Ciccone, “Aguara ja Ma’enumbi…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 3 / Mayo 2025 / pp. 299-309 299 ISSN 3008-7619
AGUARA JA MAENUMBI
(EL ZORRO Y EL PICA-
FLOR): UN RELATO HUMORÍSTICO TAPIETE
(TUPÍ-GUARANÍ)
por
Florencia Ciccone
Universidad de Buenos Aires - CONICET
Doctora en Lingüística por la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Profesora Adjunta Regular
de la Cátedra de Etnolingüística, FFyL, UBA, e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científi-
cas y Técnicas. Sus áreas de trabajo son la lingüística antropológica y las lenguas originarias en Sudamérica con
foco en el estudio de lenguas de la familia tupí-guaraní habladas en Argentina, fenómenos de multilingüismo, con-
tacto de lenguas, arte verbal y tipología lingüística.
Contacto: florenciaciccone@conicet.gov.ar
ORCID: 0000-0003-1556-6747
DOI: 10.5281/zenodo.15490430
DOCUMENTO
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Número 3 / Mayo 2025 / pp. 299-309 300 ISSN 3008-7619
El texto
1
Nombre: Aguara ja ma’enumbi (El zorro y el picaflor)
Género: relato del zorro
Narradora: Elena Cabeza
Investigadora: Florencia Ciccone
Lugar y fecha de la documentación: casa de Elena Cabeza, Misión Los Ta-
pietes, Tartagal, provincia de Salta, Argentina, julio de 2007.
Audiencia: sus nietos y la investigadora
Tipo de registro original: Mini Disk (disco magneto-óptico) marca Sony
Transcripción y traducción: Aguara Romualdo Montes y Florencia Ciccone
Aguara ja ma’enumbi, El zorro y el picaflor”, es un relato oral en lengua tapiete
(familia lingüística tupí-guaraní) de la serie de las narrativas del zorro, un gé-
nero que ha sido documentado entre distintos grupos indígenas del Gran
Chaco. Se trata de uno de los pocos géneros tradicionales que se mantienen
activos entre las prácticas narrativas actuales de los tapietes, un pueblo cha-
queño minoritario que habita en el noroeste de Argentina, sudeste de Bolivia
y sudoeste de Paraguay.
2
Luego de su conversión a la iglesia evangélica pen-
tecostal en los años 1970, otros géneros tradicionales se han dejado de trans-
mitir y se han ido olvidando. Asimismo, la propia lengua ha entrado en un
proceso de retracción en su uso y disminución de su transmisión intergene-
racional, especialmente en Argentina, por lo que en los últimos 30 años ha
ido decreciendo significativamente la cantidad de miembros del pueblo ta-
piete que son hablantes plenos del idioma y conocedores de las tradiciones
culturales.
3
Por este motivo, algunas de las narrativas del zorro se conservan
en la memoria de los más jóvenes únicamente en español.
1
Una versión del texto fue incluida en la antología Palabras de la tierra (Ciccone, 2021a). El análisis general
de los cuentos del zorro en tapiete fue presentada en Ciccone (2021b).
2
En Argentina, habitan 654 tapietes (INDEC Argentina, 2024), en Bolivia viven 144 tapietes (INE
Bolivia, 2012) y en Paraguay, 2470 (INE Paraguay, 2014).
3
De acuerdo con el último censo nacional, en Argentina solo el 38,7% de las personas auto identificadas
como tapietes (alrededor de 250) declararon hablar o entender la lengua del pueblo al que pertenece
(INDEC, 2024).
