La extensión universitaria, sentidos y tensiones.

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Asprella, G. (2022). La extensión universitaria, sentidos y tensiones. INNOVA UNTREF. Revista Argentina De Ciencia Y Tecnología, 1(9). Recuperado a partir de https://revistas.untref.edu.ar/index.php/innova/article/view/1392

Las funciones de la Universidad pública conocidas como enseñanza, investigación y extensión han tenido, sobre todo las dos primeras, su tiempo de manifestación e instalación institucional y académica acompañada de la respectiva producción intelectual. Para la enseñanza, desde las recordadas “clases magistrales” de las históricas universidades europeas y luego su influencia en los posteriores modelos académicos y de docencia hasta los debates actuales de la didáctica en el nivel superior y los perfiles del tipo de aprendizaje hoy nos encontramos con una fuente casi innumerable de materiales disponibles en las bibliotecas, en los espacios de cátedras como en los sitios de redes interuniversitarias por mencionar algunas instancias. En el caso de la investigación, con una acentuación siempre creciente y con más de un siglo de manera sistematizada en los espacios universitarios regionales, ha tenido y mantiene su esplendor tan inherente a la metodología y problematización de los objetos de estudio como a los vectores en relación a la producción de conocimiento, lo interdisciplinario y la actual expansión e implementación consolidada de la investigación en todos los campos y niveles.

Para la extensión, en cambio, ha sido un trayecto de vida con intermitencias y ciertas invisibilidades, en primer lugar en relación a la escasa validación y reconocimiento que la comunidad universitaria hiciese de esta función y en segundo lugar la irregularidad de las prácticas extensionistas propiamente dichas como la falta de sistematización de esas intervenciones y la propia producción intelectual y acciones investigativas sobre la extensión universitaria. El escenario a la fecha muestra nuevas realidades para esta función. Por un lado se debate si su enunciación resulta las más adecuada en relación a la concepción que se sostiene sobre el papel y la misión de la Universidad en la sociedad actual y al mismo tiempo somos partícipes de un impulso sustantivo y estructural sobre como la extensión se configura y significa como parte vertebral no solo para la propia experiencia  universitaria sino para la interrelación de prácticas y conocimientos cada vez más categóricos y excluyente entre comunidad y Universidad pública. 

Sentido y tensión

  1. La extensión universitaria, como un primer ensayo, se puede interpretar como el lado sensible de la Universidad, obviamente no por una cuestión emotiva, sino por contraposición al sentido que históricamente el modelo de enseñanza estuvo definido a priori del proceso efectivo de formación. Esto de tener que adaptarse a lo preestablecido ha sido una constante. De alguna manera la formación ha respondido y suelen prevalecer los parámetros previamente definidos sobre todo a partir de los perfiles profesionales traducidos en términos de contenidos programáticos.

La extensión universitaria viene a tocar la puerta de la Universidad, interpela a abrir y mirar y constatar el requerimiento que la Universidad debe ampliar sus vinculaciones. Por eso el ensayo sobre sensibilidad, que significa capacidad de atravesamiento de los poros a fin de que pueda llegar a ser suficientemente perceptible para la Universidad la realidad externa como realidad problemática, como tensión para los procesos de formación y demanda tanto para la investigación como para la producción de conocimiento pertinente y relevante para la sociedad.

  1. La Universidad históricamente mostró membranas y fronteras impenetrables respecto de lo externo a su propia realidad. La extensión conlleva a establecer esa forma de hacer presente que la Universidad está instalada en un territorio y que en esa condición de no satélite de la sociedad debe tener presencia y preponderancia su condición de estar en el territorio. La extensión contribuye a poner cimientos en ese “estar” situacional en el territorio. Es posible entender la extensión como una forma particular y deliberada de comunicación de la Universidad con su entorno, con su contexto exterior. Una comunicación que se caracteriza por ir hacia “lo otro”, como espacios de mediación entendido como “dotación de significado” al  que realizan sujetos activos reinterpretando  y reelaborando saberes que pasan a constituir su subjetividad. Estas categorías auspiciosas se han venido instalando en las últimas dos décadas en el debate universitario regional como una forma de especificar que junto a la realidad formal que atañe a la enseñanza hay otros territorios que pugnan por estar presente en un ejercicio de fuerte interrelación tanto hacia adentro del proceso formativo que las Universidades ofrecen como de las mismas políticas de investigación y producción de conocimientos.
  2. La extensión universitaria aporta su interpelación a los propios modelos homogeneizadores de la Universidad desde el compromiso histórico y político que representaron los movimientos universitarios diciendo presente en la historia de las Universidades públicas en América Latina. La extensión establece una interrelación e intercambio de concepciones, saberes y prácticas con sectores y ciudadanos no registrados como los convencionales de la trama universitaria y se hace cada vez más evidente como esta función permite delinear una nueva y más influyente dinámica de intereses frente al conocimiento como bien público y la contribución a la consolidación del sujeto colectivo que representa la ciudadanía toda. La construcción de saberes a través de la interacción con los sujetos del “afuera” produce a impone sentidos al lugar de la institución, de los conocimientos que genera y hace circular donde subyace el modelo de relación con la otredad.   

