Anaya-Ferreira, “Kamau Brathwaite…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 4 / Noviembre 2025 / pp. 48-84 48 ISSN 3008-7619
KAMAU BRATHWAITE: UNA EPOPEYA EN
NATION LANGUAGE
. TRANSFIGURACIONES DE
LO POPULAR EN
THE ARRIVANTS
KAMAU BRATHWAITE: AN EPIC IN
NATION LANGUAGE
. TRANSFIGURATIONS
OF THE POPULAR IN THE
ARRIVANTS
Nair María Anaya-Ferreira
Facultad de Filosofía y Letras - UNAM
Traductora y profesora titular en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma
de México. En 2018 ganó el Premio Bellas Artes de Traducción Literaria por su versión de la novela Condiciones
Nerviosas, de Tsitsi Dangarembga (Zimbabwe). Su trabajo se centra en las literaturas poscoloniales, en especial de
África y el Caribe; las tradiciones afrodescendientes en las Américas; la teoría y la historia de la traducción; las lecturas
contrapuntísticas del canon.
Contacto: manausmex@gmail.com
ORCID: 0009-0009-9515-788X
DOI: 10.5281/zenodo.17476193
DOSSIER
Anaya-Ferreira, “Kamau Brathwaite…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 4 / Noviembre 2025 / pp. 48-84 49 ISSN 3008-7619
Fecha de envío: 27/08/2025 Fecha de aceptación: 16/09/2025
Literaturas
afrodescendientes
Literaturas decoloniales
Tradiciones poscoloniales
orales-literaria
Literatura marealéctica
Literatura caribeña y
cultura popular
En este artículo abordo las reflexiones del poeta barbadense Kamau Brathwaite sobre la importancia de la
cultura popular y la tradición oral afrodescendiente para una emergente tradición literaria del Caribe de
expresión inglesa. Examino su noción de nation language como elemento descolonizador que desmanteló la
preeminencia de la lectura como principio epistemológico hegemónico para privilegiar la oralidad y la
performatividad de las lenguas vernáculas. Me centraré en tres ejemplos lingüístico-culturales que despliegan
diferentes facetas de dicha noción en la magna trilogía épica, The Arrivants, e invitan a pensar en otras formas
de concebir la (L)iteratura y la (H)istoria. En primer lugar, analizaré cómo la nation language desafía el inglés
estándar al enfatizar las cualidades rítmicas y sonoras asociadas al tambor, así como el ruido y desorden
encarnado en los géneros musicales afroestadounidenses En segundo lugar, exploraré su transformación al
incorporar el timbre y la dicción de la cultura rastafari, como parte integral del desafío religioso-cultural del
Caribe. Para terminar, examinaré algunos poemas en los que se transforma en la lengua creol para abordar
así temas relacionados con la historia oral de la región. Situaré estas reflexiones en el marco de la metodología
marealéctica del autor.
RESUMEN
PALABRAS CLAVE
Literatures of African
descent
Decolonial literatures
Postcolonial oral-literary
traditions
Tidalectic literature
Caribbean literature and
popular culture.
archipelago. I will place this analysis within the tidalectic methodology proposed by Brathwaite himself.
ABSTRACT
KEYWORDS
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In time the slave surrendered to amnesia.
That amnesia is the true history of the New World.
Derek Walcott, The Muse of History
Durante los homenajes y reconocimientos que recibió durante las últimas
décadas de su vida, el epíteto que solía distinguir la figura y presencia de
Kamau Brathwaite (Barbados, 1930-2020) era el de pathfinder. Esta
designación se justifica plenamente, pues Brathwaite llevó a cabo una labor
pionera que contribuyó de forma significativa al establecimiento y
consolidación de una tradición propia e independiente, en el ámbito
historiográfico, intelectual, artístico y literario, de las islas y regiones
continentales del Caribe anglófono. En el desafiante contexto político y
cultural del Caribe de la segunda mitad del siglo XX, su aportación tuvo
cuatro vertientes principales que, en su conjunto, constituyeron un
reconocimiento pleno y conmovedor de la herencia africana en las Américas.
Como historiador, Brathwaite reconoció no sólo el complejo proceso de
transculturación de la región sino el hecho de que, al darse dentro del marco
jerárquico colonial, éste conllevó la fragmentación y el ocultamiento de los
grupos sociales no hegemónicos que contribuían, aun así, a su constitución
identitaria. Sus pesquisas históricas son inseparables de sus preocupaciones
como crítico cultural, consciente de que la producción artística y literaria
debía deslindarse de las normas y valores establecidos por Europa y Gran
Bretaña para permitir la expresión de las manifestaciones disgregadas e
invisibilizadas por la colonización. Estas dos dimensiones lo llevaron a
proponer perspectivas filosóficas y estéticas propias del archipiélago, que él
procuró exponer en su prolífica y singular obra poética, en la cual priorizó la
presencia de las lenguas vernáculas y creoles sobre las cuales teorizó con el
neologismo de nation language. La cuarta vertiente de su aportación fue como
promotor cultural que trabajó incansablemente para establecer vínculos
afectivos e intelectuales entre las poblaciones afrodescendientes, no sólo de
las diferentes regiones lingüísticas del Caribe, sino también de Estados
Unidos, Europa (en especial Gran Bretaña) y África misma.
En las próximas páginas propongo explorar algunas de las
preocupaciones teóricas de Brathwaite a la luz de poemas de su magna trilogía
épica The Arrivants (1973). Planteo que si bien la convicción del autor de que
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la expresión literaria del Caribe requería de una voz propia que recuperara el
habla de la gente del pueblo se desarrolló en un periodo de transición cultural
con un claro impulso anticolonial, las implicaciones de dicha postura pueden
leerse en el marco actual de los proyectos de descolonización, tema vigente y
primordial en nuestro continente. Para Brathwaite recuperar las
manifestaciones de la cultura popular conllevó romper con el marco
epistemológico de la colonización para instaurar un complejo andamiaje
sustentado en su concepto de creolización
1
como elemento identitario que
priorizaba la mezcla y la fragmentación sobre la idea monolítica de una
cultura nacional subordinada a los valores y las normas de Gran Bretaña. En
la medida en que la lengua fue tanto objeto de estudio como medio de
expresión que sirvió de base a sus pesquisas, el análisis de algunos poemas en
los que Brathwaite pone en acto su noción de nation language permitirá apreciar
el grado de subversión descolonizadora de su propuesta. Propongo, así,
empezar por contextualizar los planteamientos teóricos-literarios del
pensador para exponer cómo la inestabilidad de significación del concepto
nation language es una parte esencial de su propuesta descolonizadora. A partir
de ahí, exploraré las formas en que este concepto despliega la metodología
marealéctica propuesta por el poeta para reflexionar sobre la capacidad de
adaptación y mutabilidad de la lengua/lenguaje para configurar y
reconfigurar, haciéndolas flotar en la superficie textual, la diversidad de
experiencias y manifestaciones performativas fragmentadas y sumergidas que
rescatan la historia-memoria del archipiélago. Siguiendo las explicaciones
propuestas por Brathwaite para describir su concepto, me centraré en tres
facetas lingüístico-culturales que lo ilustran en la trilogía. En primer lugar,
analizaré cómo la nation language se aleja del inglés estándar al enfatizar las
cualidades tmicas y sonoras asociadas al tambor, así como al ruido y
desorden encarnado en los géneros afroestadounidenses de las worksongs,
el spel, el blues y del jazz. En segundo lugar, exploraré la transformación
de la nation language cuando incorpora el timbre y la dicción de la cultura
rastafari, como parte integral del desafío religioso-cultural del Caribe. Para
terminar, examinaré algunos poemas en los que el nation language se
1
Para resaltar el complejo fenómeno de transculturación del Caribe, emplearé los términos
“creolización” / “creole” para acentuar la forma en que se ha teorizado este fenómeno en el ámbito
anglófono y francófono y para evitar la confusión con “criollo” o “criollización”, que en la América de
habla hispana conlleva la idea de europeo (español) nacido en el continente o bien, en la actualidad,
designa a cultivos nativos no alterados genéticamente. También emplearé la grafía “creol” para referirme
a la(s) lenguas vernáculas del archipiélago.
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transforma en lengua creol para abordar así temas relacionados con la historia
oral de la región. Mi lectura resaltará cómo la propuesta literario-cultural de
Brathwaite que privilegia los valores de la llamada cultura popular (folk-
culture), entendida como la expresión afro-creole que para el poeta constituía
el ethos y los mecanismos de arraigo psíquico y cultural de la identidad
caribeña rompe con las expectativas de lectura condicionadas por el canon
literario occidental e incorpora otras maneras de pensar la (L)iteratura y la
(escritura) de la (H)istoria.
Nation language
: la expresión total de la cultura del Caribe
Nation language es un concepto fundamental para la comprensión no sólo del
proyecto literario-intelectual de Brathwaite sino del complejo y dinámico
contexto cultural del archipiélago anglófono, pues contiene en mismo la
variedad de preocupaciones que orientaron los debates literarios y artísticos
del periodo de transición entre las décadas de 1950 y 1980, en el que las islas
de la región conocida como West Indies transitaron de ser colonias británicas
a buscar una autonomía como parte de una federación política hasta llegar a
adquirir su independencia en la década de 1960 como Estados-nación
(aunque mayoritariamente como parte de la Mancomunidad Británica de
Naciones). Formados en el marco educativo-religioso británico, las y los
intelectuales debatieron intensamente sobre las posibilidades de encontrar
formas expresivas distintivas del archipiélago, por lo que el asunto de la
lengua fue central. Más allá de cuestionar la presencia del inglés como
instrumento de control imperial, sus discusiones subrayaban lo que se ha
considerado como un tema central de la literatura llamada poscolonial: el
de la re/presentación. ¿Quiénes podían expresarse literariamente y mo?
