Busquet, “Detalles de la Tierra…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 4 / Noviembre 2025 / pp. 280-284 280 ISSN 3008-7619
SOBRE
DETALLES DE LA TIERRA SIN MAL
DE PABLO FRANCO
La Flor Azul, 2025
Por
Adela Busquet
Universidad de Buenos Aires - CONICET
Profesora de Filosofía por la UBA, actual doctoranda en Letras por la misma universidad y beca-
ria doctoral del CONICET. Se desempeña como docente en la Universidad del Cine y la Universidad de
Belgrano. Es adscripta a la cátedra “Poesía Universal I” de la UNA. Participa de proyectos de investiga-
ción en la UBA y la UNA.
Contacto: lelibusquet@gmail.com
ORCID: 0000-0002-2740-8650
DOI: 10.5281/zenodo.7474686
RESEÑAS
Busquet, “Detalles de la Tierra…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 4 / Noviembre 2025 / pp. 280-284 281 ISSN 3008-7619
“Es o no es escritura de IA”, tal el fantasma que recorre hoy el campo textual.
Perseguida por esta nueva espectrología, me sentí en libertad de escribir
acompañada más por el ritmo que la lectura de este libro impregnó, que por
las directrices académicas que indican la correcta escritura: espejo, hoy día,
de una textualidad artificial. Supongo que hay estelas, seguramente mínimas,
de ese español antiguo que se lee en fragmentos transcritos de los diarios de
Colón y otros tantos registros de época. Y supongo, también, posiblemente
haya algún que otro rastro de la oralidad americana ¿cómo llamarla? que el
libro recoge y transcribe de las tantas fuentes que lo habitan.
¿Cuál es la fuerza motriz de esta obra que viaja, a través de los distintos
capítulos, a tiempos, algunos cercanos, otros tan lejanos como fundacionales?
Esa pregunta acompaña mi lectura de este libro especialísimo. Libro hecho
de libros, en el sentido de libro de lecturas: Pablo Franco cuenta lo que lee,
las obras que efectivamente leyó y dejaron en él una conciencia que no pudo,
sino, escribir. Ahora me toca a hacer una lectura de sus lecturas y, como
inevitablemente pasa, se trata de hacer algún mojón y decidir alguna dirección
que dispare un sentido en este texto que avanza a mucha velocidad desde un
polo sur al otro norte del continente, pero también desde un tiempo
¿originario? hasta otro actual de nuestra América.
¿Cómo capturar, entonces, una especie de unidad en la amplia variación
de apartados temáticos que integran Detalles de la tierra sin mal? Propongo la
siguiente: una polaridad que va desde la numismática y fantasiosa visión de
los primeros conquistadores dirá el padre De las Casas: “El día pasado,
cuando el Almirante iba al río del Oro, dijo que vido tres sirenas que salieron
bien alto de la mar”– hasta vereda opuesta o, quizá, contigua la Tierra sin
mal, “Yvy Marãe”, expresión registrada a comienzos del siglo pasado por el
pseudo etnólogo alemán Nimuendajú en sus estudios sobre, lo que, de modo
muy general, se denomina el pueblo guaraní, pero que como aclara Franco
abarca, en realidad, “muchas parcialidades” como “los ava, tupi, mbya, ta-
piete, ache, pãí tavyterás o kaiova, ñandéva o chiriguanos, chane, chana timbu
y kariña”, todos ellos tan solo algunos, muy pocos, de los nombres de las
tantísimas poblaciones que habitaron y habitan este suelo indoamericano.
Sobre esta última palabra, se lee: Indo: “proviene de una antigua lengua
reservada para los oficios sagrados y escrituras sagradas del hinduismo”. In-
dio: “el nombre de un río que nace en la meseta tibetana, pasa por la India y
atraviesa Pakistán”. Indígena: “proviene del latín y se utilizaba para designar
la adscripción a un lugar de nacimiento: de indi- (de allí) y gen- (nacido). Su
Busquet, “Detalles de la Tierra…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 4 / Noviembre 2025 / pp. 280-284 282 ISSN 3008-7619
sentido etimológico sería ‘nacido allí’ u ‘originario’”. Extendiendo el alcance
de su etimología hasta una posible interpretación, podríamos decir que el tér-
mino indígena nos hace ver que aquel que usa esta designación nunca es efec-
tivamente quien ha nacido allí, porque ales lo contrario de acá y, por eso
mismo, esta palabra indígena es dada, o sea, puesta por alguien que nunca
es de allí, sino de otro lugar.
