Curaduría y activismo: ¿una relación posible?
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Rosa, M. L. (2022). Curaduría y activismo: ¿una relación posible?. Estudios Curatoriales, (14). Recuperado a partir de https://revistas.untref.edu.ar/index.php/rec/article/view/1501

Resumen

Durante las dos décadas del siglo que estamos recorriendo, la disciplina de la curaduría –y con ella el rol que juega la curadora/el curador en relación con el campo de las artes visuales– ha crecido significativamente. Es así que las exposiciones artísticas han devenido herramientas estético-políticas por las cuales los debates que plantean son tan importantes como aquellos diálogos que quedan afuera, es decir, tanto lo dicho como lo no dicho son posicionamientos tomados por quienes organizan estos eventos culturales. 

La importancia profesional que ha cobrado la curaduría coincide temporalmente con el desarrollo de los lenguajes estéticos feministas occidentales, que vienen en franco crecimiento desde los años setenta del siglo XX, aunque en las puertas del siglo XXI se han complejizado y globalizado de manera exponencial. En cierta medida, podemos pensar que ello se debe a la combinación de la urgencia por los reclamos históricos de los movimientos de mujeres que no se han visto resueltos, el papel que juegan las redes sociales como creadoras de una voz común que atraviesa fronteras y promueve la lengua franca feminista y el lugar que juegan los activismos artísticos feministas poniendo el cuerpo en la calle con el fin de subvertir el statu quo. De todo ello Latinoamérica es un claro exponente, particularmente la Argentina, con sus reclamos históricos encabezados por las legislaciones que dan cuenta de la igualdad de géneros y por la interrupción legal del embarazo.

Ante esta situación, nos llaman la atención dos hechos –entre muchos otros– que vive nuestro continente: movimientos que acentúan comportamientos patriarcales, los que buscan retroceder en las conquistas alcanzadas por los feminismos, y el avance y la sofisticación de los activismos, especialmente en países como la Argentina, Brasil, Chile y México. El aumento de los feminicidios, el asesinato de mujeres que encabezaron las luchas por la igualdad de derechos –como Marielle Franco en Brasil– o los abusos del poder estatal sobre las mujeres en Chile y México son algunas situaciones que funcionan como disparadores de activismos artísticos feministas. 

En 2018 la historiadora del arte estadounidense Maura Reilly publicó su libro Curatorial Activism. Towards an Ethics of Curating, en el que puso sobre la mesa varias preguntas que cuestionan críticamente la construcción de una historia del arte blanca, heterosexual, masculina, burguesa y eurocéntrica a través de sus exposiciones. No es una novedad que históricamente la disciplina ha edificado su canon excluyendo el sexo, la raza y la clase. Sin embargo, continuar transmitiendo en el siglo XXI la ilusión de un universo ideal y exclusivo, a espaldas del mundo real o de las mismas y mismos artistas que trabajan comprometidos con el presente, es cuanto menos escandaloso. El rol que juegan las exposiciones, especialmente aquellas que aspiran a amplios números de visitantes, es fundamental a la hora de generar conciencia en temas que son sensibles para nuestras sociedades. Más allá del rol educativo a gran escala que toda exposición conlleva, la función de toma de conciencia para poder cambiar el sistema desigual –en toda la amplitud del término– en el que vivimos es de gran importancia y excede decisiones estéticas para implicar posicionamientos políticos. Estos son tanto del profesional que organiza la exposición como del espacio que la acoge, ya que conlleva un compromiso presupuestal al respecto y el salir de cierta zona de confort que suelen tener los guiones curatoriales institucionales. 

Las exhibiciones conforman escenarios privilegiados en donde se problematizan y deconstruyen cuestiones relacionadas con la identidad, la subjetividad, la clase, la interacción social, la circulación del poder –ya sea en el pasado como en la contemporaneidad–, entre otros tantos temas. 

A pesar de que los feminismos postcoloniales, antirracistas, cuir o queer llevan varias décadas, su ingreso dentro de los programas curatoriales de las instituciones del arte ha sido complejo, escaso y solo en este último lustro –como fruto de la masividad de los reclamos feministas– las instituciones parecen tomar conciencia de ello. Maura Reilly refiere con el término activismo curatorial a todxs aquellxs profesionales que han dedicado sus prácticas a trabajar en, de y desde los márgenes, es decir, quienes integran en sus proyectos a artistas que reflejan diversidades étnicas, disidencias sexogenéricas y que descentran los campos tradicionales de circulación del sistema del arte. Según Reilly, este término abarca a quienes trabajan en pro de nivelar las jerarquías existentes en el sistema del arte, desafiar lo establecido, visibilizar los márgenes, subvertir los centros, expandir nuevos conocimientos, promover debates y encarar nuevas estrategias de resistencia. También podemos preguntarnos cómo ha resultado llevar los activismos feministas desde la calle a las instituciones, si han perdido o han ganado fuerza disruptiva en ese trasvase y si los modos de exhibir las prácticas activistas traen como consecuencia el desarrollo del activismo curatorial.

