Bartalini, “Memorias populares…” Nueva Revista de Literaturas Populares
Número 2 / Noviembre 2024 / pp. 34-81 66 ISSN 3008-7619
realiza ad hoc para el recorrido –y/o para la novela–, el encuentro con cada
uno de esos lugares se sintetiza en una acción corporal y afectiva. Se pisa la
tierra, se posan los pies sobre las ruinas de lo que antes fueron espacios de
detención, torturas y exterminio, se toca el suelo con el cuerpo, se marca un
itinerario que permita pisar –es decir, tocar y ver– cada uno de los lugares de
memoria fundamentales para conocer lo que los protagonistas de la novela
llaman “turismo de lesa”, a secas. La humanidad queda omitida de la frase, la
humanidad que sería el atributo sustantivo contra quienes se cometieron esos
perversos crímenes, queda suspendida en un silencio alumbrador:
Viajamos a Tucumán según el itinerario propuesto por ella y aceptado por
mí: la idea es pisar cada uno de los sitios a los que no podemos dejar de ir, sin
importar las curvas que se añadan al trazado del mapa de Google. […].
Diseñamos, en cambio, un sinuoso y caprichoso trazo para conectar una serie
de puntos distantes entre sí; un periplo que ella llamó –con raro humor–
turismo de lesa: centros clandestinos de detención, sitios de la memoria,
cárceles, fosas comunes, señalizaciones de espacios usados por el terrorismo
de Estado, entre otras atracciones irresistibles para un esparcimiento
decididamente patológico (Espeche, 2020: 22-23. El resaltado me pertenece).
La pisada a tientas, la visita –si se me permite– es llevada a cabo por el
narrador y su familia. Todos ellos también víctimas directas del terrorismo de
Estado, del plan sistemático de secuestros, asesinatos, robo de niños,
violencia sexual y desapariciones pergeñado por las fuerzas armadas y de
seguridad que operaron durante, y antes, de la última dictadura cívico militar
argentina (1976-1983). El hallazgo de esta idea en el libro de Ernesto
Espeche, más allá de la jerga compartida por quienes nos dedicamos a los
estudios sobre memoria y/o estamos involucrados de una u otra forma en
colectivos o activismos en defensa de los derechos humanos, echó luz sobre
algunas exploraciones semánticas que a lo largo de varios años he venido
considerando desde mi visita a la Cadeia do Aljube en Lisboa en 2015, a
Auschwitz y Birkenau en 2018, a la llamada “Escuelita de Famaillá” en
Tucumán en 2021 y a diversos sitios de memoria en Argentina, Chile,
Uruguay, Colombia, Polonia, República Checa, Holanda, Alemania y España
a los que he concurrido por una pulsión investigativa y ese tipo peculiar de
“esparcimiento patológico” que señala, con gran percepción, Espeche. Esta
modulación terminológica resulta, sin dudas, alumbradora para pensar las
configuraciones de sentidos que se juegan en las formas lingüísticas que