32 / pp 29-38 / Año 4 Nº6 / MAYO 2017 / ISSN 2408-4573 / SECCIÓN GENERAL
Mi primer año en la universidad significó sentirme perdido, sentir que no sabía para qué había venido, no sé, desconcierto,
dudas todo el tiempo no conocía a nadie, un importante cambio en relación al secundario, no solo por las exigencias, los
autores que ni conocía, los contenidos, desconocimiento de la gente, de los compañeros [GD 18-15]
La superpoblación estudiantil genera distancias, inicialmente física, pero también social, separa a los ingresantes de los estudiantes
avanzados y de los profesores, de los amigos y conocidos previamente al ingreso incluso:
Al ingresar a la universidad no solo me enfrentaba a un ámbito con mucha más gente de la cual mucha no conocía, en ese
aspecto era un punto en común con la escuela a la que asistí, sino que lo más impactante es que ingresaba a un nuevo
sistema que no conocía, al cual debía adaptarme para poder desempeñarme bien [RB 205]
Reconstruir la rutina, volver conocido lo desconocido es un proceso lento, que requiere tiempo y estará indudablemente condicio-
nado por la innumerable cantidad de personas con las que se comparte el espacio.
A mi me costó acostumbrarme a estar todas las horas en la facultad porque no hay donde estar, no hay en la biblioteca no
se puede estar porque no se puede hablar, afuera, bueno, cuando hace frío o llueve, imposible, no tenés donde sentarte, no,
difícil, difícil [E 042]
El espacio constituye una categoría central para analizar la vida cotidiana, principalmente porque el edificio que ocupa la Facultad
no fue construido para funcionar como establecimiento educativo, sino como asilo de ancianos. Aunque fue modificado parcial-
mente transformando los dormitorios en aulas, dividiendo los baños y en la última década, adosando nuevos espacios como anfitea-
tros y aulas para albergar al colectivo estudiantil, nunca fue suficientemente adecuado. El conjunto arquitectónico, las instalaciones,
aulas, anfiteatros, espacios de enseñanza, conforman un ambiente que “regula por sí mismo como cualquier otra configuración
espacial, un sistema de vida, de relaciones, de conexión con el medio exterior” (Gimeno Sacristán, 1989: 111).
Me acuerdo que el primer día cuando llegué no tenía un lugar donde sentarme, no había lugar en el aula de la cantidad de
chicos que había, conseguí una silla pero no había espacio en el aula, la gente estaba parada en la puerta. Después tenía
que llegar como una hora antes y esperar en la puerta del aula que termine la otra clase, para poder encontrar un lugar para
sentarme en las materias comunes. Creo que eso fue una de las cosas que más me costó [RB 209]
Ambiente también hace referencia
a la particular atmósfera que se respira, algo intangible pero detectable, que existe en un determinado medio, de la que
se extrae una cierta tonalidad afectiva en las experiencias […] un núcleo envolvente de las personas y de la experiencia
(Gimeno Sacristán, 1997: 91).
Cuando empecé la carrera, la gente también como que me ha asustado un poco, porque yo salía de un colegio donde todo era
limpio, ordenado, pautado, nos conocíamos todos, y venir aquí, como que me ha desorganizado, me costaba mucho [E 013]
Como puede verse, el ambiente educativo no solo refiere a las condiciones materiales necesarias para la implementación del
curriculum ni a las relaciones interpersonales básicas entre docentes y estudiantes, sino que como se instaura en las dinámicas
que constituyen los procesos educativos, involucra tanto las acciones de los participantes, sus actitudes, como las relaciones con el
entorno y la infraestructura necesaria para el logro de los objetivos educativos (Duarte Duarte, 2003). El ambiente afecta de forma
mediatizada la calidad de la enseñanza y el aprendizaje, habilitando la inclusión o la separación entre las personas y los grupos
(Fernández, 1998: 106-7). Una estudiante manifiesta:
“[ ] por suerte, o sea, por lo menos yo, hace dos años que yo ya no curso intensivamente. Yo desde primero a tercer año, creo
que venía de lunes a viernes y pasaba seis horas por lo menos en la facultad, ahora yo, dos horas y me quiero matar, “me
quiero ir”, “me quiero ir”; los miércoles es el único día que me quedo desde las cuatro y media hasta las diez y media y
para mi es fatal, pero en esa época, cuando recién empezaba a cursar... [E 025]
Desde este punto de vista, la masividad constituye un efecto del desequilibrio entre los estudiantes y los recursos disponibles, y
genera limitaciones para el uso del mobiliario y el equipamiento, tales como dificultades para escuchar clases, acceder a una silla,
los horarios superpuestos, dificultad para escuchar al profesor, imposibilidad de intercambiar con los compañeros, o realizar alguna
actividad de aprendizaje alternativa a intentar seguir la exposición docente. Ello muchas veces eso, a la vez obstaculiza el acceso
al conocimiento.
Si, el espacio, primero que no teníamos asiento, hasta el día de hoy a veces llegamos y no tenemos asiento o no tenemos
aula o se nos superponen los horarios con otra materia de otra carrera y tenemos que salir, cortar la clase, ir a buscar un
aula, a ver cuál está desocupada. Esa si es una dificultad, la del espacio [E 003]