¿Quiénes merecían ser representados y cómo? ¿Qué registro o modo
lingüístico era el apropiado para dar cuenta de la historia y la realidad de las
islas?
Pensar la lengua implicaba, entonces, reconocer que el presente
histórico que los obligaba a cuestionar el rol privilegiado del inglés como
lengua de expresión era resultado del largo proceso de despojo y dislocación
ocasionado por el fenómeno colonial. Si bien esta lógica de pensamiento
puede parecer obvia, hay que recordar que una de las repercusiones más
importantes de la colonización fue precisamente hacer creer que el centro
civilizador estaba en otro lugar, específicamente en el continente europeo, y
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que quienes vivían en las periferias imperiales simplemente asumían una
inferioridad intrínseca. Tal era la postura, por ejemplo, de V. S. Naipaul, quien
parecía olvidar que su familia había padecido el Kala Pani, la transportación
forzada de coolies de la India que fueron llevados al Caribe para sustituir el
trabajo esclavizado después de los decretos de abolición de la esclavitud de
la década de 1830. Dentro de la estructura teleológica de la historia, para
Naipaul, Trinidad, su lugar de nacimiento, y el resto de las islas de las Antillas,
constituían, simplemente, el desorden, pues no podían encarnar ninguna de
las prerrogativas de la civilización. Es decir, había interiorizado que su
presente periférico y marginal era un estado natural y no consecuencia de
una historia de colonización.
Contraponer la preponderancia del inglés estándar y culto sobre otras
variantes como el llamado dialecto o broken English iba más allá de debatir
aspectos retóricos o estilísticos; implicaba, de hecho, contender sobre los
rasgos distintivos de una identidad propiamente caribeña o West Indian. En
palabras de uno de los intelectuales más perceptivos de la región, Gordon
Rohlehr, se trataba del problema del problema de la forma, el cual, a su
vez, provenía de un impulso compulsivo de las y los escritores por
encontrar la estética y el género adecuados para recrear la compleja realidad
del archipiélago (Rohlehr, 1985: 2).
2
La lengua se convirtió en una
herramienta política, pues, como insistía George Lamming, definía la
dinámica de la evolución cultural de un pueblo, identificaba las historias de
sometimiento y transculturación y, sobre todo, tenía el potencial para
subvertir las ortodoxias tradicionales de la herencia colonial (Lamming,
2009: 19-21). La gran aportación de la literatura del Caribe anglófono ha
consistido en su ruptura radical con los modelos hegemónicos europeos y en
su infinita capacidad creativa para articular las tensiones entre dos extremos
culturales que representaban dos realidades sociales: la presencia del folk, el
pueblo, mayoritariamente afrodescendiente, rural o urbano marginado,
exponente de la tradición oral y una clase media letrada, formada en el marco
de la estética del modernismo europeo. Para Rohlehr, estos extremos
constituyen un continuum que abarca tanto la creación como la posibilidad de
estudio crítico de esta literatura (Rohlehr, 1985: 2).
La contribución de Brathwaite consistió no sólo en proveer una historia
del archipiélago que rompiera con la noción lineal y civilizatoria del discurso
2
Las traducciones son mías, a no ser que indique lo contrario.
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europeo, sino también en proponer una teorización acerca del proceso de
sincretismo e hibridación cultural que él denomicreolization dentro del cual
el concepto de nation language desempeñaba el papel de legitimar el habla
popular para romper con la categorización imperial de dialecto o broken
English que, de suyo, racializaba a los hablantes y los colocaba en situación de
inferioridad social, cultural e incluso jurídica. El pensador definió creolization
como el factor definitorio de la identidad caribeña, el cual consistía en una
acción cultural material, sicológica y espiritual basada en el
estímulo/respuesta por parte de los individuos dentro de la sociedad a su
entorno y como blancos/negros, grupos culturalmente separados entre
(Brathwaite, 1971: 296). Y, debido a los complejos factores históricos
involucrados (mercantilismo, esclavitud, materialismo, racismo, síndromes
de superioridad/inferioridad, etc.) no es completo ni duro (corona: joya:
diamante), sino rajado, fragmentado, ambivalente; no seguro de mismo,
sujeto a luces y presiones cambiantes (Brathwaite, 1974: 5). En el marco del
fenómeno de transculturación, lengua y cultura eran indisolubles y se veían
reflejadas en el prisma de idiomas del archipiélago: las lenguas europeas en el
lugar más alto de la jerarquía (inglés, francés, español, holandés), vestigios de
idiomas amerindios (arahuaco, taino, caribe, siboney), así como las lenguas
de las migraciones forzadas, como las del Extremo Oriente (hindi, chino) y
las provenientes de África (congo, ashanti, igbo, yoruba), las cuales
permanecían fragmentadas, sumergidas y marginadas en las islas anglófonas
debido al predominio político, religioso y educativo británico (Brathwaite,
1984: 6-7).
Si bien nation language no es equivalente a una lengua creol, las
especulaciones críticas de Brathwaite en torno a esta expresión resaltan una
serie de problemáticas relacionadas no solo con la historia literaria del Caribe
anglófono, sino con muchas otras cuestiones que en las últimas décadas han
sido objeto de análisis críticos y teóricos en el ámbito del poscolonialismo y
la descolonización, en especial las que se centran en la compleja relación entre
la cultura popular y la alta cultura, así como la relación entre tradición
oral y (L)iteratura. La dificultad para definir su significado e incluso para
ofrecer una traducción al español ofrece amplias posibilidades de reflexión.
¿Nation tiene función adjetiva o sustantiva? ¿Language se refiere a lengua o
lenguaje?
Propongo que la inestabilidad semántica del término contribuye al
profundo cuestionamiento sobre el legado colonial en las Américas planteado
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por Brathwaite, pues imposibilita cualquier intento por pensar en constructos
identitarios fijos y absolutistas. En consecuencia, las connotaciones con las
que Brathwaite complejizó la expresión abren caminos, como sugeriré más
adelante, para reflexionar sobre diferentes formas de pensar y estudiar la
historia y la cultura de la región. Las ideas expresadas en la sagaz conferencia-
ensayo oral presentada en la Universidad de Harvard en 1979 y publicada en
1984 con el título History of the Voice. The Development of Nation Language in
Anglophone Caribbean Poetry son indicativas de las sutiles (o no tan sutiles)
transformaciones conceptuales y perceptuales propuestas por este pensador;
es decir apuntan ya a un vuelco epistemológico mayor. Brathwaite
contrapone, de forma diferenciada, tanto el concepto nación como el de
lengua a una idea unívoca de identidad nacional o nacionalidad en el
sentido occidental para asociarlos con los elementos fragmentados y
sumergidos de las poblaciones dispersas que padecieron la trata esclavista.
Así, aunque críticas como Korah Belgrave vincula nation language con la
variación lingüística hablada por los barbadenses (Belgrave, 2001: 139),
Brathwaite va más allá y resalta la fuerza de las lenguas sumergidas africanas,
las cuales adquieren una fuerte carga simbólica a partir del epígrafe de Alan
Lomax en que voces anónimas afirman pertenecer a las naciones congo,
kromantee y tembe (Brathwaite, 1984: 4). Además, reconoce que, en la
medida en que esta diversidad es la lengua emergente del archipiélago, debe
constituir el vehículo de expresión literaria y artística de la región,
precisamente por ser parte del legado africano. Por tanto, este libro puede ser
considerado como un exhaustivo archivo de las producciones caribeñas más
variadas (Caisso, 2017: 50). En ese contexto, al establecer el símil con el hito
cultural que significó la aportación de Dante Alighieri al abogar por el uso del
toscano vernáculo como lengua literaria, asumió el rol como punta de lanza
de este gran cambio de mentalidad (Brathwaite, 1984: 14).
Partiendo de la premisa de que el modelo poético del pentámetro
yámbico era insuficiente para representar tanto el habla popular, como la
historia de las diásporas forzadas y el entorno natural del archipiélago de ahí
su famosa frase de el huracán no ruge en pentámetros (Brathwaite, 1984:
10), procuró recuperar la predominancia de los formatos métricos y
prosódicos vernáculos como el medio adecuado para dar cabida a las
manifestaciones populares que encarnaban la identidad transcultural de la
región. Así, los ritmos, contornos y timbres que diferenciaban la nation
language del inglés estándar permitían escapar de la dimensión escritural-
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literaria occidental y abrían las posibilidades de representación hacia lo
performativo, para insistir en la importancia de la oralidad como medio de
significación afrodescendiente. La nation language adquiere así el carácter de
lenguaje pues, como afirma acertadamente Yansy Sánchez Fernández, no se
refiere simplemente a una lengua como vehículo de comunicación sino a una
capacidad expresiva de la cultura caribeña misma, enraizada en su historia,
geografía y resistencia (Sánchez Fernández, 2025: 10. Cursivas en original).