Pero volvamos a la idea de intentar visualizar, en la extensión que una
reseña supone, una posible unidad. Como se anota en el índice, las series son
muchas. Acá, apenas, una de ellas hecha de los hechos que impactaron des-
pués de una primera lectura. Y uso este término impactar en el sentido que
Lacan le asigna a la función paterna: sorprender, impresionar. ¿Qué sería eso?
Armar una escisión o una diferencia a partir de la cual se “dice que no al
todo” en este caso, la mera enumeración seriada produciendo la unicidad
como efecto de un no todo, que funda, a su vez y un tanto paradójicamente,
lo universal.
1
Acá, entonces, una serie que no enumera sino que impacta y congrega
una forma de universalidad americana: los diarios de Colón, los Naufragios de
Álvar Nuñez Cabeza de Vaca y su gobierno de Asunción en 1540; Simón
Ortiz, poeta bilingüe del pueblo Acoma del norte continental; los Túkule por
Ticio Escobar; la profanación de las tumbas incas en el volcán Llullaillaco en
1999; la “conquista del gran Chaco” y la masacre de los Pilagá el año 1919 en
la reducción indígena Napalpí; el sincretismo y las curaciones de Toniket
del grupo kedokopí (gente del jaguar) y la nueva masacre, años después, en el
madrejón llamado La Bomba comandada por Emilio Fernández Castellanos
el 10 de octubre de 1947. Sobre este último hecho, dos detalles. El primero:
antes de disparar sobre los pilagá, las avionetas de la gendarmería argentina
tiraron bolsas de caramelos desde el cielo para que la población saliera a bus-
carlos; y el segundo: frente a los disparos efectuados a 50 metros, muchos de
los hombres pilagá, ya evangelizados, avanzaban frente a las balas con “la
1
Eric Laurent en su conferencia “El psicoanálisis como respuesta a lo real hoy” (2024), en torno a la función
paterna lacaniana señala que el padre que impacta [épate] es el que dice no al todo. En particular, al todo de
las mujeres. Esta es la función de diferenciar. Es quien diferencia, el que no confunde. El impacto de un
padre es, entonces, aquel que “sobre la diferencia misma de los goces puede fundar lo universal a través de
la no confusión de todos los goces: el mito de todas las mujeres o las mujeres todas” (Laurent, E. “El
psicoanálisis hoy” en “Psicoanálisis lacaniano”, 2024). Lacan utiliza el neologismo “unegar” (unier), que in-
dica unir y negar a la vez. Para más desarrollo, ver el Seminario XIX “...o peor” de Jacques Lacan.
Busquet, “Detalles de la Tierra…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 4 / Noviembre 2025 / pp. 280-284 283 ISSN 3008-7619
Biblia en las manos” cantando “Cristo ven a mí” seguros “de que no podían
hacerles daño”.
Detallemos como el título de este libro indica, alguno de sus momen-
tos: el principio. De los capítulos iniciales, ese que, al modo de una biografía,
despliega la vida de Cristoforo, Cristóbal, Cristóvão Colombo, Colón. Se na-
rra su infancia, su ser hijo de quién, la centralidad de su hermano Bartolomé
y el encuentro con ciertos portulanos o cartas marinas en Lisboa en cierto
momento de su vida que dio pie, precisamente, a todo lo que vino América
, pero también su ímpetu y su fe: Franco recuerda que fue la Biblia el libro
que convenció al Almirante en su viaje a las Indias de ultramar y que forjó,
quizá, su arrojo y su ambición, esa fuerza, finalmente indispensable para la
apropiación general de las tierras y de los hechos, que, como puede verifi-
carse, se hace presente, por caso, en la siguiente anécdota que narra el autor.
Se cuenta que un tal Rodrigo de Triana a las dos de la mañana de aquel 12 de
octubre, divisa, desde la Pinta, “algo a la luz de la luna”. Pero, frente a la
recompensa económica que esta primacía implicaba, fue Colón quien se
asigna el haber “vido lumbre” primer avistaje de una de las islas del archi-
piélago Bahamas cuatro horas antes. Esos detalles están presentes todo el
tiempo en todo el libro.