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El relato oral que aquí presentamos ha sido registrado en 2006 en la
casa de la narradora, Elena Cabeza, una anciana tapiete reconocida por su
enorme sabiduría cultural y una especial habilidad narrativa en su lengua ma-
terna. El texto fue transcrito y traducido junto a su hijo, Aguara Romualdo
Montes, quien ha participado durante varios os como investigador nativo
en proyectos de investigación y documentación de su lengua. En una versión
inicial, la transcripción se realizó en un sistema ortográfico más cercano a la
representación fonológica de los sonidos de la lengua. Una versión posterior,
incluida a continuación, se transcribió utilizando el sistema de escritura ava-
lado por el Instituto de Lengua y Cultura Tapiete de Bolivia, similar al utili-
zado por el pueblo guaraní del Gran Chaco en Bolivia y Argentina. Además,
siguiendo la metodología de análisis del arte verbal oral propuesta por
Woodbury (1992), la segmentación de las frases en la transcripción no sigue
un criterio sintáctico (por cláusulas), sino que se rige por el patrón prosódico
marcado en las pausas del discurso oral y unidades entonacionales. Esto per-
mite visualizar mejor las estrategias poéticas al incorporar información pro-
sódica. Por otra parte, una primera traducción al español seguía las formas
propuestas por el hablante bilingüe, en su mayoría cercanas al relato en ta-
piete. La investigadora realizó una segunda versión en español que intenta
mantener un equilibrio entre la primera versión más literal y el propósito de
realzar el relato en español para que se comprenda mejor la trama y se apre-
cien las cualidades estilísticas del relato (para una discusión sobre los estilos
que pueden adoptar las traducciones escritas de relatos orales en lenguas in-
dígenas, véase Gasché, 2019).
Aguara ja ma’enumbi
Ko siyora shimandu’apo shu arika’epi,
mandu’ajase jegua.
Shimaninore ambo’e aï je kuepi.
Ma’enumbiminda arika’e
yikojinda je(se) arika'e ma’enumbimi.
Ñimimbinda ï arika'epi ma’enumbimi.
El zorro y el picaflor
Voy a recordar a la señora,
lo que antes recordábamos.
A mis nietitos les estoy enseñando siempre.
Dicen antes que el picaflorcito,
era lindo el picaflorcito.
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Jámanda kuñätaire monkoi öë jeka arika’e.
Jámanda, “pärati siguapenda mbipiröka.”
Jama ïnda gueyi arika’e ma’enumbimi.
Kuñätaïre monkoinda arika’e ojo jékagua.
Järë’äända guaï shureta arika'e.
Jámanda guaï shurä,
rajareta arika’e jéntape.
Mbiteipinda oche arika'epi.
Kuñätaï ma’enumbimi rájarä,
jámanda aguara ojo guaiyi shu arika'e.
Jámanda ma’enumbi
yukajayi arika'e.
Jámanda yisako yikójinda je arika'e ma’enumbi.
Guera guasinda arika'epi ma’enumbi yisako.
Mbiteipinda monye arika'epi jireko.
Kuñätäire: "Mishínda karu arika'epi ma’enumbi
karurä."
Jámanda yukajarä yisako pijïno’ayirä.
Jámanda aguara mondeyi arika'e sako,
ma’enumbi yisako.
Jámanda aguara ou ochegue arika’e kuñäitäire
mbiteipi.
Jámanda jikuarunda jënduja arika'e aguara.
Jama aguara,
mingarujarä
Dicen que estaba tocando la flauta, el pica-
florcito.
Entonces dos chicas fueron a buscarlo.
Entonces se cuenta que le dijeron: “Sentate
en el frente de nuestro ombligo” (para que
pudiera bajar del árbol).
Por esa razón bajó el picaflorcito.
Se cuenta que eran dos chicas que fueron a
buscarlo.
No lo encontraron enseguida, dicen.
Y cuando lo encontraron,
lo llevaron a su casa.
Dicen que dormía en el medio de las dos chi-
cas.
Cuando las chicas se llevaron al picaflor,
entonces el zorro se fue a buscarlo.
Y así el zorro mató al picaflorcito.
Dicen que su saco era lindo, del picaflorcito,
brillaba tanto que sorprendía, el saco del pi-
caflorcito.
Se cuenta que sus dos esposas lo hacían dor-
mir en el medio, entre ellas.
Las mujeres decían: “El picaflorcito comía
poquito cuando comía.”
Entonces, cuando el zorro lo mató, le quitó
el saco.
Entonces el zorro se puso el saco,
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tiguíshanda karu ja'e arika'epi.
