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/ pp 93-109 / Año 10 Nº18 / JULIO 2023 – NOVIEMBRE 2023 / ISSN 2408-4573 / DOSSIER TEMÁTICO
tomamos este último propósito. El criterio de estratificación social utilizado se basa en la condición de vulnerabilidad
del barrio donde se emplaza cada hogar en la creencia de que los hogares que viven en barrios que padecen algún tipo
de vulnerabilidad suelen enfrentar mayores dificultades para acceder a derechos y prestaciones sociales. Esta decisión
se apoya en Galster (2001), que sostiene que los barrios reflejan una mayor homogeneidad de situaciones, conductas
y visiones entre sus habitantes. En la literatura, el barrio o lugar de residencia ha sido utilizado como criterio de
estratificación en estudios sobre salud (Pickett y Pearl 2001; Diez Roux y Mair 2010). Su aplicación en el campo
educativo es todavía incipiente, especialmente en Argentina.
Una segunda cuestión que debemos advertir es el vínculo entre barrio-vulnerabilidad-pobreza. La condición de pobreza
(medida en términos de ingreso o en su variante multidimensional) no es algo exclusivo de los barrios vulnerables, tal
como muestra Santos (2021). La diferencia entre considerar la situación de pobreza del hogar y la vulnerabilidad del
barrio es que introduce un aspecto adicional, no referido al hogar individual (disponibilidad de servicios como
iluminación pública, sendas peatonales, paradas de colectivo, etc.) que describen la “cercanía” territorial de ese hogar
con los establecimientos educativos. En nuestro análisis intentamos chequear si la distancia (algo que caracteriza a
barrios vulnerables especialmente de zonas urbanas no metropolitanas) es un elemento condicionante adicional para
ejercer el derecho a la educación. En este sentido, no pretendemos darle mayor entidad que a la pobreza
multidimensional o a otros condicionantes del acceso a la educación, sino solamente realzar o destacar su rol.
La tercera cuestión metodológica se relaciona con las nociones de distancia física, centralidad y lo urbano como
categorías que se relacionan en forma no lineal. Lo urbano hace referencia en este caso a hogares que viven en
viviendas más o menos contiguas con delimitación vial y una oferta de establecimientos comerciales, industriales y de
servicios (incluidos los educativos, sanitarios, administrativos, recreativos, de saneamiento, etc.). Sin embargo, las
áreas urbanas en su interior no son homogéneas; existen zonas con mayor concentración comercial y otras con mayor
predominio residencial. La centralidad de esas áreas depende de cuán accesible estén para la población los puestos de
trabajo, comercios y servicios. Esto no está determinado únicamente por la distancia física sino también por la distancia
territorial; un área urbana puede estar alejada físicamente del centro comercial al cual es posible acceder rápidamente
por una infraestructura vial o de transporte que facilita el desplazamiento. En ese sentido, considerando el tiempo que
toma el acceder a servicios esenciales, el área puede resultar central o periférica. Por el contrario, un área urbana cuyas
calles se inundan o es cercana a basurales, fuentes de contaminación o a la que es difícil acceder o salir, puede ser
periférica desde un enfoque territorial, aunque la distancia física sea pequeña. Esta idea es planteada por Sassen (2001).
Cuando en el artículo nos referimos a zonas centrales hablamos de barrios cuyos hogares disponen de activos o
infraestructura que permite su desplazamiento dentro de la ciudad sin grandes obstáculos físicos o económicos.
Además, la urbanidad no se define por la vulnerabilidad; hay espacios urbanos al tiempo que degradados. Sin embargo,
la centralidad o no de esos espacios urbanos se define por su vulnerabilidad.
La condición de vulnerabilidad se basa en la clasificación realizada por el municipio en 2019 (MBB, 2019) y se basa en
un índice que toma en cuenta una serie de indicadores en las siguientes dimensiones a nivel de barrio: i) acceso a
servicios sociales (distancia a menos de 2000 m de a servicios educativos en los niveles obligatorios, transporte público,
unidad sanitaria, espacios verdes), ii) cercanía a fuentes de riesgo (distancia a cuerpos de agua, caminos de alto tráfico,
torres de alta tensión y fuentes contaminantes) y iii) acceso a servicios de emergencia (dificultad de acceso de cuadrillas
de ambulancia, defensa civil, bomberos y policía). A nivel de manzana, el municipio tomó en cuenta indicadores en las
siguientes dimensiones: iv) calidad de la vivienda (porcentaje de viviendas en la manzana con deficiencia en fachada,
paredes, techos), v) acceso a servicios públicos (electricidad, agua potable, cloacas, gas de red), vi) acceso a
infraestructura (cordón cuneta, asfalto, recolección de residuos, alumbrado público). Las puntuaciones a nivel de
manzana son asignadas a los barrios mediante promedios ponderados por el número de polígonos en cada barrio. Estos
indicadores componen un índice de 0 a 100, que fue posteriormente estratificado en 4 grupos: no vulnerable, algo
vulnerable, altamente vulnerable, muy vulnerable. La distribución geográfica de este índice puede visualizarse en
https://www.google.com/maps/d/u/1/viewer?mid=1W6ipAL1Td515A-gREn2rcSp-p0kWhGYs&ll=-
38.7101943845797%2C-62.21675434926757&z=12
Advertimos que los contornos de las áreas consideradas con grados de vulnerabilidad suelen ser menores en tamaño a
las unidades primarias de muestreo (PM). Es decir que, dentro de un PM puede haber hogares en barrios vulnerables y
hogares no vulnerables. Esto ocurre porque el agrupamiento de radios censales (delimitados por criterios de cantidad
de hogares homogénea dentro de cada radio) no necesariamente puede respetar los límites de los barrios (demarcados
por cuestiones espaciales, históricas y culturales).