
99 |pp 96-111| Año XVII N° 31 |mayo 2025 – noviembre 2025 |ISSN 1852-8171| Artículos
(…) ambos términos, discapacidad y diversidad funcional, conviven en armonía en el ámbito universitario,
además de ser representativos y reconocidos por el propio colectivo. Su uso debe adecuarse a la situación,
a la audiencia y al deseo de la persona con la que se comunique y trate.(García García, 2021, p. 79).
Se retoman cuatro ejes de accesibilidad -actitudinal, física, comunicacional, académica- transversales a las tres
dimensiones de prácticas, cultura y políticas inclusivas (Ainscow, 2020; Clavijo et al., 2020; Katz, 2020a; Figari,
McLenman & Saverino, 2008; Barrio de la Puente, 2009; Leguizamón, Giglio & Innaro, 2019; Saverino, 2007; Vain &
Schewe, 2021). La accesibilidad actitudinal busca eliminar las situaciones de opresión y discriminación en las que
los preconceptos, estigmas y estereotipos operan como barreras, impidiendo la plena participación de las
diversidades (ONU,2006; Castro, 2014; Guiral y Murillo, 2024; Nieminen, 2023; Periera Leite et al., 2023; Ponte &
Da Silva, 2015; Saverino, 2007). Por su parte, la accesibilidad física comprende la posibilidad de acceder, circular y
permanecer en forma segura y accesible en los predios, edificios universitarios y el entorno urbanístico inmediato
(Katz, 2020b; Quiroz Cabrera & Santos Ríos, 2018). La accesibilidad comunicacional considera la diversidad y sus
particularidades al momento de cualquier interacción comunicativa o en la génesis del diseño de los recursos de
comunicación, como impresos, presentaciones audiovisuales, sistemas de orientación en el espacio, sitios web,
entre otros. (Katz,2020b; Camaño, 2022). Finalmente, la accesibilidad académica integra el principio de la
accesibilidad universal a la vida universitaria y, sin soslayar la obligada accesibilidad física y comunicacional -y el
equipamiento que esto requiera-, atiende específicamente los aspectos curriculares, pedagógicos y didácticos para
respaldar la formación integral, en función de los alcances de cada trayecto profesional particular. Eso requiere que
las universidades tengan la disposición necesaria para pensar respuestas singulares a situaciones igualmente
singulares, con anclaje en estos principios (Consejo Interuniversitario Nacional [CIN], 2011; Ajjawi et al., 2023; Figari
& Fernández Unsain, 2023).
Se apela al concepto de representaciones sociales desde un enfoque procesual, comprendiéndose como "una
modalidad particular del conocimiento y elaboradas por el sujeto social, que está situado en un tiempo y en un
espacio particular" (Moscovici, 1979, p. 17). Se trata de un término que se utiliza frecuentemente "sin contemplar
las características que lo definen, y que son fundamentales para comprender cómo los modelos son elaborados por
las personas en las interacciones, como sujetos sociales, orientando sus prácticas y discursos" (Figari & Fernández
Unsain, 2023).
Se vinculan las representaciones sociales de la discapacidad a cuatro de los modelos teóricos a partir de los cuáles
se ha definido la discapacidad. En este sentido, se contempla que desde el modelo médico hegemónico y
rehabilitador, la discapacidad es comprendida como un problema individual producido por una enfermedad, que
requiere cuidados médicos bajo formas de tratamientos individuales y de rehabilitación (Cruz Vadillo & Casillas
Alvarado, 2017; Figari & Fernández Unsain, 2023; Nieminen, 2023). Desde el modelo social, la discapacidad se
entiende como una forma específica de opresión y discriminación que experimentan las personas con discapacidad
en su participación en la vida cotidiana, generada por las barreras sociales (Cruz Vadillo & Casillas Alvarado, 2017;
Figari & Fernández Unsain, 2023; Nieminen, 2023). Asimismo, desde este modelo se cuestiona el término
(dis)capacidad y se propone la noción de capacitismo, que alude a la discriminación a los cuerpos no normativos.
Por su parte, el modelo biopsicosocial es el adoptado por la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la
Discapacidad y de la Salud [CIF] (OMS, 2001) y define a la discapacidad como un término paraguas que comprende
las deficiencias, las limitaciones en la actividad y las restricciones en la participación, desde la interacción dinámica
entre una determinada condición de salud y las barreras contextuales (ambientales y personales) con las que se
interactúa
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. Se considera el efecto de los factores ambientales (facilitadores/barreras) en el desempeño de una
persona en las distintas dimensiones de la vida cotidiana (OMS, 2001; AUTOR; Bagnato, 2017). Finalmente, desde
el modelo de derechos, la persona con discapacidad es reconocida como sujeto de derecho. La deficiencia es
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La CIF supone un cambio conceptual respecto a su versión de 1980, no evalúa las enfermedades en sí, sino el funcionamiento y la
discapacidad de las personas en interacción con factores contextuales. Así, abandona el modelo lineal enfermedad-discapacidad y adopta
un enfoque integral que considera cómo las personas experimentan sus condiciones de salud en contextos concretos (OMS, 2001).