Resumen
En el presente artículo nos proponemos analizar por qué la masacre de Napalpí –ocurrida el 19 de julio de 1924 en el entonces Territorio Nacional de Chaco– puede ser considerada en el marco de un proceso social genocida como una respuesta “esperable” a una acción de resistencia indígena y no como un evento represivo extraordinario. La reducción de Napalpí, donde ocurrió la masacre, fue parte de un sistema concentracionario de personas creado para someter a la población originaria sobreviviente de las Campañas al “Desierto Verde”, que coexistió con el desarrollo de avanzadas punitivas sobre los territorios de Chaco y Formosa y con la conformación de una zona militar de excepción.
La propuesta es analizar cómo las fuerzas de seguridad, el Poder Ejecutivo y diversas esferas de la sociedad civil prepararon el terreno para la masacre. Y cómo luego el Congreso de la Nación, la policía y la prensa instalaron dispositivos para clausurar y silenciar la represión estatal durante más de sesenta años. A través de la revisión de archivos dispersos en diferentes reservorios, de entrevistas realizadas en la zona y de un trabajo dialéctico de reconstrucción de la memoria colectiva junto a la comunidad, nos proponemos explicar el funcionamiento del sistema de reducciones como tecnología de disciplinamiento de las comunidades indígenas de la región chaqueña y analizar cómo se reactualiza el terror en las comunidades que hoy viven en lo que era la Reducción de Napalpí.
En relación con el presente se revisará el estado de situación actual del juicio por la verdad que se pretende llevar adelante y las limitaciones y potencialidades de un proceso judicial sobre una masacre masiva de personas que se dio en el marco ampliado de un genocidio indígena no reconocido en el país.
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