51 |pp 45-63| Año XVI N° 28 |diciembre 2023 – abril 2024 |ISSN 1852-8171| Artículos
Los grupos de estudiantes del Ciclo Biomédico que se forman en el hospital tienen la posibilidad de tomar parte de
las actividades cotidianas de los médicos. Estos se articulan en un conjunto social que Wenger (2001) denomina
comunidades de práctica, esto es comunidades creadas con la intención sostenida de lograr una empresa
compartida y que sostiene una práctica determinada, producto de un aprendizaje colectivo (Wenger, 2001, p. 69).
Como características de esas prácticas se destacan su posibilidad de proporcionar soluciones a conflictos generados
institucionalmente, de sustentar una memoria colectiva, y, en especial, de ayudar a los principiantes a incorporarse
a la comunidad participando de su práctica. Si bien los estudiantes de grado (como sujetos en formación en la
profesión) se definen a partir de desempeñar un rol diferente al de los profesionales médicos, el hecho de compartir
el desarrollo de actividades con pacientes en el ámbito hospitalario, les abriría la posibilidad de dar un primer paso
hacia su entrada en esa comunidad de práctica.
En la actualidad se han levantado, desde las orientaciones que propician la atención primaria de la salud, críticas
importantes a la enseñanza hospitalaria, centradas principalmente en el hecho que esta no facilita al estudiante
contactos con la comunidad en la cual en el futuro desarrollará su actividad profesional. El estudiante que se forma
en hospitales, se afirma, atienden pacientes ya admitidos en los hospitales, desarrollándose así una visión atípica y
especializada de la medicina (Harden, Sowden, y Dunn, 1984), más centrada en la enfermedad que en la salud y su
prevención. Quedan por fuera las condiciones de vida cotidiana de los pacientes, los aspectos sociales y económicos
de las enfermedades, tal como podrían manifestarse en las prácticas que se desarrollan en los centros comunitarios,
clínicas barriales o rurales.
La posición es otra por parte de quienes sostienen la importancia de desarrollar la enseñanza en el ámbito de los
hospitales: además de señalar la complejidad que implica la organización de instancias de formación en esos
centros, advierten sobre el riesgo de que asuman tareas de enseñanza médicos sin experiencia como docentes, y
con escaso conocimiento de la estructura curricular de la carrera.
Estas dos visiones acerca de dónde y cómo introducir al estudiante en los secretos de la profesión médica, coexisten
en la actualidad, y atraviesan las prácticas docentes.
Acerca de la historia de la institución y de la cátedra
El interés que para este equipo de investigación reviste la historia institucional tiene que ver con que la
representación acerca del origen y de ella misma que opera como estructurante tanto del funcionamiento de
la institución, como de los resultados en términos de formación que adquieren los estudiantes. La historia
institucional, desde esta perspectiva, no remite al relato objetivo de los hechos, tal cual han sucedido, sino a
como es percibida por los sujetos; esto significa que es en realidad una trama de historias que se unifican en
una versión: la historia de la institución, la historia de quien la relata, etc.
El hospital Garrahan, fue fundado en 1987. Sin embargo, el proyecto que le dio origen surge en 1969, cuando un
grupo destacado de médicos pediatras del Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez, encabezados por el doctor
Carlos Gianantonio, elaboró un programa médico para un nuevo modelo de establecimiento pediátrico.
Outomoro (2010) señala que entre 1929 y 1973 se produce un cambio en el modelo de la Medicina que trajo
aparejado las siguientes consecuencias:
hospitalización de la medicina, especialización y superespecialización médica, eclipse del médico como
profesional liberal, y mutación del enfermo o paciente por el consumidor. Los hospitales dejan de ser
instituciones de caridad para convertirse en el alma de la actividad médica. Ya no son instituciones
marginales, sino el epicentro de la vida social, a tal punto que se nace y se muere en el hospital. El médico
deja la actividad privada del consultorio y pasa a ser un asalariado del hospital. Allí también se centra la
actividad formativa del futuro profesional y la investigación (p.138)