La extensión universitaria, a partir de valiosos trabajos académicos sobre su objeto y alcance, permite centrar una primera definición, como función de la universidad en la interrelación entre conocimiento y sociedad, entre academia y cultura, entre producción de saberes y prácticas, entre hegemonía y cambio social. En este mismo enfoque de análisis incorpora al debate el componente de la educación superior como esfera pública, esto implica orientar procesos de formación del colectivo universitario “como agentes críticos” que sostengan la vida pública democrática.

  1. La Universidad pública se concibe en esencia como una entidad política con una fuerte implicancia social, histórica y política. La extensión en la Universidad no es un puente a la sociedad, sino que es la sociedad y desde la incidencia que asumen las Universidades públicas es también el accionar del Estado. Por eso frente a esa expresión habitual, “hacer extensión”, que no significa un reduccionismo, pero nos es útil en este caso, no se trataría de hacer algo en el contexto de la comunidad, se trata de las condiciones que estructuran la intervención del Estado a través de las Universidades públicas.

La extensión pone en juego la dimensión política a partir de reconocer el compromiso social y político de estas instituciones mediante su función de carácter cívico: promover la participación, fortalecer los lazos sociales, ampliar la concepción y condiciones de la ciudadanía, muchas veces restringida por las posiciones dominantes y reducir el margen de desigualdades en favor de mayor justicia social.           

  1. Plantearse la forma de conocer la realidad y sus recursos metodológicos resulta inexorable a toda práctica social y política. Las funciones universitarias de la enseñanza y la investigación están sostenidas en posiciones epistemológicas y sus encuadres metodológicos consecuentes. En el caso de la extensión le corresponde también un planteo epistemológico, por un lado, de cómo acceder al conocimiento de la realidad social e histórica en tanto objeto de intervención como de la perspectiva metodológica sobre la estructuración de la forma de pensar, actuar y sistematizar sus prácticas y modelos. Unas primeras aproximaciones en esta dirección pueden quedar expuestas en los siguientes cinco criterios: diálogo crítico, pensamiento dialéctico, trama situacional, politización de la acción y procesos formativos de carácter emancipatorios.
  2. La extensión universitaria no es un “factor auxiliar” de la enseñanza o una práctica paralela, en sí misma, es un ciclo de formación y por lo tanto de exigencia compatible con el proceso de enseñanza y aprendizaje en los estudios universitarios. Asumir este enfoque exige reconocer que los contenidos y capacidades que se operan en las intervenciones de la extensión universitaria requieren una activa interrelación con la enseñanza convencional del aula. Las prácticas de la extensión son espacios de aprendizaje sistematizados de la formación universitaria.

Las propuestas de los diseños curriculares se deben constituir en la instancia preferencial e ineludible de coexistencia y síntesis, de manera orgánica, de los contenidos y capacidades implicados en la docencia, la investigación y la extensión que se desarrollan en cada disciplina o en cada espacio interdisciplinario. De esta manera se puede contribuir a reducir las atomizaciones de contenidos y prácticas en las carreras universitarias como la carencia de confluencias y articulaciones teóricas – metodológicas de dichas funciones en el proceso de formación.      

Esta apertura temática se constituye en un ángulo de interés que busca afirmar la consistencia académica de un nuevo colectivo universitario, que habilita otros enfoques de la práctica de formación en la Universidad. Y busca así contribuir a un espacio de análisis de las intervenciones académicas de docencia y extensión, y sus condiciones de ejercicio, atravesado por la crítica, las contradicciones, constituyéndolas en objeto de investigación.

La necesidad de hacer converger las capacidades formativas que promueven la docencia y la extensión exige un enfoque fundamental vinculado a la condición de “construir sentido” en la enseñanza para desarrollar las condiciones de interrogación y resignificación por parte de los y las estudiantes y los mismos profesores y profesoras.

La estrategia, por ejemplo, del enfoque de aprendizaje basado en problema en las prácticas es precisamente contribuir a construir sentido desde la duda y la exigencia de respuestas que superen la práctica convencional de la enseñanza y muestren al conocimiento en dimensión de “utilidad cognitiva y social”. Los contenidos y evidencias de las capacidades demandadas por el enfoque de problema en las prácticas serían precisamente derivados tanto de las intervenciones de la extensión como de la investigación.

En síntesis, lo actual, aunque no necesariamente novedoso, de la extensión universitaria es que permite redefinir la Universidad “para todos/todas” y hacia un horizonte más relevante en su papel en la sociedad y ejerce una acción de politización en perspectiva de derechos, inclusión y realidad. A medida que disminuye el modelo homogeneizador de la función y formación universitaria la ciudadanía construye otra percepción sobre el protagonismo de la Universidad en la vida pública y esa situación opera como influencia para un modelo político más inclusivo e integrador.