D’Agostin Alano, “Unos indios…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 3 / Mayo 2025 / pp. 266-269 269 ISSN 3008-7619
Le hacía preguntas a uno: ¿cómo se dice esto en lengua terena? ¿Y aquello? –
y él se esforzaba en enseñarme; pero los otros se burlaban: – Na-kó i-kó? Na-
kó i-ko? (‘¿Cómo es que vamos? ¿Cómo que vamos?’) – Kómo k’bámo? –
¿Cómo te zafás de esta?...”
Apenas tuve tiempo de ir tomando notas de mi pequeño vocabulario.
De regreso a Aquidauana, al releerlo, me di cuenta de algo, que fue un des-
cubrimiento. Los colores. Eran:
rojo – a-ra-ra-i’ti
verde – ro-no-no-i’ti
amarillo – he-ya-i’ti
blanco – ho-po-i’ti
negro – ha-ha-i’ti.
Sí, sí, claro: el elemento ‘i-ti’ debía significar ‘color’, un sustantivo que se había
sufijado; de ahí que ‘a-ra-ra-i’ti’ sería ‘color de guacamayo’, y así sucesiva-
mente. Entonces pasé horas en la ciudad tratando de averiguarlo. Valía. Toda
lengua son rastros de viejo misterio. Fui en busca de los terenos que vivían
en Aquidauana: una cocinera, un vago, un albañil, otra cocinera, quienes me
susurraron largas cosas, en su habla apagada, de tanta intensidad. Pero ‘i-ti’
no era eso.
Es decir, era y no era. “I-ti” quería decir solamente “sangre”. Aún más
bello. Porque, de pronto, fui imaginando: rojo sería “sangre de guacamayo”;
verde, “sangre de hoja”, por ejemplo; azul, “sangre del cielo”; amarillo, “san-
gre del sol”; etc. De ahí el afán de poder saber exactamente el sentido de “hó-
no-nó”, “hó-pô”, “há-há” y “hê-yá”.
Sin embargo, no lo encontré. Ninguno –me decían– significaba cosa
ninguna. Cero nada, cero. Una tristeza. Y no podía demorarme, seguir inves-
tigando. ¿Na-kó i-kó? Una tristeza.
En la preparación de este texto para su publicación en 1970, Rosa propuso una modificación en este
párrafo, la cual agregamos aquí, en nota: Sin embargo, no encontré. Ninguno –me decían– significaba cosa ninguna,
huída por los fondos de la lógica. Cero, nada, cero. Y no podía dejar allí mi cabeza, sola especulando. ¿Na-kó i-kó? Una
tristeza.