Abstract
Establecer un espacio de encuentro entre el arte, la política y el horizonte digital en la actualidad habilita un contrapunto entre el espionaje legal de Google y la economía descentralizada del bitcoin, que empieza a reclamar una estética emancipada. Reconciliar lo físico y lo digital engendrando nuevos paradigmas de conciencia sobre la dimensión ontológico-digital renueva el entusiasmo por una búsqueda libertaria dentro del campo simbólico de la cultura contemporánea.