Experiencias situadas
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Wechsler, D. (2021). Experiencias situadas. Estudios Curatoriales, (13). Recuperado a partir de https://revistas.untref.edu.ar/index.php/rec/article/view/1262

Resumen

Escuchar es ingresar a la espacialidad que, al mismo tiempo, me penetra: pues ella se abre en mí tanto como en torno a mí y desde mi tanto como hacia mí.

Jean-Luc Nancy (2015)

 

Tiempo y espacio son las dos dimensiones centrales que atraviesan nuestras vidas. Es entre tiempo y espacio que experimentamos el entorno que habitamos, construimos nuestras narrativas, identidades, en fin: estamos en el mundo. Sin embargo, en los últimos años asistimos a la dislocación de estas coordenadas a través del uso cada vez más frecuente de otros modos de comunicación y de la construcción de dispositivos para la percepción de la realidad. 

Muy particularmente -y de modo creciente a partir de los confinamientos masivos que tendieron a paliar la amenaza de Covid-19- las nuevas prácticas de comunicación electrónica que integran imagen y sonido más otras posibilidades como compartir documentos de todo tipo, buscaron dar continuidad al desarrollo de las actividades durante la pandemia. 

Así, (lo experimentamos todos) encuentros que se acordaron en un “tiempo común” (más allá de la diferencia de husos horarios), se realizaron en espacios distantes entre sí, muchas veces a miles de kilómetros. La intimidad de estudios, bibliotecas personales, livings y otros espacios domésticos se convirtió en el escenario de estos diálogos virtuales. La falta de homogeneidad espacial introdujo otros elementos en la relación entre quienes sostuvieron cada encuentro, de pronto se hizo posible conocer un aspecto de la vida cotidiana de cada uno de los participantes o bien, que se nos negara el acceso visual a través de un fondo ficticio o de no encender la cámara. 

Entre imagen y sonido, quizás este último fue el que más problemas acarreó a los “usuarios” forzando de distintas maneras a cada uno de los asistentes a una reunión a “silenciarse”, a estar atentos a abrir el micrófono al querer participar, a evitar acoplamientos entre dispositivos, e inclusive a tener en cuenta los efectos colaterales de los “sonidos incidentales” que intervenían inevitablemente en la comunicación. 

Es en este sentido interesante repensar desde estas experiencias cotidianas la frase de Jean-Luc Nancy que precede esta presentación. Las sonoridades nos penetran y nos permiten ingresar a la “espacialidad”. Los sonidos, a su vez, se dan en el tiempo y con él reponen especialidades diversas, evocan experiencias reales o imaginarias y contribuyen en la inmersión de los sujetos de manera sensible y multisensorial. La temporalidad del sonido no solo tiene que ver con que se desarrollan en el tiempo sino que ellos evocan, además, otros tiempos o tienen en sí sonoridades que activan memorias diversas. 

Es por todo esto que podemos decir que los ensayos aquí reunidos -a partir del cuidado trabajo editorial de Raúl Minsburg quien estuvo a cargo de Escuchar el presente, título del dossier que integra este número- trabajan sobre experiencias situadas. Unas están ligadas a la pandemia y a los modos en que se recreó la “escucha” y los “silencios”, las formas en que los sonidos permitieron restituir la presencia de los cuerpos ausentes del espacio público y con ellos sus opiniones. Otras, revisan las formas de la escucha en la configuración de un “otro” y de un “nosotros”. En todos los ensayos el presente, así como la dimensión política, son los elementos que construyen las preguntas que residen en la base de cada investigación. 

Este dossier introduce, desde las investigaciones sonoras, otras vías de acceso al análisis de la experiencia contemporánea, su originalidad y los matices que aparecen a través de cada ensayo serán seguramente el estímulo y punto de partida de futuras investigaciones que contribuyan a enriquecer esta área de exploración. 

 

Diana Wechsler, diciembre 2021

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