Exposición: Perder la forma humana. Una imagen sísmica de los años ochenta en América Latina
Curadores: Red de Conceptualismos del Sur
Centro de Arte Contemporáneo-UNTREF
Mayo/Agosto de 2014
La exhibición Perder la Forma Humana – Una imagen sísmica de los años 80 en América Latina curada por la Red Conceptualismos del Sur abordó una multiplicidad de experiencias artístico-políticas que son presentadas como parte de una compleja trama de episodios críticos que redefinieron los modos de hacer política en el contexto postdictatoral de América Latina, a través de nuevas formas de expresión donde el cuerpo toma un lugar central. La pregunta que articula el horizonte de este proyecto es cómo mantener viva una memoria crítica sobre estas experiencias y cómo hacer resonar en el presente aquellos sentidos movilizados.
La muestra Perder la Forma Humana. Una imagen sísmica de los años 80 en América Latina (en adelante, PLFH), curada por la Red Conceptualismos del Sur, tuvo lugar entre los meses de mayo y agosto de 2014. Con la organización del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y el Muntref-Centro de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, en cuya sede se materializó el despliegue de esta exposición imponente, se dio lugar a una experiencia de profundo impacto cultural que continúa, hasta hoy, abriendo posibilidades de lectura, interpretación y, sobre todo, de reconceptualización del escenario político cultural en el que hoy nos encontramos.
La muestra abordó una multiplicidad de episodios críticos gestados al calor de experiencias que redefinieron los modos de acción política tradicional inventando nuevas formas de alianza, estrategias de cooperación, modos de producción colectivos, subjetivaciones e identificaciones performativas estratégicas. Estos lenguajes artísticos experimentales redefinieron la producción de lo común desplegándose como intervenciones críticas de cuerpos festivos en rebeldía en diversas escalas y contextos a lo largo de América Latina durante la década de los ochenta. Estos episodios tuvieron lugar tanto dentro como fuera y en las fronteras de la geografía institucionalizada del mundo artístico, al mismo tiempo que tomaban y ocupaban el espacio público al calor de la revuelta social.
Durante la exposición se pudo ver y consultar una numerosa cantidad de obras, registros de acciones, fotografías, videos, grabaciones de sonido, gráfica política, instalaciones y material de diversos fondos documentales, archivos de artistas y activistas de los diversos movimientos de derechos humanos, de episodios de intervención poético-política sexodisidente, de experiencias contraculturales (bandas de rock, grupos punk) y grupos de teatro experimental. Estos numerosos colectivos de artistas pusieron en crisis los marcos institucionales de los museos, las galerías y los partidos políticos dando respuesta a situaciones de conflicto tan extensas y divergentes como los modos en los que la represión estatal, la violencia institucional, la violación de los derechos humanos y muchas otras formas de censura solidificaron la instalación del neoliberalismo en esta región, iniciado con el conjunto de gobiernos dictatoriales en el Cono Sur, en la década previa.
La complejidad del proyecto PLFH podría abordarse desde cada uno de los focos de tensión que proliferaron en su proceso productivo, tanto desde la matriz colectiva de producción investigativa,1 como los modos diagramáticos del diseño expográfico que proponían yuxtaposiciones y vínculos estratégicos en la experiencia del visitante, como también desde las instancias de formación y los espacios de agencias que se sucedieron luego de la inauguración en formatos de seminarios y mesas de debate.2 A su vez, otro eje fundamental del despliegue tentacular de esta máquina viva que fue PLFH es el catálogo producido para la ocasión, que recoge de forma precisa modos de imbricación de los diversos episodios incorporados en la muestra, escenarios de contextualización específicos, ampliación teórica de las categorías fundamentales envueltas en los núcleos/problemas conceptuales de la exhibición, y una estructura a modo de glosario con la cual ingresar y releer la información desde distintos puntos de abordaje.
Como vemos, entonces, lo que predomina en el modo de organización y en las estrategias de trabajo que fueron llevadas adelante por el equipo curatorial de la Red Conceptualismos del Sur en el desarrollo de esta investigación y en el montaje de la muestra es que se centran en la construcción de múltiples focos de intensidad conflictiva en los que los materiales expuestos dialogan orbitando una selección de ideas-fuerza: activismo artístico, socialización del arte, internacionalismos, contrainformación, cuerpos y flujos, travestismos, entre otros. Es entonces cómo la exhibición, por un lado, fricciona la institucionalización de ciertos relatos históricos que abordan las prácticas poético-políticas en las posdictaduras a través de la organización estratégica de materiales, contextos y experiencias disímiles entre sí, y, por otro lado, introduce en el dispositivo museo estas experiencias, hasta el momento poco abordadas, que apuestan por la visibilización de nuevas formas de acción política cuyo soporte será el cuerpo.
Tanto en los textos que acompañaron la muestra como en el catálogo, se puede ver con recurrencia la insistencia y la preocupación consciente de los posibles efectos reificantes que puede llegar a tener la apertura de estos episodios y la exposición de su documentación dentro del campo artístico, cuyas lógicas de funcionamiento, a menudo espectacularizantes, prometen obliterar la multiplicación de sus sentidos críticos. Pero de la misma forma que esta pregunta se vuelve un horizonte y un ejercicio permanente de autocrítica y reflexión, a su vez, se vuelve un compromiso con la búsqueda de formas para experimentar en esta muestra, y dentro del museo, la posibilidad de reactivar el espíritu desafiante de estas propuestas.
La decisión de apostar a un programa curatorial así garantiza, o por lo menos plantea como necesidad, la urgencia por hacer vibrar en el presente aquellos episodios en los que fueron posibles nuevos modos de subjetivación poético-política, en los que la invención, como emergencia y necesidad de un común, fue un recurso de rediseño de las condiciones opresivas de la década. Pensar esta exhibición a través de la imagen de una máquina viva, entonces, responde exactamente a eso, es decir, a dar cuenta de una compleja estructura de encastres, yuxtaposiciones y múltiples piezas que ponen en funcionamiento un aparato de interpelación en múltiples sentidos y que toma forma según el contexto al que arriba evaluando sus estrategias en la marcha. Por eso, esta imagen-fuerza hay que intensificarla con la vitalidad del movimiento que supone empujar los límites de la memoria colectiva en relación con el pasado reciente que colabora, al mismo tiempo, en la continuidad de las historias de las resistencias poético-políticas a lo largo del continente y, por sobre todo, en la búsqueda por incidir en un contexto de recrudecimiento global de las políticas neoliberales.