Resumen
Este capítulo de Historia radical y políticas del arte ofrece un amplio estudio de caso que pretende demostrar el valor de uso de las innovaciones metodológicas propuestas en el libro en su conjunto. Centrándose en el caso extremo de las obras de arte supuestamente apolíticas –las pinturas de los expresionistas abstractos–, examina las fuerzas subterráneas que se esconden tras la producción, circulación y recepción de su obra. Esto conduce a un análisis detallado de la Guerra Fría cultural, tal y como se desarrolló en la escena artística neoyorquina, que sirve como oportunidad para movilizar un relato multidimensional de la agencia con el fin de poner en primer plano la política clandestina de este arte supuestamente apolítico, y más concretamente el papel de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en la promoción del “arte libre” desprovisto de mensajes políticos explícitos. El capítulo concluye que la política del arte no puede reducirse a la orientación política de obras o artistas individuales, sino que debe tener en cuenta todas las fuerzas políticas que impulsan la producción, circulación y recepción de las obras de arte.