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/ pp 153-165/ Año 12 Nº22 / JULIO 2025 – NOVIEMBRE 2025 / ISSN 2408-4573 / SECCIÓN GENERAL
o de reconceptualización social”, que se centran en la eficiencia y la interpretación de la práctica educativa,
respectivamente y el enfoque crítico cuestiona las estructuras de poder y las desigualdades sociales que se reproducen
en el sistema educativo Grundy S. (1991).
Ubicado el currículum en una racionalidad determinada, nos permitimos, mirando el proceso de participación, ahondar
en los tres tipos de “sujetos del curriculum” (Baraldi y Morzan, 2013): “sujetos de la determinación curricular”, aquellos
que participan en determinar los rasgos esenciales de un curriculum; “sujetos de la estructuración formal”, quienes en
el ámbito institucional le imprimen particularidades; y “sujetos del desarrollo curricular”, que convierten en práctica
cotidiana el curriculum. Consideran las autoras a la docencia en general como “sujetos de la estructuración formal del
desarrollo curricular”, dado que el currículum se configura “al calor del aula y las relaciones docente-estudiante”,
reconfigurando por acción u omisión algunos sentidos otorgados a la propuesta curricular.
En este sentido, en lo analizado, pareciera reconocerse que esto ocurre y, por ende, la necesidad de que la docencia
sea “sujetos de la determinación curricular” también está presente en la Norma. Se conoce que, mientras más
participación y conocimiento sobre el trabajo que debe hacerse, en términos curriculares, más posiciona al docente
como sujeto productor y hacedor de su praxis. Esto es lo novedoso en un contexto de políticas neoconservadoras a nivel
nacional que, durante el gobierno de Cambiemos, puedan gestarse normas que rompan con las formas individualistas,
centralistas, focalizadas, verticalistas y llevadas adelante por “expertos”.
La norma consagra a sujetos de la determinación curricular, proponiendo una participación real (Sirvent, 2006). Para
que esto suceda como sucedió, fue necesario construir las formas (MCP), andamiajes (docentes con afectación de horas
pagas para la tarea), los mecanismos (participaciones en distintos niveles: institucional, distrital y provincial) y que
exista un promotor (el sindicato) para que esa construcción sea participativa, se haga presente la universidad pública y
se lleve adelante un proceso de construcción curricular que, sin estar exento de conflictos, logró construir más de 800
páginas consensuadas sobre la educación para el Nivel Medio de la Provincia (Res. N° 1463/18 y N° 1673/19).
Conclusiones
Podemos afirmar que el carácter de agente principal del Estado provincial en su rol se ve limitado o relativizado a partir
del protagonismo del sindicato y sus miembros, quienes colectivamente decidieron asumir la tarea de la elaboración
del diseño curricular neuquino. Si bien no se limita el rol del Estado como principal agente educativo, al asumir el
sindicato un protagonismo en el diseño curricular diversos interrogantes se abren que, creemos, proponen ciertos
desafíos teóricos: ¿Asume un papel subsidiario el Estado neuquino en su rol como principal agente educativo de la
provincia? La aceptación del Estado provincial de que el sindicato sea el constructor del curriculum, ¿lo deslinda de sus
responsabilidades político pedagógicas?
Si, como se ha sostenido, la cuestión de la subsidiariedad y principalidad se encuentra ligada a la dimensión del
financiamiento y sostenimiento del sistema educativo, y la centralización y descentralización aluden al proceso de toma
de decisiones político educativas (Correa y Giovine, 2010, p. 12), ¿asistimos a la presencia de un Estado principalista y
descentralizado?
Consideramos pertinente una discusión acerca de los diversos roles que ha asumido el Estado –provincial o nacional–
en función de lo que está sucediendo en Neuquén en el año 2025. En ese sentido, nos preguntamos si las categorías
de principalidad y subsidiariedad del Estado como agente educativo no se han visto relativizadas o sea necesario su
revisión. En esa misma dirección apuntaban las autoras citadas quienes, en el año 2010, sostenían que:
(...) A modo de hipótesis nos planteamos que asistimos a una nueva manera de entender y hacer política, una
nueva trama de funcionamiento de la sociedad en todas sus instancias donde la cuestión de la “gestión
cooperativa y social” rompería la dicotomía público – privado, (...) asignando un nuevo lugar al Estado y
constituyendo una alternativa que recrea la capacidad de intervención por fuera de la antinomia principalidad
versus subsidiariedad, donde lo primero no es tan bueno y lo segundo no es tan malo... (Correa y Giovine,
2010, p. 15).
En ese sentido, cabe la pregunta acerca de si la descentralización del Estado provincial neuquino en materia educativa
convive con la principalidad y escapa de la antinomia mencionada. Quizás convenga asumir nuevos desafíos teóricos y
pensar en una principalidad participativa, en el sentido de que el Estado no delega, sino que cede, ya que es el sindicato
el que se propone –a través de la presión– como el principal actor que toma las decisiones político educativas, pero no