El actual dossier de Estudios Curatoriales plantea este tipo de preguntas siendo consciente de que los artículos que lo conforman son solo el inicio de un debate vivo que esperamos que se vea reflejado en futuros números de la revista. Por tanto, presentamos estudios que reflejan solo algunas propuestas interpretativas de los numerosos activismos existentes en nuestro continente, que aún demandan análisis teóricos.

El artículo “Entre la vitrina y la calle. El caso de los trajes de Eva Perón. Colección Museo Evita de Buenos Aires. Una reflexión sobre el activismo curatorial”, de Valeria Alcino, desarrolla la relación entre activismo y curaduría a través de la figura de la referente popular y su exposición permanente en el Museo Evita-Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón. La investigación toma como eje la exposición de los vestidos que pertenecieron a la dirigente y actriz para reflexionar sobre las marcas políticas que se inscriben en las prácticas curatoriales, las que impactan en las interpretaciones de las obras. La autora sostiene que la dimensión política de Eva Perón y la intersección existente entre acción y vestimenta permiten abordar su figura histórica en un contexto amplio, así como fisurar el discurso unilateral sobre este patrimonio al contribuir a la concienciación del rol jugado por ella.

La investigación realizada por Melisa Alzugaray, Sol Montaldo y Daniela Scardella se detiene en cómo la curaduría ha reflejado el rol de las redes sociales y su impacto en la vida cotidiana, así como también en el papel del sentido visual como prioritario en la organización de una exhibición. En “Curaduría, virtualidad y poder. Hacia una curaduría menor. Las redes sociales y su impacto en la vida cotidiana” abordan la interacción entre prácticas curatoriales y virtualidad para indagar su potencial democratizante dentro del campo del arte. Las autoras sostienen que para que haya una curaduría crítica de su propia actividad debe preguntarse por el dispositivo de visibilidad con el que opera. 

El artículo de Guillermina Cabra, “Intervenciones feministas curatoriales en el trabajo de Mujeres Públicas”, analiza algunas exposiciones desarrolladas por el colectivo de activismo visual feminista pionero de estas prácticas en nuestro país. El objetivo de la autora es problematizar la relación existente entre curaduría y activismo a partir del concepto de arte político crítico enunciado por Nelly Richard y el de activismo curatorial, de Maura Reilly. También se detiene en las acciones de Mujeres Públicas, que desde sus operaciones poéticas y signos reflexionan sobre el traslado de obras creadas para la calle hacia las instituciones, las que manifiestan un posicionamiento político al denunciar las experiencias de mujeres cis, trans y disidencias sexo genéricas.

María Elena Lucero analiza en “Curaduría, política y visualidad en la exhibición Señoras calientes de Mabel Temporelli” las formas de exhibir, así como las obras seleccionadas en relación con la visión política de dicha artista y el encierro carcelario que sufrió durante la última dictadura cívico-militar argentina. La particularidad de esta exhibición es que Temporelli conforma su guion curatorial sobre la base de su propio activismo artístico, en una confluencia de recursos visuales que cruzan memoria, dolor, feminismos y resistencia.

Finalmente, la investigadora Karina Bidaseca reflexiona en “Somos MAGMA. Poéticas eróticas de la relación en los artivismos feministas multiespecies” sobre la urgencia de una perspectiva crítica y feminista decolonial que cuestione de la estética y el canon eurocéntrico, patriarcal. También problematiza el discurso del colonialismo, racismo y sexismo presente en los guiones de las instituciones, particularmente los de las muestras virtuales Cartas a Ana Mendieta y ParaTodesTode, además de acciones llevadas a cabo en pandemia. A partir de ese análisis se pregunta sobre el agenciamiento de las identidades feminizadas y trans testigos de la experiencia traumática contemporánea y se plantea si nuestras disciplinas pueden agrietar horizontes discursivos de justicia simbólica a través del arte y de los activismos.

Por medio de estos artículos, Estudios Curatoriales busca reflexionar sobre el lugar de incomodidad, insurgencia y desestabilización de los activismos feministas, que desafían los modos de ejercer la curaduría en nuestra contemporaneidad al expandir sus límites.

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