Estudio para la mejora de los procesos logísticos y de calidad en el Mercado del Municipio de 3 de Febrero mediante la aplicación de buenas prácticas de manufactura (BPM)
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Palabras clave

Calidad alimentaria
Procesos logísticos
Eficiencia de proceoso industriales

Cómo citar

Jatib, M. I., Repetto, H. A., Kadener, L., Balducci, I. N., & Diaz, E. S. (2020). Estudio para la mejora de los procesos logísticos y de calidad en el Mercado del Municipio de 3 de Febrero mediante la aplicación de buenas prácticas de manufactura (BPM). INNOVA UNTREF. Revista Argentina De Ciencia Y Tecnología. Recuperado a partir de https://revistas.untref.edu.ar/index.php/innova/article/view/892

Resumen

Según datos del Mercado Central de Buenos Aires en 2018 las ventas mayoristas de frutas y hortalizas aumentaron un 1,2% en volumen con respecto al año 2017. La mayoría de los productos comercializados, proceden de pequeños productores distribuidos en diferentes áreas de producción en las cuales se destacan los productores de papa, tomate, cebolla, zapallo y zanahoria. En muchos casos estos productores, se encuentran alejados de los centros de consumo, por lo que su canal comercialización más frecuente es través de los mercados terminales, en donde mayoristas, distribuidores, importadores o intermediarios están agrupados. En Argentina, además del Mercado Central de Buenos Aires, se cuenta con otros 51 mercados zonales de diferentes tamaños distribuidos a lo largo del país, que proveen de productos para los diferentes eslabones de la cadena de comercialización. Varios de ellos han tenido un origen informal, y son administrados por cooperativas que no han sabido adaptarse a nuevas prácticas y tendencias, gestionando los mismos bajo conceptos ya perimidos, especialmente aquellos referidos a las condiciones de salubridad y manipulación de los alimentos, lo cual puede generar potenciales peligros respecto de la inocuidad.
Luego del relevamiento y análisis realizado respecto del Mercado del Municipio de 3 de Febrero, se concluye que es posible que estas administraciones implementen prácticas que permitan no sólo disminuir los riesgos de contaminación sino también otros relacionados con la seguridad y salud del personal y de los clientes, mejorar la calidad del transporte y almacenamiento (con la consecuente reducción en el desperdicio de mercadería) y, por último, poder tomar acciones concretas y precisas en caso de detectarse un riesgo de contaminación efectiva.

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