Gelado, “De la mediatización…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 4 / Noviembre 2025 / pp. 123-144 138 ISSN 3008-7619
entre sí, ambos se arrogan el derecho de reconvenir, uno, al arquitecto, por
haber hablado de arquitectura, y los otros, al periodista, por hablar en sus
columnas de aquel objeto para el que, precisamente, ese espacio había sido
creado. En ambos casos, los interlocutores se atribuyen la facultad de
(re)orientar profesionalmente a aquel a quien, al contrario, deberían ver como
autoridad en la materia. En tal sentido, tal vez no sea un dato menor observar
que, en la correspondencia que mantendrá con Langston Hughes en 1930, se
alterna el uso de papel membretado del Diario de la Marina y de “Gustavo E.
Urrutia / Arquitecto / Construcciones especiales para climas cálidos”.
En todo caso, ambos condicionamientos expresan la desestimación de
las competencias profesionales del compañero de staff, es decir, exponen la
percepción de su condición como siendo la de un no igual. Ambos pretenden
mediatizar al arquitecto y al periodista. No obstante, la explicitación de estos
condicionamientos sirve para revelar la estrategia del periodista en la arena
política –“la seccioncita mía es una minúscula Secretaría de Estado”–, la
definición de su persona en esa arena –“soy un Machiavello foncé”– y un
propósito que transciende y refuncionaliza el medio –“revelarse y servir a su
patria en el alto puesto que le corresponde”.
La “bastillita” del título aparece así resignificada e invita a una
interpretación que, siendo metafórica, simula modestia y apunta, en su
aparente literalidad, a uno de los ámbitos del comercio que interesa
reconquistar, por su importancia social y económica, especialmente para las
jóvenes afrocubanas. Al tiempo que el “punto atrás” remite a la estrategia de
actuar con aparente condescendencia ante la mediatización, mientras
embasta, desde su sección, la participación efectiva de los afrocubanos en la
vida social, institucional y económica de la comunidad nacional.
“Bastillita y punto atrás” es el simulado repliegue estratégico que induce
al mediatizador a creer que aún dispone de los dispositivos de control sobre
el trabajo del “Machiavello foncé”, al tiempo que éste, consciente de lo “que
le corresponde”, preserva su libertad de acción y decisión sobre aquello que
constituye un derecho conquistado para el ejercicio de un trabajo digno de
“todos los seres civilizados”.
El otro hilo que quisiera traer es el de la cortina y la cuerda que dividen
el salón de baile, cuyo uso es pagado, en partes iguales, por negros y blancos,
impidiendo, no obstante, que se vean. En “Frívolo” (23/abr/1928), Urrutia
invita a correr la cortina que separa a negros y blancos, confiando en que,