15 |pp 12-29|Año XV N°26|diciembre 2022 – mayo 2023|ISSN 1852-8171| Artículos
marco se plantean tres niveles de política educativa: proyectos educativos en el ámbito internacional, europeo o
local, expresados en declaraciones, recomendaciones, o documentos de trabajo; las leyes y normas explícitas que
intentan organizar el sistema educativo, y la práctica real para aplicar las leyes y normas.
Desde la perspectiva Institucional. Es altamente influyente que la universidad actúe en el marco de políticas
públicas que colaboren, promocionen e incentiven a realizar acciones en pos de la inclusión, que consideren tanto
el acceso como la participación, la diversidad y permanencia de los estudiantes. En esta línea, encontramos países
como Chile y Argentina donde las universidades implementan mayoritariamente becas de ayuda económica, que
combinan requisitos de otorgamiento a la necesidad económica junto a un buen rendimiento académico. En el caso
particular de Argentina, se puede mencionar, además, la gratuidad de los estudios, la dispersión geográfica de las
IES, y la implementación de muchos programas que apoyan la inclusión, como los de voluntariado estudiantil,
programa de tutorías académicas, programas de articulación con el nivel medio, entre los principales (Fajardo,
2017). Otros países como Brasil, Colombia o México implementan acciones más relacionadas a la diversidad.
Sin embargo, se observa, que aún en los países donde se evidencia acciones concretas de inclusión educativa, como
en Argentina, Colombia o Ecuador, es una realidad que en este contexto se adolece de trayectos de
acompañamiento y programas de apoyo que aseguren al estudiantado su ingreso, permanencia y culminación
satisfactoria, lo que impide que se garantice y se efectivicen los derechos de la población con necesidades
educativas especiales e inclusivas (Zárate-Rueda, et al. 2017).
La Calidad y la inclusión, desde la perspectiva de las instituciones y autores.
La UNESCO (2005) dentro de su conceptualización sobre la calidad de la educación, al igual que otros autores
(Sobrinho, 2008; Sánchez y Ainscow, 2018), incluye entre sus características esenciales a las de orden social como
la inclusión, la equidad y la pertinencia. Específicamente, la definición planteada por la UNESCO (2007) afirma, “La
educación de calidad, en tanto derecho fundamental de todas las personas, tiene como cualidades esenciales el
respeto de los derechos, la equidad, la relevancia y la pertinencia y dos elementos de carácter operativos: la eficacia
y la eficiencia” (p.27). En este sentido, se establece que la educación como derecho humano y bien público, permite
a todas las personas ejercer sus derechos, de modo, que nadie puede quedar excluido de ella. El derecho a la
educación se ejerce en la medida que todas las personas, además de tener acceso a la misma, puedan desarrollarse
plenamente y continuar aprendiendo con calidad a lo largo de la vida. La UNESCO (2005) vincula ambos conceptos,
pertinencia e inclusión, al afirmar que la inclusión debe concebir la democratización del acceso, brindar más
oportunidades en la educación superior y que la pertinencia se traduce en los vínculos con el ámbito laboral y las
responsabilidades de la educación superior respecto al resto del sistema educativo en su conjunto. Sobrinho (2008)
hace alusión al concepto de inclusión al referirse que los procesos de acreditación y evaluación, en América Latina
y el Caribe, necesitan darle suma importancia a las políticas y acciones que generen más igualdad y bienestar para
todos.
Asimismo, Sarrionandia y Homad (2008) afirman que avanzar sobre la inclusión implicaría reducir las barreras de
diferente índole que impiden o dificultan el acceso, la participación y el aprendizaje, poniendo especial atención en
los alumnos más vulnerables o en condiciones desfavorables ya que están más expuestos a situaciones de exclusión.
Bajo este supuesto, y teniendo en cuenta que la calidad es para todos, un indicador o factor de la misma debiera
ser la inclusión. En este sentido, las instituciones de calidad deberían ser inclusivas, de modo de absorber a todos
los interesados y dar respuesta de este modo a la diversidad de necesidades educativas y características que
aquellos representarán. Este último planteamiento refuerza la idea de que la inclusión educativa se constituye en
una forma de responder y abordar la diversidad en contextos educacionales (Infante, 2010).
La inclusión educativa, históricamente, surge como concepto y práctica, a principios de los ´80 en Estados Unidos y
en Europa, focalizada hacia los estudiantes con discapacidad (Fuchs y Fuchs, 1994; Lipsky y Gartner, 1996 citado