En su rol de crítico cultural, desde sus escritos tempranos, Brathwaite
identificó que la expresión artística que mejor capturaba el ritmo, el timbre y
la cadencia de la experiencia popular era la música. En su análisis de la
producción narrativa de sus contemporáneos, sugiere que el único camino
para encontrar alternativas a la tradición romántica y victoriana de la cultura
inglesa que todavía opera entre y sobre nosotros (Brathwaite, 1993: 72-73)
era recurrir a una estética del jazz como medio para contribuir al movimiento
de protesta creativa que caracterizaba, sobre todo, a los afroestadounidenses
de la década de 1960. Los elementos básicos de la estética del jazz la palabra,
la imagen y el ritmo debían interactuar creativamente, mediante la
improvisación. En la jazz novel, forma y contenido eran indisociables, pues
este género debía ocuparse de una comunidad muy bien definida, estar
relacionado con su experiencia autóctona e intentar expresar la esencia de la
comunidad a través de su forma, absorbiendo sus ritmos a partir de la gente
de esta comunidad y teniendo como preocupación central la comunidad
en su totalidad (Brathwaite, 1993: 107). Por otra parte, al asociar la nation
language con la voz creole como la herramienta adecuada para alcanzar una
expresión poética liberada del pentámetro yámbico, Brathwaite insistió en
que dicha voz se manifestaba en los géneros musicales populares, como el
calipso, kaiso o reggae, y en géneros diversos de la tradición oral,
manifestaciones, ambas, arraigadas en un sustrato africano que palpita como
estructura secreta y que depende de la participación comunal para articular
su significado. El aspecto performativo o expresión total como lo definía
el pensador (Brathwaite, 1984: 18) constituyó, por un lado, un giro radical
hacia el rescate de la memoria ancestral y, con ella, de la corporalidad y los
afectos suprimidos durante el trayecto atlántico y, por otro, un rompimiento
con el paradigma del individualismo sugerido por la lectura, como acto
racional distintivo de la superioridad occidental. Al descentrar la
predominancia de los géneros escriturales y colocar lo oral y lo performativo
no sólo como formas legítimas de creación cultural, sino, sobre todo, como
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herramientas de recuperación histórica, Brathwaite abrió el horizonte de
posibilidades estéticas de la región.
Rescatar una memoria marealéctica
En una época en que las perspectivas decoloniales están firmemente
establecidas tanto en el ámbito del arte y la literatura como en el académico
y cultural, insistir en la trascendencia de la postura de Brathwaite puede
parecer exagerado. Sin embargo, comprender el contexto de transición entre
el periodo colonial y la recién adquirida independencia, junto con las
presiones implícitas de la guerra fría, posibilita valorar el grado de innovación
y originalidad de su propuesta, en especial porque obliga a quien lee o escucha
su obra a cuestionar el marco de valores y constructos hegemónicos
occidentales que siguen permeando nuestras sociedades. Al igual que otros
pensadores, como Edward Said o Walter Mignolo, por ejemplo, Brathwaite
se mostraba crítico de la complicidad existente entre el humanismo europeo
y el proyecto expansionista de la modernidad; criticaba la forma en que, en
términos generales, la tradición intelectual europea se había corrompido y
degradado en sus intentos por justificar la esclavitud y el racismo, o bien no
había tenido la capacidad o la voluntad (después del daño causado durante el
siglo XVIII) de examinarse a misma (Brathwaite, 1977: 55). Cuestionaba
el sistema dialéctico hegeliano y su visión del progreso histórico, por lo que
propuso una metodología que articulara el carácter fragmentado y
discontinuo de los procesos históricos del Caribe y de su entorno natural.
Encontró en el movimiento de las mareas la metáfora perfecta para articular
su teoría historiográfica y su poética creativa: tidalectics. De forma
característica, Brathwaite no elaboró definiciones por escrito de este término;
más bien, se refiere a él en varias entrevistas en las que sugiere sus
implicaciones y destaca la importancia de romper con lo lineal mediante el
movimiento de ida y vuelta del agua, como una especie de movimiento
cíclico (Mackey, 1995: 14), o bien para crear pausas entre palabras a
diferencia de la dialéctica del tirador (James, 1994: 763). La marealéctica
es, entonces la onda y el movimiento de las dos mareas (citado en Naylor,
1999: 145). De forma complementaria, nation language y tidalectics desfiguraron
las fronteras de pureza lingüística, decoro literario, superioridad cultural y
desarrollo histórico para investir de múltiples y relevantes significados al
supuesto vacío atlántico en el que habían quedado esparcidos los vestigios
desvalorizados de la diáspora esclavizada.
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En el movimiento marealéctico, los fragmentos sumergidos se
despliegan de forma aleatoria en la superficie y producen nuevos significados.
Como sinécdoques, representan las totalidades fracturadas por una historia
de violencia y opresión, pero al mismo tiempo establecen relaciones
metonímicas con los orígenes, las cuales reconstituyen de formas inesperadas
los elementos intangibles (en este caso africanos) que otorgan cohesión y
significado a las prácticas y los afectos de las islas del Caribe contemporáneo.
Aunque la noción de tidalectics desempeña un papel crucial en el desarrollo
formal de la obra de Brathwaite, es importante insistir también en sus
repercusiones epistemológicas, pues afirma en términos positivos de
enriquecimiento cultural y sobrevivencia espiritual lo que en la historiografía
europea, e incluso en la caribeña hasta la década de 1960, se visualizaba como
un largo proceso de pérdida, destrucción y amnesia. Si la traumática travesía
atlántica el Middle Passage que se ha convertido en un tropo cultural
especialmente significativo para los afrodescendientes en las Américas solía
ser considerada, como afirma Jenny Sharpe, un espacio mórbido de muerte
y ahogamientos (Sharpe, 2020: 58), para Silvio Torres Saillant, la noción
marealética de Brathwaite constituye un paradigma autóctono apropiado a
la sinuosidad [de la experiencia humana del Caribe], que evita la
simplificación y la distorsión y ofrece posibilidades promisorias para dar
cuenta de lo ominoso, del trauma, de la estasis, de la esperanza y la catástrofe
del Caribe (Torres-Saillant, 2006: 241).
Como ejes centrales de la poética de Brathwaite, nation language y
tidalectics establecieron un prototipo transcultural que insistía en el
movimiento, la fragmentación, la mutabilidad y la falta de linealidad,
elementos que se contraponían a las definiciones de identidad como algo fijo
e inamovible. Al visibilizar y revalorizar los vestigios fragmentados y situarlos
como piezas significativas del entorno caribeño, Brathwaite generó una
imaginación histórica, un sentido de memoria colectiva, que contribua
romper con el pesimismo de algunos de sus contemporáneos como V. S.
Naipaul e incluso Derek Walcott, quien, en ese momento, consideraba que el
Caribe vivía en un vacío amnésico que paralizaba su desarrollo cultural: Con
el tiempo el esclavo se rindió a la amnesia. Esa amnesia es la verdadera
historia del Nuevo Mundo (Walcott, 1974: 39). Al mismo tiempo, al insistir
en la discontinuidad y en la complejidad de las relaciones de poder,
Brathwaite anticipaba la noción de identidad cultural fluida que Stuart Hall
teorizó años después en relación con las identidades diaspóricas. Para Hall,
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la búsqueda de una cultura, historia y herencia compartida que otorgue una
coherencia imaginaria a la experiencia de dispersión y fragmentación (Hall,
1994: 394) es sólo el primer paso para entender la identidad propia. Sin
embargo, lo primordial es comprender que esa identidad cultural no es una
esencia fija ni un espíritu universal o trascendental, sobre todo, no es un
origen fijo al que se pueda regresar de forma final y absoluta. Si el pasado
incide en el imaginario del presente es siempre a través de la memoria, la
fantasía, la narrativa y el mito. De ahí que, entonces, las identidades
culturales sean los puntos de identificación o sutura producidos dentro de
los discursos de la historia y la cultura. No son una esencia, sino un
posicionamiento (Hall, 1994: 395), es decir, las identidades son los
nombres que le damos a las formas diferentes en que las narrativas del pasado
nos sitúan y en que nos situamos en relación con ellas (Hall, 1994: 394).
Nation language
y reivindicación en clave de resistencia musical
Con la trilogía épica The Arrivants (1973), Brathwaite elaboró una propuesta
que a la vez que reconocía el legado africano en el Caribe, identificaba
también los puntos de sutura ocasionados por la traumática historia de
colonización y esclavitud. Al ubicarse ideológica y afectivamente del lado del
folk, creó una obra permeada por una conciencia y sensibilidad diaspórica que
privilegió los modelos de la tradición oral y empleó como entramado formal
la inmensa diversidad de géneros musicales afrodescendientes que integran la
pujante cultura de las Américas. Convencido de que la función del escritor
tenía que ser la de articular y expresar la cultura del pueblo en su
profundidad histórica y dársela de regreso (Breiner, 1998: 2), Brathwaite
contrapunteó la realidad presente del Caribe con una compleja red referencial
que tuvo el objetivo de inscribir la historia de África para construir un pasado
compartido. Así, tomando como hilo conductor el tropo de la diáspora en
un sentido amplio, insertó la migración forzada esclavista en el marco de una
memoria ancestral que llega hasta la temporalidad del relato bíblico del
Éxodo, la posterior magnificencia de los reinos y otros lugares emblemáticos
del África antigua Axum, Songhai, Mali, Tombuctú, Chad, Benin, anteriores
incluso al desarrollo de Europa y la grandeza del imperio ashanti en África
Occidental durante los siglos XVIII y XIX. Mediante la recuperación de
orígenes heroicos, el autor inserta su obra en el género épico; sin embargo,
siguiendo su metodología marealéctica, rompe con los rasgos distintivos de
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dicho género, como son la presencia del poeta-narrador heterodiegético, la
narración secuencial y jerárquica y la figura del héroe.
