167 |pp 164-168| Año XVII N°31| mayo 2025 – noviembre 2025|ISSN 1852-8171| Reseñas
Rovelli sugiere orientar esfuerzos hacia un esquema de evaluación más equitativo en las primeras etapas. Entre
sus propuestas destacan: evaluar con más énfasis el proyecto de investigación y la “masa crítica” potencial
(equipos jóvenes), considerar la co-dirección de posdoctorados como mérito, y diversificar los tipos de
convocatorias (por ejemplo, itinerarios con y sin tesis doctoral). También alienta a proponer ajustes al sistema de
evaluación de proyectos (PICT, CIC, etc.) para premiar la innovación y la equidad, más que la simple acumulación
de logros pasados. Finalmente, el capítulo bosqueja líneas de trabajo futuras: estudios comparados de
instrumentos, encuestas a jóvenes científicos, y la elaboración de marcos conceptuales que visibilicen la
“responsabilidad” en la evaluación de carreras iniciales, acorde con los principios globales de evaluación
responsable. En síntesis, se aboga por un cambio gradual hacia evaluaciones que reconozcan las condiciones
particulares de los investigadores noveles.
El capítulo de Porta, Foutel, Aguirre y Proasi introduce una metodología innovadora: las narrativas biográficas de
evaluadores y evaluados. A través de relatos de vida, los autores revelan la dimensión humana, moral y afectiva
de los procesos evaluativos. Los entrevistados expresan empatía ("ponerse en el lugar del otro"), dilemas éticos
(otorgar "puntos fantasmas"), y críticas a las "lógicas productivistas" dominantes. Esta perspectiva cualitativa
demuestra que la evaluación tiene siempre una "marca biográfica" que condiciona juicios aparentemente
neutrales. Los autores proponen incorporar elementos narrativos en los currículums vitae, permitiendo que los
candidatos contextualicen sus trayectorias más allá de métricas frías. Los autores sugieren que una reforma del
sistema debería dar espacio a la calidad narrativa (CV narrativos), complementando las métricas cuantitativas y
escuchar las voces de quienes conocen el proceso desde adentro.
El capítulo de Morzilli y Muñiz Terra aborda frontalmente las desigualdades de género en las carreras científicas.
Aunque las mujeres representan más del cincuenta por ciento del personal en CONICET, las autoras demuestran
que no existen políticas institucionales planificadas para acompañar la maternidad. La "pena materna" se
manifiesta en licencias insuficientes (apenas tres meses de extensión de becas), ausencia de mecanismos
formales de "stop the clock", y criterios etarios que invisibilizan a quienes inician carreras tardíamente por
responsabilidades de cuidado. En suma, las autoras plantean que las evaluaciones actuales reproducen sesgos de
género, y proponen políticas concretas para los sistemas de revisión de carrera y financiamiento: formalizar
licencias parentales adecuadas, implementar explícitamente pausas evaluativas por nacimientos, y asegurar
servicios de cuidado infantil en institutos de investigación. Estos lineamientos se enmarcan en la agenda global de
equidad de género en ciencia, adaptados a las experiencias locales recopiladas.
De la Fare y Rovelli examinan la integración de ética e integridad científica en las evaluaciones. Su diagnóstico es
preocupante: mientras en biomedicina existen Comités de Ética Institucionales consolidados, en ciencias sociales
y humanidades estas instancias son excepcionales. Las convocatorias nacionales incluyen referencias genéricas al
"buen uso de datos personales", pero la ética no opera como criterio de selección, ni de evaluación. Las autoras
proponen que las agencias requieran comprobantes de aprobación ética en fases tempranas, asignen puntajes a
proyectos comprometidos con la integridad, y desarrollen códigos de buenas prácticas que incluyan
explícitamente la dimensión ética. En síntesis, concluyen que si bien en Argentina existen avances normativos
puntuales, aún no se ha desarrollado un enfoque integrado de ética en la evaluación; recomiendan trabajar en
protocolos claros que se apliquen tanto en ciencias duras como sociales, para garantizar que la evaluación
científica sea, además de rigurosa, también ética y responsable.
El capítulo de Fiorucci sobre la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CICPBA)
aporta una perspectiva federal indispensable, mostrando cómo un organismo provincial puede complementar al
sistema nacional con políticas evaluativas territorializadas que priorizan proyectos interinstitucionales y
necesidades locales.