal vez, el nombre de Yucay Engaño.
Pero si bien son necesarios mayores estudios de este grupo de textos
recogidos de varias personas en Yucay acomo de los dibujos de Guamán
Poma en torno a Sayri Túpaq, incluyendo la captura y ejecución del Inca
Tupac Amaru, sobre todo respecto a la espacialidad con que se ordenan las
ilustraciones, y cómo estas darían pautas para abordar las poéticas nominales
indígenas más allá del simple listado y traducción de las toponimias, hay
en torno a la imagen del matrimonio de la ñusta un engaño mucho más
grande, una “metida de yuca” como se diría en buen peruano, por parte de
los Jesuitas que llegaron al Perú con Toledo.
Casi un siglo después del matrimonio de Beatriz Coya y ya asentada la
escuela cuzqueña como modo pictórico de adoctrinamiento y propaganda
de la cual, me parece, los estudiosos sólo han enfatizado sus aspectos
“artísticos” barrocos y las “virtudes” del mestizaje, los jesuitas encargaron
un díptico anónimo en el que aparecen el matrimonio de Beatriz Coya por
un lado, y el de su hija por el otro (ver figura 3). Este cuadro es probablemente
la imagen más comentada de la pintura colonial. Ha sido estudiado desde
ángulos que en su mayor parte lo ponen como ejemplo del mestizaje y de
equivalencia de los linajes incaicos y jesuitas. Ello porque detrás de las parejas
figuran Ignacio Loyola y Francisco Borja. Siguiendo a Marie Timberlake,
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planteo que estamos frente a un fake news propagandístico, una yucaza
descomunal. Es decir, lo representado en el cuadro parece histórico, pero no
lo es. La distancia de lo ilustrado por Guamán Poma (figura 2) y del cuadro
anónimo (figura 3) con la realidad objetiva es la misma que la de los relatos
de los incas y sus acequias, con la diferencia de que estos alimentan campos
fértiles y el cuadro colonial tierras baldías.
Aquí interesa enfatizar unos breves puntos:
a) En el cuadro se presenta a los padres de Beatriz y a Túpac Amaru I
(que fue llevado al patíbulo por el “novio”) como si fueran felices testigos.
b) Si uno parte de la gica dinástica, la de los jesuitas y españoles era
menor e insignificante frente a la del inca y la coya, pero ya se había puesto
en juego una dinámica de alterización colonial en la cual lo originario (el jefe
del estado legítimo) era presentado como amenaza externa. Este mecanismo
colonial es preámbulo del actual terruqueo peruano,
5
en donde se acusa a
cualquiera de terrorista, sobre todo si es indígena o procedente de los andes
y la amazonia. Hay ejemplos actuales en otras partes del planeta, sobre todo
en Asia del Oeste, genocidio de por medio.
c) Quien decide por la ñusta son un virrey ilegítimo y los españoles:
ella no tiene agencia sobre sí.
d) Este cuadro enmarca una serie de discursos sobre el mestizaje, que
no siempre esconden la pulsión de borrar lo indígena del mapa.
e) Una vez casada con el español, en una suerte de síndrome de
Estocolmo, Beatriz Coya vive con el verdugo de su tío y probablemente de
su padre, de una forma parecida y problemática a la de Inés Huaylas con
Pizarro, al que ayudó a derrotar el cerco de Lima por Manco Inca, abuelo de
Beatriz Coya.
6
Si bien estudiosas como María Rostworowski (1970), Raquel Rodríguez
de Chang (s/a) y Alba Choque Porras (2014) se han preguntado por el rol de
5
El terruqueo peruano proviene de la palabra terruco, que a su vez modifica la abyección del término
“terrorista” con la desinencia quechua -co (también usada en pitu-co, etc.). Luego de la Guerra civil en
el Perú (1980-2000) tanto “terrorista” como “terruco” han sido usados para descalificar cualquier forma
de oposición a los gobiernos neoliberales de turno, y tienen marcadas connotaciones raciales y
etnocéntricas.
6
Sobre las concubinas de Pizarro, que fueron hermanas de Atahualpa y Huáscar, y sobre su hija
Francisca, llamada la primera mestiza del Perú, hay una novelística reciente que no será abordada por el
momento. Ver, por ejemplo, Rosario, Roberto, Inés Huaylas Yupanqui: Una estrella entre dos mundos.
Universo Letras, 2023.
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la mujer en este matrimonio y en la colonia, me parece que, salvo Marie
Timberlake, aquellas observaciones que enfatizan las virtudes del mestizaje y
el encuentro de dinastías y culturas no han salido del encuadre pictórico y
epistemológico sedimentado por la colonia. Sostengo ello siguiendo también
una aguda observación de Claudia Arteaga (comunicación personal) en el
sentido que el reciente corto “La última princesa inca(2014) de Ana de
Orbegoso no sale del marco colonial, ya que las luchas internas de la
protagonista se proyectan con el trasfondo omnipresente de la pintura en
cuestión.
Dado el creciente interés en la conquista, colonia, mestizaje y poéticas
indígenas entre artistas e intelectuales, que muchas veces entra en pugna con
un pertinaz hispanismo en sectores que van de la extrema derecha al sentido
común popular, este matrimonio ha llegado a predios del quehacer artístico.
