Paredes, “Cubanizar la lengua…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 4 / Noviembre 2025 / pp. 8-20 14 ISSN 3008-7619
su música es un ruido sordo, seco y monótono de tambor” (434). Son como
el tambor mestizo, como ritmo irregular que va cambiando en la
improvisación, en ese “Bailar uno al son que le tocan” (Id.). Sóngoro cosongo es
ese juego rítmico, esos golpes de tambor hechos con los restos de la lengua
afrocubana.
También se percibe la voz songo, tanto en “sóngoro”, “cosongo” y
“sogo”, que según el Glosario… designa la “Población cubana de la provincia
de Oriente. Es también un pueblo y región del Congo, que antaño se ha
conocido con ese nombre” y luego “Songo significa ‘cobre’ entre los
congoleños” (437). Songo es el africanismo que refiere tanto cubanos y
congueños, y que llama así a los negros de Oriente porque son los que minan
el cobre de Santiago de Cuba. Sóngoro cosongo designa la mulatez misma en su
juego con el lenguaje (songa significa, a la vez, “Burla, ironía, broma verbal”),
y por su pelea con el componente inteligible y referencial de la lengua en pos
de su sonoridad, que al mismo tiempo se vincula a la economía de
explotación esclavista. Es el juego popular con la lengua, que la invita a esta
“fiesta desordenada” de la bachata y la saca a bailar, y lo que explota en esta
fragmentación de la lengua es un sistema de mezcla e hibridez, la mulatez
como huella de la explotación humana.
El sistema polirrítmico del poema se complementa (se interrumpe o se
reúne) con el de la improvisación. Según Benítez-Rojo, el ritmo es
fundamental para la expresividad caribeña, lo que lo lleva a sostener que el
ritmo precede a la música y la danza, incluso a la percusión. Asegura que “En
realidad se trata de un meta-ritmo al cual se puede llegar por cualquier sistema
de signos, llámese éste música, lenguaje, arte, texto, danza, etc.” (1998: 34-
35). La improvisación, por otro lado, es una forma rítmica descentrada, de
regularidades cambiantes, que en el contexto caribeño sirve como conexión
rituálica y trascendental. Sobre este aspecto, Fernando Ortiz sostiene que, en
la literatura cubana, la absorción de la cultura africana no se muestra en los
motivos y temas líricos, sino en la recuperación de los sistemas rítmicos:
le fue imposible al negro, y también al blanco, descomponer en el complejo
estético de la lírica negra la musicalidad, la coreicidad y la oralidad, y conservar
esta aparte mientras se entendía y se gozaba de la danza y de la música, por ser
lenguaje al menos inteligible ya que no plenamente universal (Ortiz, 2015: 76)
La cultura popular cubana, al incorporar la danza y la música africanas, y
tomar sus elementos para la lírica, hace sobrevivir un ritmo negro, lo que
facilita el ingreso de africanismos a la lengua poética. Ortiz asegura que “en