En 75 poemas distribuidos en tres libros Rights of Passage, Masks y
Islands, reconstituye los fragmentos y la discontinuidad de la ordalía
afrodescendiente mediante voces anónimas y máscaras poéticas que
contribuyen a semantizar la experiencia y la sensibilidad de lo que Brathwaite
denominó New World Negro (Brathwaite, 1993: 61). Esta estrategia es
significativa porque el énfasis recae en la oralidad, en la presencia de la voz
como elemento que fusiona y articula una conciencia común que se eleva por
encima de los procesos escriturales occidentales. Además, como sugiere
Thomas Rothe, [l]ejos de reducirse a una simple mímesis del habla
cotidiano, la escritura de Brathwaite constituye una puesta en escena autorial
para construir textos polifónicos que tratan el colonialismo y su relación con
el lenguaje (Rothe, 2021: 327). Algunos críticos denominan a este proceso
oral-scribal interface (interfaz oral-escritural) (véase Bailey, 2020) y, como
mencionaré más adelante, constituye quizá el rasgo más definitorio de la
estética caribeña contemporánea, pues a la vez que permite situar el foco de
atención y referencia en la cultura popular creole (creole-folk), subraya la
necesidad permanente de que el medio de expresión sea la nation language, es
decir, las lenguas vernáculas y creoles del archipiélago. En el caso de The
Arrivants (y el resto de la obra de Brathwaite), lo anterior lleva a una situación
un tanto paradójica, pues aunque el grado de experimentación poética para
inscribir la cultura creole en la tradición literaria parecía situar al poeta en el
ámbito del legado modernista inglés, su contribución real fue la ruptura
epistemológica con los postulados occidentales.
En The Arrivants, pues, cada una de las voces anónimas o de las
máscaras poéticas gira en torno a una compleja trama retórica y referencial
que expone algún aspecto de la experiencia histórica de dislocación. La
enunciación no privilegia la aventura individual de un héroe; recupera, en
cambio, una conciencia colectiva de una ordalía comunal que, a pesar de
permanecer sumergida por siglos, continúa latente incluso en las prácticas
cotidianas más simples. Un uso meticuloso de la parataxis, a nivel de verso,
párrafo, poema y de la trilogía en su totalidad, despliega la estrategia
marealéctica con la que Brathwaite desconfigura las relaciones de causa y
efecto que justificaban las premisas históricas del discurso colonial, pues cada
elemento se ubica en el mismo plano. El ir y venir impredecible de los
fragmentos conlleva también una transmutación constante, expresada por
Anaya-Ferreira, “Kamau Brathwaite…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 4 / Noviembre 2025 / pp. 48-84 61 ISSN 3008-7619
una diversidad de figuras fónicas y morfosintácticas (onomatopeya,
homonimia, aliteración, asíndenton, anáfora, paronomasia, hipálage) que
apuntan al carácter mismo de la creolización, es decir al proceso sincrético
de dinámicas transversales que reconfigura y transforma sin cesar los
patrones culturales de una variedad de experiencias e identidades sociales e
históricas (Balutansky y Sourieau, 1998: 3).
En la medida en que para Brathwaite (y sus contemporáneos) tanto el
uso de la lengua como la forma literaria tienen un carácter eminentemente
político, y que la relación forma-contenido es indisociable, las máscaras
poéticas desempeñan el papel de articular y hacer confluir la dispersión,
fragmentación y multiplicidad del Caribe, su historia y geografía. En cada uno
de los casos, su caracterización revaloriza la experiencia comunal y su
trasfondo ritual, a la vez que ofrece imágenes alternativas de las historias de
esclavitud y colonización y, en un ámbito que puede ser considerado como
metatextual, cuestiona también la representación de lo africano y su
racialización expresada en el concepto de negro. La figura de un griot opera
como hilo conductor que cohesiona la experiencia antillana. De modo
significativo, establece una relación metonímica con la tradición oral de
África y asume la función de historiador (negada en el discurso colonial) que
recupera la memoria y la imaginación histórica colectiva mutilada en el Middle
Passage. El acto de enunciación en el presente otorga a la lengua una facultad
ritual, que proviene del pasado; se sitúa, por lo tanto, en la esfera de la cultura
y la espiritualidad africanas, por lo que necesariamente requiere de un
vehículo lingüístico adecuado para su expresión: la nation language. Así, nation
language tiene una base que proviene del inglés, pero se expresa con carácter
otro como un aullido o un grito o una ametralladora o el viento o una ola.
También es como el blues (Brathwaite, 1984: 13). Simultáneamente, encarna
o corporiza la conciencia del pasado, pues implica un cosmos-lengua por
derecho propio. Implica una energía-lenguaje que, al transportar la memoria
y el bagaje de los ancestros, incorpora la sabiduría enriquecedora (la
reverberación) del pro(verbio), la itálica y la nomenclatura (Phaf, 1996: 313).
Al conjugar los recursos antiguos y modernos, (demoníacos, mágicamente
surreales, vuduistas), el lenguaje-nación siempre mira al futuro de la nación /
la lengua / la cultura (Phaf, 1996: 313).
Sin embargo, la máscara poética del griot no permanece fija, pues
temática y formalmente adquiere la fisonomía del tópico específico del
poema en cuestión. Es un narrador que habla por la comunidad y narra
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Número 4 / Noviembre 2025 / pp. 48-84 62 ISSN 3008-7619
relatos de migraciones primigenias; se transforma en el okyeame, relator que
recupera la especificidad de la cosmogonía akan en la que Brathwaite sustenta
su arqueopoética; asume rasgos rastafaris y se identifica con su rebelión
espiritual; y se fusiona con el yo poético de Brathwaite, quien hacia el final de
la trilogía asume el rol de sacerdote o houngan de la ceremonia vudú que
cierra el ciclo. La presencia del griot se complementa con las voces de Tom
y Calibán, representaciones emblemáticas del otro racializado en el canon
anglo-estadounidense que aquí exponen las dolorosas experiencias modernas
de los afrodescendientes en Estados Unidos y el Caribe. Sus poemas se
distinguen por un tono dramático que oscila entre un desaliento existencial y
el anhelo por una vida mejor. Finalmente, un yo poético introduce elementos
autobiográficos que inscriben a Brathwaite en su propia epopeya por lo que
esbozan una dimensión metapoética que sitúa a la obra en su entorno de
poscolonialidad.
Ahora bien, la forma en que Brathwaite incorpora el aspecto
performativo de la nation language consiste en un denso sustrato de referencias
musicales afrodescendientes que reactualizan los ritmos, las texturas y los
tropos soterrados que distinguen la experiencia (popular) negro-
afrodescendiente. Cada uno de los libros entrelaza diferentes dimensiones
espacio-temporales en las que los límites entre mito e historia se desdibujan
para generar, de modo un tanto impresionista, sensaciones y emociones que
perviven en la conciencia. Brathwaite comienza ubicando la experiencia negra
del Nuevo Mundo (en este caso, en locaciones marginadas de Estados
Unidos y el Caribe) en el marco de las múltiples migraciones
afrodescendientes, empezando por una diáspora originaria siglos antes del
Middle Passage desde la región oriental del continente africano (¿quizás
Axum, hoy Trigray, entre Etiopía y Eritrea?), pasando por el desierto, hasta
llegar a la costa occidental. El título del libro, Rights of Passage, juega con la
homonimia de rites of passage, y empalma conceptualmente las ceremonias
rituales tradicionales del África con las exigencias modernas de equidad social
y, en las décadas de 1960 y 1970, con la intensa búsqueda de derechos civiles
de la población negra en Estados Unidos. La primera sección, Work Song and
Blues, alude a los cantos de las personas esclavizadas en los campos de caña
o algodón en las Américas y los vincula con la historia del blues y el jazz
como ejemplos de resiliente creatividad humana. Es siguiendo la pauta de
estos géneros que se debe iniciar la lectura de la epopeya.
Anaya-Ferreira, “Kamau Brathwaite…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 4 / Noviembre 2025 / pp. 48-84 63 ISSN 3008-7619
Los rasgos distintivos del concepto nation language, entendido ya como
lengua y lenguaje nación, inciden en el ritmo, el timbre y la dicción (tanto en
la forma de pronunciar las palabras como en su grafía inscrita en el texto).
Apuntan al carácter acústico y performativo que para Brathwaite constituye
la esencia de la cultura caribeña y que se expresa en el ruido que
desestabiliza al inglés estándar. Ese ruido alude a los símiles antes referidos
con los que Brathwaite describió la nation language el grito, el aullido, los
disparos, o el sonido del viento y el mar pero también, y esto es fundamental
como parte de la estrategia de resistencia cultural, por parte del autor, a esa
dimensión soterrada, oculta, que él mismo había identificado en su libro Folk
Culture of the Slaves in Jamaica (1970). Mark Harris sostiene que, para
Brathwaite, las primeras intuiciones sobre el potencial del jazz se gestaron en
su investigación histórica, a partir de la cual reconoció que los blancos
desestimaban y rechazaban la música y la tradición oral de las personas
esclavizadas como ruido indefinido porque no comprendían que tanto sus
escalas tonales como su coreografía se basaban en tradiciones no-europeas
(Harris, 2021: 32). El griot, entonces, entona su canto en versos
fragmentados, con palabras monosílabas que adquieren una cualidad
onomatopéyica y que otorgan a los poemas una textura disonante. Lo
anterior es evidente desde el poema que abre la trilogía, muy citado por la
crítica, Prelude, y puede apreciarse también en otros como New World
A-Comin, en el que Brathwaite desmantela la posibilidad utópica sugerida
en la referencia intertextual a la famosa rapsodia para piano y orquesta de
Duke Ellington, compuesta en 1945, para introducir en versos desgarradores
la violencia física ejercida sobre las personas esclavizadas, para quienes el
Nuevo Mundo no representó un espacio protector:
Click lock
your fire-
lock fore-
arm fire-
arm flashed
fire and our firm
fleshed, flame
warm, fly
bitten warriors
fell. (Brathwaite, 1973: 9)
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Aquí, las aliteraciones producen una cacofonía que, aunada a la
fragmentación de los versos, dificulta tanto la pronunciación como la lectura.
