120
/ pp 118-123 / Año 9 Nº17 / DICIEMBRE 2022 – JUNIO 2023 / ISSN 2408-4573 /
ESTUDIOS COMPARADOS EN EDUCACIÓN
Normales” creadas en todo el país para formar a los docentes que enseñarían en la escuela común, estaban dirigidas
y tenían una mayoría de docentes -varones y mujeres- extranjeros contratados por Sarmiento.
La segunda, tercera y cuarta etapa de la educación comparada (Acosta & Pérez Centeno, 2011) no tuvieron un correlato
estricto en Argentina. A nivel internacional, la educación comparada desplegó un significativo desarrollo con base en la
investigación metódica, la transferencia de ideas y prácticas educativas contextualizadas basadas en la recolección de
datos internacionales y la investigación científica, así como de la dimensión académica a través de la creación de
cátedras universitarias que robustecieron su desarrollo teórico y metodológico.
En Argentina, en cambio, como lo señalaron Fernández Lamarra y otros (2005), la comparación científica quedó acotada
al resultado de la labor de los organismos internacionales en la planificación de la educación. En especial, por parte de
la UNESCO (a través de la OREALC, el IESALC y el PNUD), la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el
Caribe), la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura) o la OEA
(Organización de Estados Americanos), y también por parte de algunos organismos de financiamiento -como el BID y el
BIRF-. En este marco, se publicaron alrededor de 50 estudios e investigaciones a cargo de especialistas como Germán
Rama, Norberto Fernández Lamarra, Juan Carlos Tedesco, Rodrigo Parra, Alejandro Toledo, Carlos Borsotti,
acompañados por un importante número de destacados consultores e investigadores de muchos países de la región.
El desarrollo de cátedras especializadas y la investigación científica tampoco fue un rasgo característico y no lograron
estructurar el campo comparativo como estaba sucediendo en otros lugares del mundo. De hecho, las publicaciones
especializadas -como la Revista Iberoamericana de Educación, la Revista Interamericana de Desarrollo Educativo «La
Educación», el Boletín del Proyecto Principal de la UNESCO, y algunos libros o boletines- son llevadas a cabo por algunas
de las mencionadas organizaciones.
Aun cuando podamos encontrar algunas cátedras universitarias de grado o posgrado, algún estudio científico de
envergadura o actores que promovieron el desarrollo de la educación comparada en Argentina, se trata más bien de las
excepciones que confirman la regla e, indudablemente, no lograron institucionalizar el campo. Ejemplo de ello puede
ser la cátedra de Política Educacional y Educación Comparada.
En la Universidad de Buenos Aires, a cargo del Dr. Héctor Félix Bravo, -acompañado por un joven y recién graduado
Norberto Fernández Lamarra a inicios de la década del 60, la labor de Gustavo Cirigliano y de Ángel Diego Márquez-
quien publicó el libro “Educación Comparada. Teoría y Metodología” en 1972- o la creación de la Escuela Argentina de
San Luis en Educación Comparada. Esta Escuela, dirigida durante varias décadas por la Profesora Carmen Vera Arenas
de Sanjuán, discípula del destacado especialista español Pedro Rosselló, elaboró un Sistema Formal de Aprendizaje en
Educación Comparada (SIFAIEC), destinado al uso de docentes de distintos niveles de enseñanza, supervisores,
administradores e investigadores y compuesto por múltiples formulaciones para el diseño investigaciones comparativas
(Fernández Lamarra y Perez Centeno, 2010). Justamente Pedro Rosselló y su libro sobre las Corrientes Educativas ha
sido la base para el inicio de la docencia en educación comparada –en el marco de las cátedra de Política Educacional-
tanto en la Universidad de Buenos Aires como en la Universidad Nacional de La Plata, en esta última a partir de mediados
de la década del 60 ya a cargo de Norberto Fernández Lamarra y –muy especialmente la referida a la Educación
Comparada-, a cargo de Ángel Diego Márquez.
En síntesis, aunque no estuvo completamente ajena a la evolución y consolidación del campo de la educación
comparada a nivel internacional, estas etapas no tuvieron un sólido desarrollo en el caso argentino.
El quinto momento de la educación comparada situado a partir de la década de los ’90 -nuevamente según el planteo
de Acosta y Ruiz (2017)- dio cuenta de importantes cambios en la educación comparada a partir de los desafíos
planteados por las nuevas organizaciones socioeconómicas globales y la esterilidad del campo para dar cuenta de los
procesos de globalización desatados, generando nuevas revisiones, reformulaciones y avances conceptuales. Argentina
experimentó en esta etapa de turbulencia y cambio, un proceso de institucionalización que le permitió reinsertarse en
la comunidad comparativa internacional a nivel académico, como veremos seguidamente.
A finales del siglo pasado resurgió la producción académica y la constitución de sociedades nacionales de educación
comparada en diversos países latinoamericanos, probablemente estimuladas por la realización de congresos mundiales
de Sociedades de Educación Comparada organizados por el WCCES en Brasil y Cuba, en 1987 y 2004, respectivamente.
Así en la Argentina se creó a fines de la década del ‘70 una Asociación Argentina de Educación Comparada –asociada
brevemente al WCCES a partir de 1980 (Massemann et al., 2008)- integrada por un núcleo muy importante de
especialistas e investigadores en educación. Esta Asociación fue un marco significativo de reunión y análisis de la
problemática educativa durante la dictadura militar, con las universidades intervenidas y con la mayoría de sus
profesores expulsados y perseguidos.