¿La alegría como estrategia?
Obediencias y resistencias creativas en tiempos de pandemia.
Resumen
En los años de la última dictadura militar argentina, la protección del estado de ánimo de la población fue el objetivo de muchos artistas, músicos y actores que utilizaron el placer como un principio metodológico, como cuerda guía en un laberinto, según palabras de Carlos “el Indio” Solari. En ese mismo sentido, el artista y sociólogo Roberto Jacoby habló de la estrategia de la alegría para referirse a una serie de experiencias estéticas contraculturales que procuraron potenciar las posibilidades de los cuerpos frente a la feroz estrategia de disciplinamiento y muerte desplegada por el terrorismo de Estado. Durante los años de 1980, la estrategia de la alegría se desplegó como una forma molecular de resistencia, propiciando formas de encuentro microsociales en bares, discotecas, talleres o sótanos en ruinas. Aquellos reductos albergaron acciones perfomáticas, recitales de rock, pintura en vivo, puestas teatrales, exposiciones de arte y desfiles de moda, imprimiéndole un tono inéditamente creativo, desmesurado y festivo a la noche de Buenos Aires. Si los poderes, para su ejercicio, se valen de la composición de fuerzas afectivas dirigidas a cercenar, entristecer y descomponer las relaciones, la alegría bien podría ser, tal como señaló Baruch Spinoza, esa pasión-núcleo fundamental para la formación de una nueva comunidad política fuera del miedo, la tristeza y la inacción. Partiendo de la estrategia de la alegría como idea-fuerza, invitamos a enviar colaboraciones que reflexionen sobre obediencias y resistencias creativas frente a la pandemia. Nos interesa la mención a la pandemia pero no en la medida en que quede circunscripta a la situación de excepcionalidad actual provocada por el COVID- 19. Proponemos pensarla más allá de los límites estrictos que su definición impone desde el campo de la salud. Al tomarnos la licencia de modificar el horizonte de su alcance y extenderlo más allá de su demarcación formal, nos proponemos abrir la posibilidad de idear nuevos modos de ser y estar en el mundo cuando se produce un trastrocamiento de lo cotidiano. Al dejar al descubierto, de manera intempestiva, la artificialidad de un orden naturalizado, puede producirse una apertura por donde se contaminan las certezas y aparecen nuevas coordenadas espacio-temporales, económicas, políticas, afectivas y corporales, entre muchas otras.
Del mismo modo, pensamos la estrategia de la alegría en sentido ampliado, ya que reducirla a su literalidad como sinónimo de felicidad o placer la subsumiría a un perímetro de demarcación que no le permitiría entrar en contacto con otras nociones que pueden funcionar como desvío de las múltiples formas que dicha estrategia puede adoptar. Es en el carácter de creación donde la estrategia de la alegría se vuelve un punto de partida y no de llegada ante un estado de cosas, como líneas de transformación que adquieren nuevas formas de lo real y lo posible en medio de un mundo que nos propone pensar inéditas e insospechadas estrategias. Preguntarnos en qué medida y de qué modo, cuando todo se vuelve incierto y nos coloca enteramente en el puro presente, nos vemos estimulados a pensar otros tipos de vínculos, otras maneras de asociación que nos permitan desplazarnos a nuevos parajes posibles de existencia. Gilles Deleuze nos advierte de la dificultad de dichas acciones cuando lo que se despliega es el miedo, no es fácil ser libre: huir de la peste, organizar encuentros, aumentar la capacidad de actuación, afectarse de alegría, multiplicar afectos que expresan o desarrollan un máximo de afirmación. Creemos que la obstinación por poner a la escritura enmovimiento en estos momentos es un modo de huida que nos gustaría propiciar en este dossier, a partir de la recepción de artículos que discutan intervenciones históricas o presentes que no se limiten al concepto acuñado por Roberto Jacoby, sino que se empasten en y con él de manera más libre y errática.
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