103 / pp 101-110 / Año 4 Nº6 / MAYO 2017 / ISSN 2408-4573 / CÁTEDRA UNESCO
Así, la complejidad de los sistemas educativos y de la problemática en cada uno de sus niveles y modalidades, la transformación
de sujetos con diversas culturas, la demanda de educación permanente, la dimensión y escala del sistema, la educación como
prioridad en conflicto con otras prioridades de política pública en un marco de restricciones macroeconómicas, la participación de
múltiples actores, las subculturas académicas, la gran profusión de normativas y regulaciones desarticuladas, la consideración de
que la educación tiene efectos inmediatos, pero, sobre todo, efectos a mediano y largo plazo (tanto en la población como conse-
cuencias en el desarrollo del país), son algunos de los puntos que hacen de la educación un espacio de disputa. Este conjunto de
factores desafía la formulación de políticas y da cuenta de la necesidad de contar con procesos que permitan construir acuerdos
para definir la orientación de ese espacio en disputa. Acuerdos que, a su vez, puedan plasmarse en una gobernabilidad dinámica
–transitoria, móvil- del sistema y permitan pasar de consensos básicos a consensos estratégicos.
Además de considerar este escenario actual, no podemos dejar de hacernos algunas preguntas de cara al futuro de la educación,
por ejemplo: ¿Cómo afectan y afectarán los cambios tecnológicos a los métodos de enseñanza-aprendizaje en distintos países?
¿Qué nuevas capacidades deberían ser desarrolladas y para qué? En 20 años ¿la educación estará organizada de la misma ma-
nera? ¿Se mantendrán en forma rígida los límites entre la educación formal y no formal o entre los distintos niveles educativos?
¿Se mantendrá la división rígida entre educación primaria, secundaria y terciaria, entre público y privado, educación general o
educación profesional? ¿Qué nivel de financiamiento requerirá? ¿Cuáles van a ser las fuentes?
A partir de estas preguntas, hay pocos estudios que planteen escenarios de futuro a partir de investigaciones sistemáticas. Mas
bien, se “imaginan” escenarios a partir de proyecciones de tendencias pasadas o pronósticos de posibles cambios, en general más
basados en el sentido común que en supuestos teóricos con un mínimo de confianza y validez (Perez Centeno, 2016).
III. Un abordaje para los estudios del futuro
Pasado, presente y futuro forman parte de una totalidad indisociable: la dinámica del mundo real, la marcha del tiempo que nos
impone la necesidad de tomar decisiones y por consiguiente de pronosticar. El pasado suele ser considerado como memoria
inamovible imposible de modificar y el futuro, por el contrario, aparece configurado por la imaginación (Beinstein, 2016, pág.
11).
No obstante, la memoria es también una reconstrucción que hacemos de los hechos y procesos del pasado, y el futuro incluye pro-
yectos (en cierto sentido, deseos), partiendo de esa memoria del pasado. Esa interpenetración entre pasado y futuro se construye,
precisamente, en el presente.
En este sentido Beinstein, basado en Hegel, propone el concepto de devenir, de transformación incesante para entender este
proceso. Este concepto como sucesión de transformaciones cualitativas interconectadas, que implica una continuidad temporal
compuesta por realidades cualitativamente diferenciadas, a la vez con sentido de unidad y heterogeneidad, nos resulta central para
entender dinámicamente la relación entre pasado, presente y futuro (Beinstein, 2016).
De esta forma podemos asegurar que los estudios de futuro no permiten definir el futuro, pero, sin duda, ese futuro va a estar
configurado a partir de las características del pasado y de las acciones del presente, incluyendo nuestras diversas formas actuales
de proyectar ese futuro.
Es en ese mismo momento en que necesitamos recurrir a una teoría de la acción como hipótesis que nos permita plantearnos
decisiones de acción que orienten hacia cierta configuración de futuro. Luego, la construcción de escenarios nos permite “testear”
esas hipótesis y sus consecuencias en función de nuestra teoría de la acción.
IV. Recuperar La Necesidad De Planificación
Luego de la tradición más normativa paradigmática del modelo burocrático respecto de la planificación para el desarrollo, basado
en un saber técnico, propiamente instrumental, con cierta simplificación de la realidad y su descalificación posterior, la Argentina
relegó a instancias de la gestión las iniciativas de planificación. Las críticas a la falta de pertinencia de los planes, la escasa inci-
dencia en las decisiones, el sesgo tecnocrático que se erige como fetichismo en la creación de futuros, la planificación basada en
una racionalidad instrumental (académica, científica o técnica) considerada suficiente para la solución de problemas (a veces poco
explícitos) nos llevan a una revisión crítica de las metodologías de planificación, a partir de un cuestionamiento epistemológico de
los alcances de dicha racionalidad científica y técnica (Robirosa, 2014).