El ruido onomatopéyico click-lock-lock evoca los mosquetes con los que se
sometía a los africanos para esclavizarlos, mientras que el fricativo /f/,
aunque podría sugerir una noción de levedad, al introducir palabras asociadas
a los destellos del fuego y de los fusiles, genera una percepción aural y
emocional de violencia indiscriminada. El poema es tan impactante en su
fragmentación visual y auditiva, en su fractura métrica, que las implicaciones
de las acciones presentadas de forma paratáctica se diluyen en una primera
lectura/escucha: su antebrazo y sus armas dispararon fuego y nuestros
guerreros cayeron. Sin embargo, en su brevedad, esta viñeta agrega una
dimensión histórica y geográfica que sólo se puede comprender si se visualiza
la estructura marealéctica de Brathwaite, pues a lo largo de varios poemas la
corporeidad de los guerreros ha sido sugerida a través de sus partes: la piel
que recibe los latigazos, la saliva y el sudor con los que construyen las
ciudades, o como en estas líneas, su firme musculatura y fuego vital que les
ha permitido sobrevivir ordalías previas, quizá el éxodo inicial mencionado
en Prelude. La mención de la picadura de mosquitos vincula este poema,
entonces, con dicho trayecto y agrega una especificidad del entorno
geográfico que Brathwaite incopora en un verso enigmático por su
discrepancia contextual, pero que subraya la capacidad de sobrevivencia de la
población:
But populations of flies
arise from the cattle
towns: blood sucking
Try
Panosoma. (Brathwaite, 1973: 5-6)
Los guerreros caídos, entonces, tienen un cuerpo, un fuego vital y han
sobrevivido la enfermedad del sueño; en breve, poseen una historia y, en su
sufrimiento, una subjetividad.
Nation language también impregna, de diferentes maneras, la voz del tío
Tom y sus descendientes en poemas que vinculan la historia del jazz en
Estados Unidos con las problemáticas de la población afrodescendiente que
ha padecido un claro proceso de racialización y, por tanto, discriminación.
La máscara poética de Tom aparece inscrita en el género bíblico del lamento,
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el cual, de suyo, conjuga una profunda manifestación de dolor, pesar y duelo,
dirigida a Dios, ante un suceso catastrófico. Brathwaite introduce a un
aspecto importantísimo de la identidad creolizada de los afrodescendientes
de Estados Unidos y el Caribe, pues inserta el tema subyacente de la
conversión al cristianismo (sobre todo en sus denominaciones protestantes,
en especial la bautista y otras de las llamadas pentecostales) que es
fundamental para la sensibilidad de estas comunidades y, en específico, para
el desarrollo de los géneros musicales como el góspel (spiritual), el blues y, en
el Caribe, los géneros asociados con la cultura del rastafarismo, como el
reggae y el kaiso. En sus lamentos, Tom llora los estragos causados por el
genocidio africano, acomo por la amnesia colectiva que se materializa en
masculinidades violentas y exacerbadas que Brathwaite simboliza en la
sección, Spades, término despectivo empleado en Estados Unidos para
referirse a los hombres negros. El personaje-máscara cumple dos funciones:
por un lado, opera como metonimia de la esclavitud (y por tanto vincula el
presente con el pasado) y, por el otro, debido a su caracterización en la
famosa novela de Harriet Beecher Stowe, publicada en 1852, La cabaña del tío
Tom, ejemplifica los procesos de inscripción textual de figuras otras en el
régimen de representación occidental. Brathwaite resalta la manera en que su
personificación como figura sumisa y servil que parece haber aceptado sin
cuestionar los valores cristianos protestantes que le fueron impuestos
contribuyó a su representación racializada (a pesar de que la intención de
Beecher Stowe, paradójicamente, tenía el fin último de acabar con la
esclavitud).
La estrategia de situar la voz de Tom en una temporalidad presente (de
las décadas de 1960 y 1970) permite a Brathwaite infundirle profundidad
histórica mediante el respaldo intertextual e intermedial de la música de blues,
jazz, reggae y calipso en sus muy diversos subgéneros. De forma magistral,
mediante alusiones, construye la historia afrodescendiente a partir del relato
bíblico del Éxodo (que desempeña, como es sabido, un papel fundamental
en el imaginario negro de las Américas), pasando por el periodo de esclavitud,
hasta llegar a la lucha contemporánea por los derechos civiles en Estados
Unidos y, en África, al simbólico ascenso al trono de Etiopía de Haile
Selassie, como heredero de la dinastía del rey Salomón. Aborda, también, su
representación en el imaginario occidental (Tom, Otelo, los espectáculos
minstrel) y, simultáneamente ofrece una historia del jazz y del reggae, que
críticos como Gordon Rohlehr (1980b) han rastreado con minuciosidad. Los
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instrumentos y las voces de Duke Ellington, Louis Armstrong, Sidney
Bechet, Paul Robeson, Marian Anderson, Bessie Smith, Mahalia Jackson,
Billie Holiday, Nina Simone, Ella Fitzgerald, Dizzy Gillespie, Don
Drummond, Miles Davis, John Coltrane, entre otros, resuenan para
configurar un importante entorno sonoro que sustenta el sustrato histórico-
poético de la trilogía y resalta el ethos subversivo que para el poeta debería
distinguir a la cultura de las Américas.
En relación con la interfaz oral-escritural como elemento central de la
recuperación de lo popular en la obra de Brathwaite, el párrafo previo apunta
a un rasgo que ha sido cada vez más estudiado por la crítica y que puede ser
considerarse como una de sus aportaciones hacia un paradigma
epistemológico decolonial: el autor desmantela la predominancia del texto
escrito y la lectura en silencio, a como del individualismo que ambos
implican, y propone en cambio lecturas compartidas, no sólo en voz alta,
sino, como lo hacía Brathwaite mismo, con una entonación que se
transformaba en canto, en ambientes públicos.
3
Una instancia de esta
perspectiva es la que propone Jacob Edmond, quien sugiere que una escucha
minuciosa puede revelar una percepción consciente sobre aspectos críticos
de la poesía de este autor que son difíciles de aprehender mediante la lectura
silenciosa del texto. Este enfoque es especialmente pertinente en el ámbito
docente, pues lleva a desaprender las técnicas o estrategias tradicionales de
enseñanza de los estudios literarios, por lo que establece un vínculo
interesante con las propuestas del mismo Brathwaite, quien insistía en que la
consolidación de una estética caribeña iba de la mano con desaprender o
deshacer las urdimbres occidentales que marginaban a la región y a su
población.
Edmond sugiere que la escucha minuciosa (close listening) permite
discernir los diferentes énfasis que Brathwaite plasma en el sonido y la voz
como una corporización de la historia y la política del Caribe así como
identificar la resonancia oral que constituía, para el poeta, un factor
3
Brathwaite solía dar conciertos pticos de su obra, en los que resaltaba el aspecto performativo de la lengua.
Su ejecucn poética de Rights of Passage en el teatro Jeanetta Cochrane en Londres, fue el primer evento
blico, en 1967, del recién formado Caribbean Arts Movement, del cual él fue un activo promotor. Partici
ades en innumerables grabaciones de su obra en diversos foros, incluyendo la BBC. Tambn, como relata
Abena Busia, en abril de 1994 se lle a cabo una emotiva performance en la Universidad de Rutgers en el
que la obra fue representada con músicos, actores y bailarines (Busia, 1994: 741).
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identitario que desestabilizaba los ritmos y la métrica de la tradición inglesa
(Edmond, 2020). Este ejercicio auditivo es posible gracias a los formatos
actuales de registro y difusión que brindan acceso a varias grabaciones hechas
por el autor. Además de las que se encuentran en sitios como You Tube,
Genius o The Poetry Archive, el proyecto PennSound, del Centro de Programas
en Escritura Contemporánea de la Universidad de Pensilvania resulta
invaluable. Otra estrategia significativa sugerida por Edmond es la de
escuchar las piezas musicales que, intertextualmente, sustentan el entramado
histórico, temático y formal de cada poema, pues el ritmo, el timbre y la
dicción de cada obra y su ejecutante se entrelazan con la secuencia dinámica
de cada viñeta poética lo que a la vez contribuye a la especificidad contextual
del uso de la nation language.
Así, es posible establecer una especificidad intermedial entre los
poemas y apreciar las cualidades distintivas de los diferentes sonidos y
ruidos que distinguen cada articulación de la nation language. En Tom, el
estribillo Let my children go del espiritual Go down, Moses impregna el
ritmo pausado y el tono solemne de versos como let my children/rise/in
the path/of the morning (Brathwaite, 1973: 14), mientras que en
Folkways los sonidos estridentes en staccato de un tren replican piezas
como How long, how long blues (famosa en la versión de Ella Fitzgerald),
y aluden al título de la novela de James Baldwin Tell Me How Long the Train's
Being Gone (1968), entretejiendo la temática de dislocación y dolor con el
tropo del ferrocarril subterráneo, a saber, la red clandestina que permitía a los
esclavizados fugitivos escapar a los estados libres.
Nation language
y la tonalidad rastafari
Si en los poemas que giran alrededor de Tom predomina un registro en
que la nation language deja escuchar un inglés reconocible, si bien con golpes
distintivos, en las secciones que incorporan la espiritualidad rastafari el timbre
se transforma todavía más. Brathwaite ejemplifica cómo el impulso
compulsivo de las y los autores de su generación por definir formas estéticas
adecuadas y pertinentes iba de la mano, según Rohlehr, de una búsqueda que
desafiaba lo estándar para configurar formatos complejos, flexibles y
polifacéticos (Rohlehr, 1985: 2). El crítico guyanés subraya la percepción
compartida de que lejos de constituir un legado fijo en la cultura popular (del
folk), la tradición oral se caracterizaba por permitir exploraciones creativas
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vitales y dúctiles. Y, en la medida en que estas exploraciones se ocupaban de
cuestiones relacionadas con la energía, su forma tenía el propósito de
contener dicha energía en los procesos de re-ejecución ritual y catarsis. Por
lo tanto, aunque la inclusión de la tradición oral en el marco escritural-literario
reconocía dos paradigmas el secular y el religioso, en realidad la dimensión
secular siempre estaba permeada por la religiosa. Además, Rohlehr realiza
una precisión importante: al hablar del paradigma religioso no se habla de la
religión misma, sino de un modelo o tropo disponible para convertirse en
un forma estética que, al igual que los otros elementos que contribuyen a la
creolización, también se puede ubicar dentro de un continuum que abarca
tanto al contenido religioso no europeo (de origen africano, asiático o
amerindio) como al europeo (en su diferentes denominaciones) (Rohlehr,
1985: 4).
