No 8 (2021): Las políticas sociales en la post-pandemia
Las políticas sociales en la post-pandemia

La emergencia desatada por  la pandemia producida por el Covid-19,  que afecta gravemente al país,  al igual que a la mayor parte del planeta,  provoca  la certeza que nuestras sociedades no volverán a ser las mismas. Las heridas que dejara serán profundas y ardua será su reversión, por ello resultó especialmente importante dedicar un número de Ciudadanías a analizar sus consecuencias en diferentes dimensiones.

La pandemia puso luz sobre la urgencia de problemáticas antiguas, pre existentes, que se vieron exacerbadas en el nuevo contexto, a la vez que alumbro nuevos riesgos e inseguridades propias de la emergencia sanitaria. Pero, por otro lado, la pandemia no nos muestra ninguna novedad: sus efectos son diferenciales entre clases sociales y categorías sociales (como las mujeres, infancias y adolescencias, migrantes, pueblos originarios, entre otras). Las poblaciones más vulnerabilizadas en la pre pandemia resultan sin dudas las más afectadas, amplificando peligrosamente las brechas de la desigualdad.

La desigualdad no solo se incrementa en el interior de los espacios nacionales, sino entre regiones y entre países. Las evidencias empíricas para nuestra región son elocuentes. De acuerdo con las proyecciones de CEPAL, en 2020 se produjo en la región una caída de unos 7,7 puntos porcentuales del PIB, lo que agregaría 12 millones de personas a las filas del desempleo (37,7 millones). Adicionalmente al desempleo abierto, aumenta la población que paso a la inactividad como desempleo oculto, a causa de las restricciones a la circulación impuestas por la pandemia, que afecto mayormente a las y los trabajadores informales. Se estima que la tasa de pobreza alcanzó el 33,7% y la de pobreza extrema el 12,5% de la población. Ello supone que el total de personas pobres ascendió a 209 millones a finales de 2020, 22 millones de personas más que el año anterior. De ese total, 78 millones de personas se encontraron en situación de pobreza extrema, 8 millones más que en 2019. De esta forma, la pobreza y la pobreza extrema llegaron a alcanzar niveles que no se habían observado en los últimos 12 y 20 años.[1]

La situación de Argentina es particularmente compleja ya que la crisis se reinscribe en una economía que venía en recesión, con un horizonte comprometido por la negociación de su deuda externa y con un deteriorado cuadro social. En 2020 se produjo una caída de casi 10 puntos en el PBI (INDEC), y la pobreza alcanzó en el primer semestre al 40,9% de la población argentina con un 10,5% de indigencia. Con aumentos de más de 5 y 3 puntos porcentuales respecto al año previo resultan los peores índices semestrales en varios años de nuestra historia, con el agravante que el grupo de edad más afectado son los niños, niñas y adolescentes de 0 a 14 años. Allí el 56,3% del total son pobres (datos tomados de INDEC, EPH).

En ese contexto, el esfuerzo de intervención estatal fue importante, aunque resulto insuficiente ante la gravedad del cuadro. En las barriadas populares se intentó dar contención a las situaciones más críticas y evitar una eclosión social, gestión que se llevó adelante en articulación con la vasta red de movimientos y organizaciones sociales existentes en los territorios. El Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), la Tarjeta Alimentar, conjuntamente a los refuerzos excepcionales en las transferencias de ingresos y contención alimentaria en comedores, permitieron no solo visibilizar la envergadura de la emergencia sino también mapear y tener evidencias más precisas para interpretar los desafíos y las prioridades.[2]

Nos encontramos en un punto de inflexión en el modo de producción e institucionalización del bienestar. El dossier que estructura este número de la revista coordinado por el Dr. Gabriel Kessler (École des Hautes Études en Sciences Sociales de París (EHESS) / CONICET / UNLP) y co coordinado por el Dr. Gonzalo Assusa (Universidad Nacional de Córdoba / CONICET), resulta una invitación para pensar la pandemia en nuestro país en sus dimensiones políticas, sociales, económicas, relacionales, subjetivas. La riqueza del conjunto de las contribuciones reunidas por los especialistas mencionados, conjuntamente a aquellos que integran la sección reservada para “Artículos Libres” que incluye la revista, resultan una oportunidad en el marco de la crisis para reflexionar sobre el establecimiento de las líneas directrices de una agenda urgente para encarar la post pandemia.

Los escenarios y las rutas de salida son un proceso abierto, pero en disputa permanente en torno a la distribución del poder y la riqueza. Poner en debate los paradigmas existentes, agudizar los diagnósticos, establecer puentes y promover el espíritu crítico entre el mundo académico, de la investigación y el de la gestión de las políticas públicas, resultan tareas imprescindibles.

Además de la centralidad en torno a la discusión sobre la temática propuesta, este número inaugura una nueva etapa en la trayectoria de la revista que apunta a instalarse como un espacio de referencia de los valiosos debates latinoamericanos sobre las condiciones y desafíos de la producción del bienestar en estos tiempos de cambio.

Con esa intención a partir del próximo número incorporaremos nuevas secciones de crítica de libros y revistas académicas y un informe de coyuntura social, en ambos casos privilegiando la mirada regional.

Por último, se agradece especialmente a los organizadores del dossier, y a les autores, evaluadores y colaboradores que participaron en este número. Para finalizar aprovechamos para informar a les lectores la incorporación de Patricia Davolos, como coordinadora del equipo editor y de Paula Krause como asistente de dirección.

 

 

 

 

[1] https://www.cepal.org/es/comunicados/pandemia-provoca-aumento-niveles-pobreza-sin-precedentes-ultimas-decadas-impacta. Panorama Social de América Latina 2020, Presentación de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL.

[2] A estas acciones, programas y políticas podemos adicionar el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), asignación compensatoria del salario que articula con el mundo laboral formal contributivo.