Este es el caso del cuadro “El matrimonio de la chola” de Violeta Quispe,
que reinterpreta el cuadro inicial con la estética de las tablas de Sarhua,
colocando además elementos de reciente migración masiva al Perú; el citado
video “La última princesa inca de Ana de Orbegoso, que utiliza el
extrañamiento experimental para un tema violentamente ambiguo; el catulo
“Tupac Amaru 1”, de la monumental Los Túpac Amaru 1572-1827 de Omar
Aramayo, donde la voz poética encarna lo brutal de todo este proceso; y
1600: Beatriz Clara Coya de Roberto Rosario que también escribe un libro
sobre Inés Huaylas de Yupanqui, una de las concubinas de Pizarro contando
su retorno de Chile luego de que el tal Loyola fuera ajusticiado.
A este corpus de la ciudad letrada y pictórica se le pueden añadir varias
publicaciones en torno a toponimias tanto científicas como de aficionados
en diversos lugares del ande, y una producción literaria que tocaremos en
breve, no sin antes recalcar que si bien en los topónimos de Yucay hay
referencias a cruces, iglesias, terrenos de los cañaris, etc., que añaden huellas
de la colonia a denominaciones anteriores, no hay en ellos un “discurso”
histórico ni identitario propiamente dicho.
7
Porque según comenta Gabriela
Núñez en comunicación personal, estamos hablando “del protagonismo del
agua como vehículo de negociación aparentemente para el matrimonio, pero
en realidad se trata de una estrategia para favorecer el bienestar de un pueblo.
7
En ese sentido, no es descabellado pensar que en la toponimia de las fuentes de las aguas Yana Qocha
Laguna Negra sea más antigua que San Juan. Además, las denominaciones provenientes del español
tienden a la literalidad mientras que las del quechua a un nivel metafórico, como se ve en el contraste
entre la calle Atoq saykuchi Que hace cansar al zorro (Cusco) y Comercio (Chalhuanca).
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Estudiar con más detenimiento la capacidad de agencia de las ñustas ayudaría
a confrontar discursos aceptados como oficiales”.
Las poéticas espaciales están, como diría Martín Adán en torno a la
poesía, escuchando su propia voz. Y con raíces más arbóreas que epistémicas
u ontológicas: es decir, símbolos enraizados más que sustentos de una
supuesta filosofía andina que la crítica, en arduo esfuerzo decolonial, ha tratado
de imponer en los discursos andinos.
Pero, ya que de poesía se trata, el creciente interés por las poéticas
indígenas entre estudiosos y artistas de la ciudad literaria ha llevado a
búsquedas que rebasan la página y pantalla en torno a la continuidad de la
“poesía” con el ritual, la música, la performance, el tejido e incluso
referencias toponímicas, sobre todo en lo relativo a nombres de wakas, o
lugares amplios, dentro de los cuales, cual cajas chinas, anidan infinidad de
nombres. Ello pasa en escritura creativa, “filosófica” y sus intersecciones.
Una mirada pida a varios títulos da cuenta de ello: Yawar mayu Río de Sangre
(1993) de Isaac Huamán Manrique; Apacheta Altura de tránsito (2023) de
Lourdes Aparición; Apu wayna pikchukunata waqyarkuynin El llamado del Apu
Wayna Piqchu de Hugo Carrillo; Pata kiska Espina del abismo, de Isaac Soto
Gamarra; Chinkana Túnel de extravío (2021) de Julio Chalco; Mayuñan
Camino río/ya es río (2022) de Alida Castañeda; Moqo patapi En la colina
(2024) de Gloria Cáceres Vargas, entre otros títulos recientes; además de
frecuentes referencias a la waka Pariaqaqa del ciclo de Huarochirí.
Por su parte, ya en el campo de una reflexión filosófica aún dependiente
de los pesos y medidas de la filosofía occidental se ha venido trabajando a
partir de términos espaciales que, si bien no están impregnados en el paisaje,
van dándole valor epistémico a abstracciones provenientes de la antropología
simbólica, sobre todo cuando se trata de términos como Hanan arriba, Kay
aquí, Urin abajo y variantes. Estos “conceptos” han sido útiles para abordar la
gramática espacial en los dibujos de Guamán Poma, línea de estudio que
siguió sobre todo Rolena Adorno. Y en poesía fueron utilizados por Juan
Ramírez Ruiz para postular una escritura hanan o alfagramática
8
en su
magistral poemario Las Armas Molidas.
8
Término del poeta, que propone una escritura y un alfabeto a partir de huellas sígnicas de pueblos
andino amazónicos. Propuesta explicada en el índice tres de su aún no suficientemente estudiado Las
Armas molidas.
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Ante lo cual cabe preguntar si la poética del espacio contenida en los
topónimos de Yucay y en nuestros pueblos indígenas son en efecto escritura
Kay Aquí, que es otra forma de decir Ukun Adentro y Han Arriba. La totalidad
social y humana en todos sus aspectos, de los cuales la poética nominal del
espacio es el escenario en el cual discurre la vida y la historia de este y otros
pueblos del ande.
Figura 1. Fredy Roncalla, Recorrido de las aguas desde Tiqllabamba. Dibujo. 16 de
abril de 2022. (En Roncalla, Fredy, 2022a: s/p.)
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Figura 2. Guamán Poma, Matrimonio de Cristobal Sayri Tupaq con Beatriz. Dibujo.
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Figura 3. Anónimo, Matrimonio de Beatriz Coya. Óleo sobre lienzo. Fines del siglo
XVII. Iglesia de la Compañía, Cusco.
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https://cvc.cervantes.es/literatura/mujer_independencias/chang.ht
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