34 |pp 30-45|Año XV N°27|junio 2023 – noviembre 2023|ISSN 1852-8171| Dossier
Profesores de la Educación Nacional en los 90. Autoras/es como Altet, Charlier y Paquay, entre otras/os, han
desarrollado investigaciones sobre la profesión de maestra/o y sobre el proceso de construcción de conocimientos
y de habilidades profesionales.
Puntualmente, el grupo de profesoras/es del IUFM investiga acerca de las/os docentes noveles (2006, 2007) y
participa del programa nacional de acompañamiento a las/os debutantes. Estas investigaciones focalizan los
desempeños de las/os profesoras/es para el nivel secundario de la educación.
Sin embargo, son escasas las investigaciones que se centran en la perspectiva de las/os graduadas/os de los
profesorados para los niveles inicial y primario, situación que, en nuestro contexto, se agudiza con el prácticamente
nulo seguimiento que realizan las propias instituciones formadoras de sus egresadas/os.
Al trasladar la mirada del mundo de la formación al mundo del trabajo y focalizar las experiencias de los/as
graduados/as en relación con la práctica profesional y los aprendizajes desarrollados (o no), resulta necesario
explicitar los presupuestos de partida, así como los marcos teóricos que los sustentan.
En primer lugar, se asume que la formación de las/los docentes no termina cuando finalizan sus carreras y se
gradúan, sino que se entiende que “formarse no puede ser más que un trabajo sobre sí mismo, libremente
imaginado, deseado y perseguido, realizado a través de medios que se ofrecen o que uno mismo se procura” (Ferry,
1997, p. 43). Así, se considera que la población de graduadas/os que aborda esta investigación continúa su
formación y, en este sentido, interesó indagar sobre qué cuestiones, por qué, para qué y en qué espacios o cómo
tiene lugar esa formación. Se formulan los siguientes interrogantes: ¿qué saberes profesionales requieren las/os
docentes para desempeñarse en los niveles inicial y primario de educación? ¿Cómo se vinculan esos saberes con
los conocimientos trasmitidos durante la formación docente inicial? ¿Qué nuevas exigencias se perciben en el
contexto actual? ¿Qué nuevos espacios de formación habilitan?
En lo referido a las carreras de formación docente, no se reconoce necesariamente una trayectoria lineal en la que
se pasa de manera sucesiva de la formación académica al trabajo, sino una trayectoria compleja en la que, muchas
veces, se combinan estudio y trabajo con los condicionantes del contexto personal y social. Según Panaia (2006), la
inserción profesional designa un proceso y un resultado, que se evalúa a partir de la descripción del paso del estado
inactivo al estado activo o de ocupación estable. se entiende el desarrollo profesional como el camino que se
configura en la articulación entre la trayectoria académica y la laboral, siempre que el trabajo de la/del sujeto esté
vinculado con su formación inicial y dé lugar, así, a la profundización en la práctica de los conocimientos adquiridos
durante la formación, lo que lo conduciría a una posición de experta/o.
En la articulación entre la trayectoria académica y la laboral se reconoce la socialización profesional que las/los
graduadas/os realizan en sus lugares de trabajo como otro “ámbito de formación”, ya que éste constituye un
“ambiente de modelación de las prácticas y del pensamiento, de instrumentación de estrategias de acción técnico-
profesionales, y de desarrollo de las formas de interacción socio-profesionales” (Davini, 1995, p. 79). En este
sentido, es frecuente encontrar docentes en ejercicio que desestiman su formación inicial como ámbito de
adquisición de herramientas para responder a las demandas de la práctica cotidiana en el aula. Estas apreciaciones
suelen referir a la falta de conexión entre los conocimientos adquiridos en el profesorado y los problemas de la
práctica. Como contrapartida, se destaca el papel formativo de las primeras experiencias laborales, en cuyo marco
buena parte de las/los docentes recién graduadas/os parecen verse obligadas/os a construir estrategias adecuadas
de resolución de los problemas que se les presentan.
Estos planteos conducen a la segunda cuestión que interesa referir y que también se vincula con la noción de
formación de Ferry: se trata de la diferencia entre conocimientos académicos y saberes profesionales. Según Tardif
(2004), no es lo mismo saber decir cómo se hace algo a saber hacerlo. El autor caracteriza a los saberes
profesionales como plurales y heterogéneos, pragmáticos, personales y situados, temporales y que conllevan las
señales del ser humano, lo que conduce a entender los conocimientos de las/los docentes como situados,
construidos y utilizados en función de una situación concreta, particular y singular. Por este motivo, propone un