Entonces, como esta reseña se trata, en el fondo, de acercar Detalles de
la tierra sin mal a sus nuevas lectoras y lectores, sigo ahora la dirección de esta
diagonal, que, a mi entender, atraviesa el libro entero: oralidad y escritura. A
la inversa de lo que señalara Derrida en su seminario La bestia y el soberano, la
oralidad en América pareciera haber sido y ser la verdadera forma de inscrip-
ción usemos su terminología anti logo-falo-céntrica. Si la escritura, para el
filósofo francoargelino, huía a la presencia dejando una marca sostenida en
la ausencia de eso que se dice, y que, justamente por eso, por su vacío o
vacuidad, se dice he ael funcionamiento de todo signo; la oralidad, en
cambio, señala Derrida, es deudora o prestadora de la metafísica de la pre-
sencia. Lo oral no encuentra sustracción, ni abstención, ni fuga: helo todo allí
presente y en presente. Hasta ahí Derrida. El tema es que América, sobre
todo Sudamérica, sobre todo su historia, la historia de su conquista, la historia
de su borramiento, funcionaría de otra manera. La oralidad sería, en vez de
logo-fono-falo-céntrica, más bien su contrario: lo que el tiempo ¿el
tiempo? se llevó. Lo más borrado. Esta serie la colonización de lo escrito
por sobre lo oral se registra en varios momentos del libro. Pero ni bien em-
pieza ya se menciona. Después de enumerar una serie de textos que marcan
Busquet, “Detalles de la Tierra…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 4 / Noviembre 2025 / pp. 280-284 284 ISSN 3008-7619
un corte en el corpus occidental, dice: “Se abría ante una brecha insalvable,
que aún existe. [...] La palabra oral ante la escrita”. Y agrega: “Es una de las
maldiciones de quienes hoy continuamos la tarea de pensar y escribir sobre
América”.
Si lo anterior es una diagonal, me gustaría, como último parate, traer al
frente, ahora, un mojón: el capítulo “Niños robados a la Montaña sagrada”.
Todos recordamos, ya sea porque alguna vez fuimos al museo de Arqueolo-
gía de Alta Montaña en Salta y lo vimos, o porque escuchamos la noticia de
su “descubrimiento” en 1999 (también se utiliza el verbo “recuperación”) de
los tres niños del Apu, término que como explica Franco significa señora
o señor y hace referencia a las montañas sagradas en la cultura inca: el niño,
la niña del Rayo y la Doncella, “las tres momias mejor conservadas del
mundo”. ¿Qué leemos en este capítulo? Los tires y aflojes del llamado descu-
brimiento o recuperación o robo por parte del arqueólogo estadounidense
Johan Reinhard y la arqueóloga argentina Constanza Ceruti del waka sitio
sagrado donde dormían, en ofrenda eterna, los “hijos del Sol” –Inti, santi-
ficados en Cusco como el mismísimo Inca. Es decir, los vaivenes de la fasci-
nación por lo nuevo, un nuevo objeto de estudio para la ciencia y para la
Universidad Católica de Salta, pero también, una nueva profanación de lo
que el tiempo guardó como sacral, tal como eran, esos niños, “bellos y libres
de señal o mancha”, ofrendados en el ritual estatal inca de Capacocha (qha-
paq hucha) ceremonia realizada hasta comienzos del siglo XVI, a su dios,
Viracocha, “el dios Creador”, “resplandor eterno”, “fuente de vida”, “hace-
dor del mundo”. ¿Qué podemos concluir luego de su lectura? No hay una
respuesta clara, al menos para mí, sobre qué pensar o cómo pensar estos he-
chos. Lo que hay es un despliegue de las capas narrativas, la historia, de la
cual, como el polvo de las estrellas presente en nuestros huesos, estamos,
igualmente y sin lugar a dudas, hechos.
Creería que habiendo despejado estas zonas, de tantísimas otras muy
abigarradas del libro, pareciera haber una puerta de entrada para nuevas lec-
turas. Ojalá sea así, porque entre las cosas que hoy podemos leer y escribir,
Detalles de la tierra sin mal publicado por la editorial La Flor Azul en 2025
sería, al menos lo fue para mí, un espejo retrovisor de quiénes fuimos siendo,
somos y seremos. De quién se es. En el doble sentido de la expresión: pro-
piedad de quiénes somos y cuál es, si es que es posible saberlo, nuestro ser
americano.