"Ñaneme nimbaji’itemba ouyi"
jeinda arika'e kuñätäire.
Kati aguáranda mingaru ñinoi arika'epi.
Jámanda kuaja arika'e aguara ócherä
Jámanda okuandajepi arika'e iguira aguara.
Ñiguáinda arika'e aguara.
Yisako jeya ïnda arika'e.
Jámanda yirá jekayi arika'e ma’enumbi yukajape.
Jámanda kuñäitäire yapirärända’ë arika'e
ma’enumbi ha’öguë
Jámanda möguerayirä gueruyirétarä.
Móndeyi arika'e yisakomi ma’enumbi.
Jámanda kuerayi arika'e ma’enumbi.
Yiroya’inda ï arika’e jirékore mónkoinda arika’epi
kuñäitaire.
Mbiteipinda moncheja arika’epi ma’enumbi.
ja'e ko ambe’u aï shu siyora ñaniñë’ëpe.
Ñoña ë kogua arika’egua mandu’ajase hegua.
Ambe'u aïyigue shu.
Jama kañë’ämapo ë kogua shiñë’ë.
Ambe'u aïnyi shu kogua siyora.
Ja'epe ïma.
el saco del picaflor.
Entonces el zorro vino a dormir también en
medio de las chicas.
Entonces se cuenta que olieron el pis del zo-
rro.
Entonces, el zorro,
cuando le daban de comer,
comía mucho.
“Nuestro marido ha venido con mucha ham-
bre”,
decían las chicas.
Pero se cuenta que era al zorro al que le da-
ban de comer.
Entonces lo descubrieron al zorro mientras
dormía.
Entonces dicen que lo golpearon con un palo
al zorro,
se disparó el zorro.
Su saco dejó nomás.
Entonces se fueron a buscar por donde ma-
taron al picaflor.
Entonces dicen que las chicas saltaron alre-
dedor del cuerpo del picaflor (para volver a
darle vida).
Entonces cuando lo sanaron, lo trajeron.
Y se volvió a poner el saquito el picaflor.
Entonces se cuenta que se sanó el picaflor.
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Dicen que estaban contentas las esposas, que
eran dos chicas.
En el medio nomás lo hacían dormir al pica-
flor.
Esto le estoy contando a la señora en nuestro
idioma.
Está guardando esto de antes, lo que recor-
dábamos.
Le estoy contando a ella.
Entonces ya no se va a perder este nuestro
idioma.
Le estoy contando otra vez a la señora.
Hasta ahí nomás.
Las narrativas del zorro entre los pueblos chaqueños y entre los tapietes
Las narrativas del zorro han sido documentadas entre distintos pueblos indí-
genas del Gran Chaco. En los grupos guaycurúes fueron relevadas entre los
pilagá (Metraux, 1941) y los qom (Messineo, 2004; Terán, 2005); en los gru-
pos mataguayos se han registrado entre los pueblos chorote (Siffredi, [1992]
2006), nivaclé (Chase-Sardi, [1992] 2006) y wichí (Nercesian y Pacor, 2015).
También hay registros de narrativas del zorro en ayoreo, familia zamuco
(Amarilla y Zanardini, 2016), así como entre otros pueblos hablantes de len-
guas de la familia tupí-guaraní, como los guaraníes chaqueños y los chané
(Pérez Bugallo, 2007). Además, estos cuentos son considerados parte de la
narrativa popular folclórica de la Argentina y Sudamérica ya que se los en-
cuentra en otros pueblos indígenas y en población criolla narrados en caste-
llano.
En la bibliografía se ha discutido sobre la posibilidad de que algunas de
estas narrativas pudieran haber llegado a América con la conquista española,
debido a que se identifican elementos en común con fábulas de origen euro-
peo (Chertudi, 1965; Vidal de Battini, 1983). No obstante, existen evidencias
de que el zorro era un personaje destacado en la mitología de los pueblos
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andinos y de las tierras bajas sudamericanas desde antes de la conquista (van
Kessel, 1994). Como observa Chertudi (1965: 9), muchas de las narrativas
americanas del zorro no tienen ningún tipo de semejanza o antecedente con
relatos europeos, por lo que existe un aporte de la tradición indígena ameri-
cana en los cuentos del zorro que circulan entre la población criolla.
