En el triángulo IGE, la “I” representa a la infraestructura científico técnica, la “G”, al gobierno y la “E”, a la estructura
productiva. En este esquema, las universidades y sus capacidades de producción científica e investigación son uno
de los motores del desarrollo en América Latina. La ciencia se produce en el marco académico de una universidad
(I), mientras que la tecnología necesita, además, del aporte de las unidades de la estructura productiva (E) y la
participación de diversos actores públicos y privados (Sábato, 1980). Las decisiones y políticas del gobierno (G)
generan financiación para el desarrollo de actividades productivas, que a su vez pueden encontrar financiamiento
o usar fondos que provengan de las empresas (E). En este sentido, las universidades desempeñan un rol central en
el aporte científico-técnico con base en las demandas y ofertas de la producción de tecnología local (I).
El triángulo ubica al gobierno (en definitiva, al Estado) en el vértice superior, ya que desempeña un rol activo en la
promoción y el desarrollo científico-tecnológico. A su vez, se definen relaciones verticales entre el Estado y las
universidades y los empresarios. El gobierno asigna recursos a la infraestructura científico-tecnológica de acuerdo
con los intereses estratégicos del país. Este último sector, a su vez, hace llegar sus demandas al Estado en relación
con sus objetivos y con las posibilidades de desarrollo que se encuentren a su alcance. La relación Estado-estructura
productiva depende del uso que se le dé al conocimiento y su incorporación al sistema de producción. El gobierno
demanda al sector productivo conforme a necesidades de desarrollo estratégico. Y a su vez, el sector empresarial
puede solicitar al gobierno la asignación de recursos si el progreso propuesto se considera valioso. Las relaciones
horizontales se definen entre el sector empresarial y la matriz científico-tecnológica; estas relaciones son más
complejas porque, por lo general, empresarios y científicos no dialogan.
Este triángulo nos sirvió para reflexionar sobre el aporte de las universidades, su vinculación con la sociedad y el
desarrollo local y sobre la manera en que podrían proyectarse los CUPs hacia China. Como ya se dijo, las
universidades pueden ser impulsoras del avance científico, tecnológico, social y económico del lugar en donde se
encuentran, pero dependen de los lineamientos definidos por el gobierno central y del presupuesto que se les
destine (Gorgone, 2005). Aquí intentamos comprender la articulación de los tres sectores en la definición de los
CUPs, que es precisamente el modelo que ha tenido en cuenta la Secretaría de la Pequeña y Mediana Empresa y
los Emprendedores (SEPYME) del Ministerio de Desarrollo productivo de la Nación Argentina (MDP). Ambos
organismos públicos serán considerados, en adelante, como representantes del Estado.
Recién a finales de 2007 el Gobierno nacional creó el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. A
partir de ese momento y dentro de ese marco es que se prioriza el sistema de universidades públicas y del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) como formador de recursos humanos. Además, se
buscó la convergencia del sector de CyT con las demandas sociales y productivas (Hurtado & Haro Sly, 2023: 10). El
caso de China ilustra la fluidez de esta concurrencia, si tenemos en cuenta que el desarrollo experimental en China
en 2018 representó el 85% de la inversión en I+D, mientras que en Argentina fue solamente del 16%. En China,
tanto universidades como laboratorios de investigación desarrollan y transfieren tecnología a empresas estatales y
a empresas privadas (Ídem, 2023: 13). Esto es posible porque existe una enorme inversión en CyT.
Poniendo el foco en las universidades, la primera barrera con la que se encuentran a la hora de ejercer un rol de
transformación de su contexto es que su vinculación con el desarrollo social y económico es débil. Esta dificultad
radica, en Argentina (y en América Latina en general), en que el desarrollo económico suele estar separado de los
objetivos de bienestar social (Núñez Jover & Alcazar Quiñones, 2016: 193).
Con la profundización del proceso de globalización y su impacto en la educación superior, las universidades parecen
preocuparse cada vez más en producir artículos para revistas indexadas y posicionarse en ránkings mundiales de
universidades, que en solucionar problemas locales (Ídem, 2016: 195), es decir, se encuentran disociadas de la
investigación para el desarrollo. En América Latina, la importancia dada a la ciencia y el conocimiento fluctúa de
acuerdo con los intereses del gobierno de turno, así como también lo hace el presupuesto para CyT.
165 |pp 160-175|Año XV N°27|junio 2023 – noviembre 2023|ISSN 1852-8171| Artículos