Los poemas relacionados con el contexto rastafari ofrecen vislumbres
significativos de los compromisos lingüísticos, poéticos, sociales y políticos
de Brathwaite y ubican las vivencias de los afrodescendientes
contemporáneos en las islas del Caribe, en especial, Jamaica. Aquí, la visión
rastafari conjuga lo secular con lo religioso como parte intrínseca de su
identidad y conecta la realidad del Caribe ante los embates del materialismo
estadounidense con la presencia simbólica y real de Haile Selassie, como
Negus (Emperador etíope, de la dinastía de Salomón) y como figura que
resistió la expansión del imperialismo europeo en África, logrando expulsar
a las fuerzas italianas enviadas por Benito Mussolini. En Wings of a Dove,
Brother Man comparte las contradicciones emocionales de los descendientes
de Tom y encarna de modo quizá más exacerbado el anhelo por un retorno
a África, construido en el imaginario rastafari como un regreso a Etiopía, la
tierra prometida, refugio espiritual para escapar de la explotación capitalista
y la corrupción moral de Babilonia. Brathwaite caracteriza a Brother Man en
el momento de trance visionario producido por la mariguana: escapa del
entorno de precariedad en los asentamientos marginados en los que comparte
el suelo con los ratones para adquirir una voz profética en la que individuo y
comunidad se vuelven una sola persona en comunión con el dios rastafari
Jah. Tanto en forma como en contenido, este poema muestra los procesos
complejos de creolización que Brathwaite incorporó en su poética. Por un
lado, introduce el sustrato bíblico-cristiano mediante la alusión al Salmo 55
que conecta a los rastafaris con la línea genealógica del rey Salomón, pues la
autoría del salmo suele atribuirse al rey David. Inscrito también en el género
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del lamento colectivo conlleva también un sentido de esperanza, que
contribuye a la dramática urdimbre de la trilogía. El verso Quien me diese
alas como de paloma (Biblia, Salmos 55.6) queda inscrito en el tulo del
poema, pero éste se refiere, en realidad, a la canción popularizada por Carlos
Malcolm. Aunque inscrita en un género precursor del reggae, el ska, la pieza
recupera una canción ritual de la tradición pukumina,
4
cuyas bases sincréticas
que incorporan percusiones, canto, baile, posesión espiritual y sacrificios
animales e insertan ideas africanas sobre las deidades y los ancestros en un
marco cristiano se conectan también con prácticas pertenecientes al llamado
Zion revivalism que a su vez derivará en el movimiento religioso afro-
jamaiquino del Rastafarismo.
Por lo tanto, en este poema Brathwaite construye una genealogía
rastafari que la conecta con las creencias afro-descendientes del folk.
Introduce el género ska como una posibilidad equivalente al ethos subversivo
contenido en el blues y el jazz para las zonas marginadas de Jamaica, en
especial de Kingston, su capital, pero agrega diferentes estratos para
consolidar la visión profética y apocalíptica de esta comunidad. En su rol de
profeta, Brother Man trasciende su precariedad material e incorpora el I talk,
esa forma distintiva creada por los rastafaris que constituye el llamado Dread
talk o Iyaric language. Los versos And I/Rastafar-I (Brathwaite, 1973: 42)
insertan el concepto I and I (Yo y Yo) con el que se enfatiza la
interconexión entre el ser individual y lo divino (y que en un nivel socio-
político tiene para los rastafaris la finalidad clara de romper con las jerarquías
coloniales). En términos léxicos, como indica Velma Pollard, el cambio de la
función pronominal del I (yo) sobre el uso del me (en sustitución del yo) en
creol jamaiquino implica un cambio conceptual importante pues a la vez que
tiene implicaciones filosóficas, que subrayan la conciencia rastafari de la
divinidad, apunta hacia la cualidad sonora de la lengua, rasgo esencial del
4
Este aspecto es muy importante para el movimiento marealéctico de la trilogía, pues se vincula con el
epígrage que abre la colección: una cita en la que Imogen Kennedy, Kumina Queen de Jamaica, hablando
en creol, reconoce que su origen (muh ol' arrivance) proviene de África, que sus abuelos le enseñaron
las lenguas y rituales del continente, pero que su arraigo está en Jamaica (I doan belongs to Africa, I
belongs to Jamaica. I born here). El epígrafe guía varios de los hilos conductores de la trilogía, pues
resalta la predominancia de la nation language, de la tradición oral y de la ritualidad africana. Incorpora,
además, las nociones de arrivance y arrivant en un sentido simbólico para referirse a los ancestros africanos
transportados por la fuerza a Jamaica. Se han identificado incluso que las prácticas incorporan aspectos
taínos, por lo que esta manifestación religiosa ejemplifica la complejidad del fenómeno de creolización
analizado por Brathwaite (De line y O’shaughnessy, 2018: 138).
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Dread talk, pues existe un poder especial en lo que para los rastas constituyen
wordsounds (sonidospalabras) (Pollard, 2014: 464). Dentro del marco místico
rastafari, Brother Man asume el papel de guerrero/sacerdote que reconoce el
estado de marginación de su gente y alienta, mediante una visión apocalíptica,
a una rebelión espontánea que constituye, en palabras de June D Bobb, la
culminación de una historia de varias formas de violencia mental y física
contra los pobres (Bobb, 1998: 182). El llamado ocurre después de una
ceremonia groundation o grounation (para conmemorar fechas importantes de
su tradición, muchas veces asociadas con Selassie o con Marcus Garvey), en
la que Brathwaite recrea el entorno sonoro mediante versos fracturados,
caracterizados por monosílabos que producen onomatopeyas, aliteraciones y
consonancias, que remiten al sonido de los tambores. A su vez, la visión
apocalíptica presagia el final de la era de Babilonia, mediante el sonido
simbólico de las percusiones, causando una exaltación colectiva que a su vez
genera un sentido de esperanza por un tiempo mejor:
So beat dem burn
dem, learn
dem that dem
got dem nothin'
but dem
bright bright baubles
that will burst dem
when the flame dem
from on high dem
raze an' roar dem
an' de poor dem
rise an' rage dem
in de glory of the Lord. (Brathwaite, 1973: 45)
Para recrear el timbre distintivo de esa tradición, el autor concluye este poema
con lo que él mismo llama la estructura de sonido de los tambores rastafari
y transcribe una de las variaciones fónicas con que las lenguas vernáculas
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desestabilizaron la pronunciación del inglés estándar. La sustitución del
artículo the por la grafía de genera un sonido más explosivo, más cercano al
ruido que distingue el entorno caribeño, de tal forma que el modelo tmico
(rhy
th
mic) del inglés cede el paso a aspecto r
idd
imic que constituirá la base de
una nueva tradición poética, como la de la poesía dub representada por figuras
como Oku Onuora, Michel Smith y Linton Kwesi Johnson (Brathwaite,
1984: 33-34).
Ahora bien, al palimpsesto cultural evocado en las relaciones
intertextuales que mencioné arriba es posible agregar otro concepto (o
proceso) que adquiere una presencia crítica cada vez más visible para
describir el espíritu de creatividad y resistencia en las manifestaciones
culturales del Caribe y que para Jacob Edmond contribuye a definir y
comprender la poética de Brathwaite. Versioning tiene su origen en el ámbito
de industria musical y performativa de Jamaica, en especial en relación con la
tradición del reggae y del dub, en la que los técnicos de sonido sobreponían,
doblaban o mezclaban nuevas versiones a creaciones originales con fines
comerciales (Edmond, 2020). La analogía se incorporó en los análisis de la
crítica cultural con el fin de subrayar el carácter improvisacional y
diferenciante de las lenguas vernáculas (que versionan el inglés estándar) y
de la producción, tanto popular como literaria, al grado de cuestionar la
noción de la obra de arte fija y definitiva, permanente, casi eterna, como
muestra fehaciente de la civilización. Versioning apunta a la importancia del
proceso y no de la versión final y se vincula de forma iluminadora al
paradigma oral que para Brathwaite tenía que ser el fundamento de su
estética. Wings of a Dove ejemplifica esta postura creativa e insiste, una
vez más, en la idea de metamorfosis y mutabilidad como elementos
característicos de la cultura creolizada del Caribe, pero también en la
convicción de que los sonidos performativos que otorgan sentido a las
producciones culturales deben ser adecuadamente situados en su contexto
histórico y geográfico. Si cada capa del palimpsesto texto-músico-cultural en
el poema transforma la versión anterior y desestabiliza cualquier intento por
alcanzar una totalidad hegemónica con un origen fijo y autorizado, cada
elemento y cada ruido/sonido, paradójicamente, contribuye a historizar los
procesos y las prácticas que fueron borrados por el fenómeno colonial. En el
poema, como acertadamente identifica Odette Cortés, Brother Man, a
través de su función metonímica, es un personaje que representa un
momento histórico en el Caribe que resiste y se opone a la presencia
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Número 4 / Noviembre 2025 / pp. 48-84 72 ISSN 3008-7619
neocolonial en las islas, pero también, al retomar los patrones tmicos de
las percusiones que cargan con la memoria histórica produce una
performatividad historizada que tiene el propósito de desencadenar la
acción comunal (Cortés, 2022-2023: 71).