En el caso de los cuentos del zorro transmitidos oralmente por pueblos
indígenas chaqueños, es indudable que estos poseen estructuras estilísticas
propias. Además, las mismas historias se han registrado entre los diferentes
grupos con particularidades o variantes que muestran las diferencias cultura-
les. El cuento “El zorro y el picaflor” presentado aquí en lengua tapiete tam-
bién ha sido relevado entre los nivaclé (grupo mataguayo) por Chase-Sardi
(2006 [1992]) con algunas diferencias.
Los estudios de folclore han analizado características comunes de los
relatos del zorro entre los pueblos del Chaco. Se destaca el personaje del zo-
rro como trickster (burlador/burlado) que puede desempañar roles primarios
o secundarios en la trama (Mashnshnek, 1977). Se lo asocia con la astucia y
la picardía, pero al mismo tiempo encarna al infractor de las normas (Siffredi,
2012). En las narrativas tapietes se lo reconoce con la expresión yarakuä'aite
aguara, el muy pícaro el zorro.
El contexto de ejecución de estos relatos entre los tapietes puede darse
en situaciones de habla bastante heterogéneas, ya que no tienen un carácter
ritual. Ocurren en momentos de encuentros familiares, comunitarios o inter-
comunitarios como espacio de entretenimiento y comunalización (Brow,
1990; Golluscio, 2006). El fogón es un elemento importante de reunión, con-
versación y narración. A diferencia de lo que se ha planteado sobre los cuen-
tos del zorro en la narrativa popular criolla, donde se piensa un destinatario
infantil (Vidal de Battini, 1983), entre los tapietes no hay una distinción entre
relatos infantiles y adultos. Asimismo, estos espacios narrativos tienen la fi-
nalidad de mantener la vitalidad de la lengua, transmitir saberes lingüísticos y
culturales. El tono de estos relatos es humorístico y desde el inicio el narrador
busca instaurar el humor que se retroalimenta mediante la risa de su audien-
cia. Si bien el orador es transmisor de una historia conocida, se espera asuma
un grado de originalidad e improvisación. Por eso, cada ejecución es única y
posee un estilo propio.
Cualidades retóricas del relato “El zorro y el picaflor”
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La narración abre con una variante de la fórmula de apertura en tapiete que
consiste en explicitar el acto de enunciación en primera persona, en este caso,
utilizando el verbo recordar marcado en futuro shi-mandu'a-po <1.SG.IN-
recordar-FUT
4
> voy a recordar. El verbo enfatiza la actualización de una
práctica oral que forma parte de la memoria cultural del pueblo. Además, la
narradora señala su audiencia destacando la presencia particular de la inves-
tigadora, sobre quien se va a referir también al final de su ejecución.
Como ha sido caracterizado, los acontecimientos referidos en cada epi-
sodio se consideran ocurridos en un tiempo-espacio pasado indiferenciado
(Pérez Bugallo, 2007). En el texto este tiempo se marca mediante la combi-
nación del adverbio arika'e hace mucho y el uso de un clítico evidencial
reportativo =nda se cuenta,
5
que se repite en cada cláusula. En varias líneas
del texto, el evidencial ocurre junto al conector temporal jama /hama/ en-
tonces que se ubica siempre en posición inicial en la oración y puede repe-
tirse en varias líneas del relato: jama=nda <entonces=EVD> entonces se
cuenta. Estas combinaciones constituyen índices genéricos que, además, re-
fuerzan la invocación a la tradición. El uso del evidencial reportativo señala
la transmisión de saberes comunitarios no experimentados directamente por
el hablante, aprendidos a través de la palabra.
En el relato del zorro y el picaflor, la frase nominal ma’ënumbimi pica-
florcito se reitera en cada línea a pesar de que su ocurrencia podría omitirse.