Nation language
y la visibilidad del creol
La performatividad historizada que Brathwaite recrea por medio de los
sonidos percutivos en Wings of the Dove constituye una de las expresiones
del devenir marealéctico en el que pasado, presente y la posibilidad del futuro
confluyen mediante la nation language para establecer conexiones entre los
fragmentos discontinuos que configuran la identidad sumergida del
archipiélago. En la trilogía, la presencia del tambor sea nominal, temática o
fónica va más alde un simple retorno nativista a los orígenes o una imagen
estereotípica del ritmo afrodescendiente. Constituye, más bien, un motivo
mediante el cual el autor rehumaniza la historia y las espiritualidades de África
y sus diásporas después de la ruptura y dislocación psíquica ocasionada por
la colonización. En su materialidad como instrumento ritual que da voz a lo
divino, el tambor reconfigura la memoria ancestral que a través de la tradición
oral-performativa ha logrado aparecer en la superficie de la historia sumergida
del archipiélago. Junto con los otros poemas en los que el tambor opera como
elemento unificador de la conciencia afrodescendiente, Wings of a Dove
contribuye a establecer los puentes o redes de sonido que vinculan los
orígenes rituales de la palabra con las realidades diaspóricas en las Américas,
es decir que entretejen lo sagrado y lo secular en las vivencias
contemporáneas. Las metáforas de la sonoridad del puente y la red son
empleadas por Brathwaite para ilustrar las formas en que lo intangible e
inmaterial logró trasladarse entre continentes y personas para establecer
vínculos con todo aquello que trató de ser erradicado durante la colonización
y la esclavitud. A pesar de las condiciones de sometimiento, la población
diaspórica nunca se separó completamente de su Nommo, definido por Adisa
Alkebulan como el poder de la palabra hablada, portador de la energía que
produce toda la vida y ejerce influencia sobre todo, desde el destino hasta el
nombre de los niños (Alkebulan, 2009: 454) y que para Brathwaite
constituye el ADN identitario de la región. Como afirma Florencia Bonfiglio,
es precisamente la revalorización de los símbolos, mitos y ritmos caribeños
de origen africano [...] lo que distingue la poesía de Brathwaite tanto de la
mera experimentación fonética vanguardista como del negrismo primitivista
Anaya-Ferreira, “Kamau Brathwaite…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 4 / Noviembre 2025 / pp. 48-84 73 ISSN 3008-7619
anterior (Bonfiglio, 2009: 38-39). Ante el silenciamiento impuesto por las
fuerzas coloniales, para el poeta esta fuerza vital se manifestó en la forma de
una vibración de resistencia, por lo que incluso si no emergía como
palabra, lo hacía como sonido, vibración (Brathwaite, 1996: 7),
cualidad que sustenta la expresión performativa de la nation language.
En los poemas Jah y Ananse (que abren el tercer libro de la trilogía,
Islands), esta vibración es lo que reverbera en las expresiones bridges of
sound y webs of sound que comunican el espíritu creativo y resiliente de
las culturas afrodescendientes de las Américas. La expresión bridges of
sound se vincula con la música de África no sólo a través del tambor ritual
Atumpan que desplegó todo su significado religioso en el segundo libro,
Masks. Transmite también los sonidos de los cuernos de elefante, Mmenson,
que anuncian con solemnidad la historia de los grandes reinos recreada en
dicho libro y que en Jah son recuperados, a partir de los ecos de los
elefantes de Nairobi, por los incontables músicos de jazz (en especial de
instrumentos de aliento) que los reconfiguran con rasgos culturalmente
específicos, como la blue note, la cracked note y la flattened fifth
5
(Brathwaite, 1973: 162). Para Gordon Rohlehr, estos rasgos reintegran la
memoria de una escala no occidental, no temperada y no diatónica
(Rohlehr, 1980a: 22) en la que los instrumentos podían ser empleados como
una extensión de la voz humana y se conectan con los géneros tempranos
en las Américas, como las worksongs y los spirituals. Por su parte, webs of
sound incorpora de nuevo la palabra hablada, ahora a través del dios araña
Ananse, quien sobrevivió en los intersticios de los navíos esclavistas y por
tanto es el símbolo de creación y sobrevivencia y canción y relato
(Brathwaite, 1996: 8). Encarna otra dimensión de la nation language y, a pesar
de permanecer oculto en los rincones del techo en las casas de los pobres,
respirando the dust, desert's rainfall of soot (Brathwaite, 1973: 166) da voz
a la memoria.
En los poemas donde las máscaras poéticas ceden el espacio al
anonimato del folk, Brathwaite incorpora la dimensión coloquial del creol
para explorar otros aspectos de la experiencia popular del archipiélago situada
en un tiempo presente de los campesinos y las clases trabajadoras urbanas
para quienes la vida cotidiana encarna las cicatrices de la memoria histórica y
5
Respectivamente, nota azul o nota de blues, nota agrietada o rota, quinta disminuida (también conocida
como intervalo del diablo). Todas son expresiones provenientes de la cultura del jazz.
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la marginación. Aquí la nation language articula la importancia de la oralidad
como acto de enunciación que reintegra un ethos de resistencia social y
cultural que se despliega en diferentes espacios comunales en los que la gente
ordinaria recupera su derecho a hablar y a actuar. Considerados como
poemas conversacionales (o talk poems), The Dust, Shepherd, Rites,
Cane y The Stone Sermon, ofrecen vislumbres del microcosmos social,
político, económico & sicológico de la cultura que para el poeta se
manifiesta en locaciones simbólicamente denominadas yard (patio) en las
que confluye lo sagrado con lo secular y se establecen redes de solidaridad
mediante la sica y narración oral: El patio es donde se retransmiten las
anansesem [historias de Ananse] & donde la MÚSICA (espacio de steelpans) se
inventa (steelpan) & y se crea (tambor, kaiso) (Brathwaite, 1996: 3).
6
Como
ejemplos de la interfaz oral-escritural, los poemas subrayan, una vez más,
pero de manera diferente, que para el poeta la elección del registro lingüístico
y de las formas poéticas siempre conlleva una carga política. Al demostrar
que en la epopeya era posible escribir/inscribir esa lengua considerada como
broken English y por tanto incorrecta, Brathwaite confirió carácter poético
a esas experiencias de la gente que no tiene nada y, al mismo tiempo, ratificó
la legitimidad de las formas vernáculas del Caribe como lenguas por derecho
propio.
En la medida en que representan el ejercicio de experimentación
poética de Brathwaite, estos poemas ilustran, además, las tensiones culturales
que definían el proceso de integración de una literatura regional que
privilegiara la voz popular. En específico, el traslape entre lo oral y lo
escritural sobre el que el poeta sustenta su transcripción del creol en el papel
produce un grado importante de extrañamiento visual para quienes se
aproximan al texto tomando como base referencial al inglés estándar. La
rareza de la ortografía y las particularidades gramaticales del creol ocasionan
que el proceso de desciframiento se torne ilegible. Jacob Edmond retoma la
anécdota de Brathwaite sobre cómo los editores de la Oxford University
Press, que preparaban el manuscrito de la trilogía para su publicación y que
habían rechazado poemas como Rites pues los consideraban
incomprensibles, sólo aceptaron incorporarlos después de escuchar la lectura
en voz alta del autor (Edmond, 2020). Irónicamente, Brathwaite demostró el
poder de la voz hablada, que había sido la aportación involuntaria a la
6
El juego tipográfico es una de las peculiaridades de los escritos de Brathwaite y constituirá el rasgo
distintivo de su obra tardía, en la que desarrolla el llamado “Sycorax video style”.
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poesía anglo-caribeña de la gran figura del modernismo inglés, T. S. Eliot, y
de paso confirmó que la fuerza de la nation language radicaba en su
performatividad. Por otro lado, las diferentes variaciones del creol
adquirieron validez social y cultural y el hecho de que pudieran quedar
plasmadas en papel, su escribibilidad, ratificó su legitimidad como lenguas
por derecho propio (Cooper, 2012: 165-166).
Ubicado en el primer libro de la trilogía, Rights of Passage, The Dust
entreteje voces de mujeres dentro de la urdimbre que rastrea las
repercusiones de la estructura esclavista en la población rural del archipiélago.
Ante el pesismismo de Tom, las mujeres muestran en su arraigo a la tierra
una resiliencia que surge del poder de la empatía y de una percepción de lo
numinoso que les permite sobrevivir, con estoicismo, su condición de
precariedad. Sus diálogos afables, a diferencia del tono exaltado de la voz
rastafari en Wings of a Dove, expresan el sentido de comunalidad que
mantiene la cohesión social del entorno. Su voz está claramente inscrita en la
sensibilidad afrocreole que mantiene, quizá de forma inconsciente, vínculos
inmemoriales con África, pero también está determinada por las estructuras
de los valores impuestos por la religiosidad cristiana (de las denominaciones
protestantes). Encarna una sabiduría colectiva que da cuenta de los
problemas de la vida cotidiana, integrándolos a una dimensión cosmogónica
que ilumina su entendimiento intuitivo de la historia de la región y a la vez la
vincula con la historia de la humanidad.
La trama del poema se lleva a cabo en uno de esos espacios
comunales que para Brathwaite sustentan la expresión del folk. De hecho, se
puede decir que las mujeres escenifican el rescate de la memoria en el acto de
interlocución en el que el chisme, el rumor y los relatos especulativos ofrecen
versiones alternativas del marco hegemónico establecido por el orden social
y la historia oficial de la colonización. Afuera del estanquillo rural donde
todavía pueden comprar fiado, recurren a la medicina tradicional para aliviar
sus males, apoyadas en una fe incondicional:
how you? How
you, Eveie, chile?
You tek dat Miraculous Bush
fuh de trouble you tell me about?
[...]
I int know, Pearlie,
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man. Any-
way, the body int dead.
A'ready?
Then all uh kin say
an' uh say it agen:
we got to thank God
fuh small mercies.
Amen,
Eveie, chile.
Amen,
Eveie chile
an' agen
I say is Amen. (Brathwaite, 1973: 62-63)
Tratan de entender su precariedad actual en una dimensión cosmogónica en
que la historia oral y el relato bíblico confluyen para esclarecer la realidad. Se
explican los estragos causados por la sequía incorporándolos como parte de
un imaginario religioso que los construye como un castigo divino (pero que
parece silenciar la causa real, la dislocación de la esclavitud):
Is de pes-
tilence, man.
Same kind o' sickness,
like wickedness, man, dis-
favour de yams. (Brathwaite, 1973: 64)
A su vez, de forma intuitiva, incorporan sus vivencias marginales como parte
de una humanidad que también enfrenta castigos inexplicables:
Is the pes-
tilence, man.
Mister Gilkes say is a test
o' de times like the nine-
teen fourteen an' eighteen
war when they burn out ' e balls
wid dat yellowin' mustard gas. (Brathwaite, 1973: 64)
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Con un movimiento marealéctico, entretejen la creencia cristiana de que la
peste, el hambre y la guerra son castigos divinos que integran su existencia
periférica a una historia de la humanidad. Si su sufrimiento es como una
prueba divina tan inexplicable como el dolor causado por el gas mostaza
durante la primera guerra mundial, entonces la posibilidad de enfrentar el
apocalipsis los integra a la colectividad humana:
Is
the pes-
tilence, man. You
int hear
the silence? Pastor
say las' night in the Chapel
that the Writin' Han' pun the Wall. (Brathwaite, 1973: 64-65)
Brathwaite reconstruye, de forma sutil, cómo el imaginario del Antiguo
Testamento forma parte de espiritualidad popular como resultado de la
conversión protestante de las personas esclavizadas y sus descendientes,
quienes encuentran un vínculo con la interpretación del profeta Daniel sobre
la caída del rey Belsasar de Babilonia para tratar de entender su propia
calamidad. En el ir y venir de la imaginación, la voz de Olive recupera la
memoria de otro evento catastrófico que solo permaneció en la historia oral,
la erupción en 1902 del Monte Pelée en la isla Martinica:
But that isn't all!
you remember that story
Gran' tell us 'bout May
dust?
[...]
All uh know
is that one day suddenly so
this mountain leggo one brugg-a-lung-go
whole bloody back side
o' this hill like it blow
off like they blasting stones
in the quarry. (Brathwaite, 1973: 65-66)
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Por la forma en que Brathwaite integra los ritmos y la dicción de la oralidad,
así como los testimonios de las creencias que configuran una filosofía
popular, The Dust es considerado como un ejemplo de su capacidad para
recrear esa voz que, en el contexto de los debates sobre la filiación estética
de la emergente literatura nacional/regional, debía constituir el paradigma
principal. Dentro de la trilogía, este sustrato conlleva una conciencia latente
pero profundamente conmovedora de una historicidad profunda que pervive
en la memoria del folk y que se manifesta unas veces como resignación y otras
como resistencia para actuar como contrapunto del imaginario más amplio
propuesto por las máscaras poéticas. Para Anthony Reed, el concepto de
nation language constituye, de hecho, otra forma de concebir la escritura
literaria y el énfasis en la voz tiene la función de capturar la 'esencia
verdadera' de un pueblo actual en su existencia más fundamental (Reed,
2014: 519). Dentro de la urdimbre paratáctica de la trilogía, de forma
minuciosa, los elementos formales y temáticos de The Dust, aparecen
replicados en el tercer libro, Islands, en el poema Cane, en donde la voz de
Olive reconoce con hartazgo que la aceptación cristiana del sufrimiento no
basta para explicar ni la esclavitud ni la situación actual de marginación:
[...]
for we tired o'laws
that still sayin' 'No,
time isn't come yet' (Brathwaite, 1973: 227)
Rechaza la actitud sumisa de Tom y propone como acto de resistencia
incendiar los campos de caña para acabar con las estructuras de dominación.
Esta actitud aparece también, incluso, en Rites, poema que con ironía
fusiona metafóricamente la noción de los ritos de paso con los rituales
colectivos de un partido de cricket, pero en el que Brathwaite incorpora un
potencial subversivo en la narración hiperbólica escenificada por un sastre.
En Rites, que bien podría formar parte del subgénero del épico
burlesco y ser el tema de un calipso, el autor ofrece otra instancia más en la
que lo popular se inserta en lo literario, de tal modo que la manifestación
escritural del creol desmantela los preceptos jerárquicos con los que el inglés
estándar mantenía la hegemonía del imperio. La trama se construye alrededor
de dos locaciones que representan esos espacios que para Brathwaite
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encarnan la expresión de lo popular. Por un lado, el estadio Kensington Oval
de Barbados (que replica el estadio londinense del mismo nombre, la
geografía imperial inserta metonímicamente en el espacio colonial) se
convierte en el campo de batalla donde el equipo local se enfrenta al
Marylebone Cricket Club (MCC) de Inglaterra, un desafío deportivo que
puede desatar la resistencia anticolonial en cualquier momento. Por otro, el
taller de costura abre un espacio de convivencia para que el sastre narre con
lujo de detalle las hazañas de los deportistas-guerreros (Frank Tae Worrell,
Everton Weekes, Clyde Walcott) que enfrentaron al equipo imperial y articule
la voz de la rebelión:
But is always the trouble wid we:
too fraid an' too frighten.
Is all very well when it rosy an' sweet,
but leh murder star an bruggalungdung!
7
you cahn fine a man to hole up de side. (Brathwaite, 1973: 198)
Este es un ejemplo revelador de cómo Brathwaite usa los fragmentos de la
historia, aparentemente discrepantes, para entretejer la complejidad del
fenómeno colonial. Si a lo largo de los tres libros ha ofrecido vislumbres de
acontecimientos que configuran diferentes facetas de la conciencia colectiva,
aquí reconstruye un episodio que enfatiza cómo se ejercía el poder colonial
incluso en actividades que podrían estar desprovistas de una carga política: el
poema recupera la memoria de una controvertida gira realizada por el equipo
inglés a principios de la década de 1950 en la que el latente malestar social
estuvo a punto de explotar en un levantamiento mayor. El empleo de la nation
language, lengua/je nación, no puede más que estar integrado dentro del
impulso subversivo implícito en el contenido del poema.
En cada uno de los poemas de la trilogía épica The Arrivants, Brathwaite
ofrece un emotivo vislumbre relacionado con ese traumático fenómeno de
despojo y dislocación que implicó el tráfico forzado de millones de personas
esclavizadas entre África y América y que constituye una de las historias más
abyectas del proceso de expansión de la civilización europea. Junto con los
siglos de silenciamiento y borramiento europeo de las culturas africanas, la
7
La grafía difiere de la que aparece en “The Dust”.
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travesía conllevó un proceso de racialización que transformó a estos seres en
negros, los desposeyó de representación jurídica, los privó de su lengua y
les negó la subjetividad. Su ingreso a la modernidad (capitalista), la cual se
consolidó gracias a la incursión europea en el continente americano, conllevó
su cosificación y su incorporación a la economía de representación europea-
estadounidense. Sin embargo, como bien señala Achille Mbembe, a pesar de
haber sido convertidos en símbolos de abyección, siempre lograron, [a]
través del gesto y la palabra, teje[r] relaciones y un universo de significaciones;
inventa[r] lenguas, religiones, danzas y rituales; crea[r] una 'comunidad'
(Mbembe, 2013: 78-79).
Pionera de una tradición literaria independizada del marco hegemónico
británico, la aportación de Brathwaite va más alde visibilizar, sonorizar y
legitimar la presencia cultural africana en el Caribe y la importancia de las
lenguas vernáculas y creoles para su difusión. Su gran contribución se sitúa
en haber sembrado la semilla de una transformación epistemológica que
puede ser leída a la luz de las teorías actuales de la descolonización. De estas,
la propuesta globaléctica de su contemporáneo, colega y amigo, el autor
gikuyu-keniano Ngũgĩ wa Thiong’o, extiende aún más las ideas expresadas
por Brathwaite desde los primeros os de la década de los 1970 en su
famoso ensayo The African Presence in Caribbean Literature (publicado
en Roots, en 1993), en el sentido de que dicha presencia sólo puede ser
apreciada después de redefinir el término literatura para incluir el material
no escritural [nonscribal] de la tradición folk/oral, pues, de hecho, esta
tradición tiene una tradición mucho más larga que nuestra tradición
escritural(Brathwaite, 1993: 2004). Ngũgĩ identifica cómo la contraposición
entre oral y escrito y entre tradición oral y tradición literaria fue una
bisagra efectiva en el complejo fenómeno histórico que edificó a la
producción cultural europea como la civilización occidental. La hegemonía
de lo escrito sobre lo oral produce una doble colonización, pues se jerarquiza
a una lengua (no europea) como inferior a otra (europea) y se considera que
su ontología oral es también inferior que la (pr)esencia escrita de la europea
(Ngũgĩ, 2014: 64). Al reubicar la trascendencia de lo oral/popular en la
tradición cultural de un pueblo, Brathwaite desmanteló la jerarquía
colonialista y corroboró, como propone Ngũgĩ, que sólo las redes y no las
jerarquías liberarán la riqueza de lo estético, sea este oral o literario (Ngũgĩ,
2014: 85).
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