Esta reiteración responde a un micro paralelismo dado en el nivel sintáctico,
que la narradora va elaborando con una finalidad estética y reproduciendo
cierto ritmo prosódico que se da a lo largo de todo el cuento. Las repeticiones
de estas frases nominales aparecen combinadas con otro rasgo sintáctico que
es la expresión del sujeto de la oración en posición final,
6
una alternancia que
busca poner en foco a la figura del picaflor.
La evaluación de los personajes a través del uso de diminutivos y au-
mentativos es otra característica estilística en estos relatos. El uso del
4
Abreviaturas: 1=primera persona; DEM=demostrativo; EVD=evidencial; FUT=futuro; IN=inactivo;
LOC=locativo; RES=resultativo; SG=singular.
5
El sistema temporal en tapiete está basado en la distinción futuro / no futuro. El tiempo no futuro
(presente / pasado) no se marca de forma obligatoria en el verbo y muchas veces se expresa a través de
morfemas aspectuales o evidenciales. La expresión morfológica de la evidencialidad es optativa y puede
ocurrir en bases verbales, nominales y adverbiales.
6
El orden básico de constituyentes sintácticos de la cláusula en tapiete, como en otras lenguas tupí-
guaraníes, es Sujeto-Objeto-Verbo.
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diminutivo mi se utiliza para expresar empatía hacia la figura del picaflor,
ma’ënumbi-mi picaflorcito. Esto permite, además, enfatizar las diferencias de
tamaño entre el personaje del zorro y el picaflor lo que refuerza el tono hu-
morístico de la historia. Además, la recreación de voces de los personajes
refuerza los efectos de humor logrados mediante cambios en la cualidad y
ritmo de la voz que señalan el desdoblamiento polifónico.
Los macro paralelismos también son muy relevantes en este relato. En
el nivel textual, permiten construir contrastes en la secuencia narrativa entre
distintos episodios y tiempos narrativos (Urban, 1986). En simultáneo con
los micro paralelismos, son un recurso estético de la narrativa oral (Webster,
2015). En el relato presentado, la narradora establece un paralelismo entre
los episodios que corresponden a la orientación del relato, la complicación y
la resolución (Labov, 1972). En la orientación se describe al picaflor y su
modo de vida con sus dos esposas. Aquí se enfatiza la belleza y delicadeza
del pajarito que dormía en la cama entre las dos muchachas. La observación
sobre lo poco que comía el picaflor es introducida a través del discurso di-
recto de las muchachas. En el conflicto del relato, cuando el zorro mata al
picaflor, se pone su saco de plumas y se hace pasar por el ave para estar con
las dos muchachas, la narradora vuelve a hacer alusión al modo de vida de las
esposas, ahora con el zorro. El paralelismo permite contrastar el cambio en
el tamaño del esposo, lo mucho que comía y el olor a orina que emanaba.
Nuevamente, se describe que el zorro dormía en la cama entre las dos mu-
chachas y se introduce la voz de las esposas para expresar lo mucho que co-
mía ahora su marido. Finalmente, en la resolución del conflicto se cierra la
trama narrativa describiendo que las esposas que habían hecho un ritual para
sanar y hacer revivir al picaflor vuelven a dormir con el pajarito, indicando
así el restablecimiento del equilibrio. Estos paralelismos en el nivel textual
enfatizan las diferencias entre momentos de equilibrio inicial y final con los
episodios que corresponden a la complicación narrativa en términos de La-
bov (1972) y son momentos que aumentan lo humorístico del cuento.
La oradora cierra su intervención nuevamente trayendo una evaluación
sobre el contexto de ejecución, sobre la presencia de la investigadora que está
escuchando y registrando en audio, “guardando”, esta historia en su lengua
para que “no se pierda.” La fórmula ja'e-pe ï-ma <DEM-LOC estar-RES>
hasta acá, muy similar en otros pueblos del Chaco, indica el fin de su ac-
tuación pública a través de la cual busca mantener activa la lengua y la me-
moria del pueblo tapiete.
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