Abstract
Durante un período de tres años, ocho meses y veinte días (del 17 de abril de 1975 al 6 de enero de 1979), bajo el gobierno de los Jemeres Rojos conocido como Kampuchea Democrática (DK), perecieron al menos 1,7 millones de camboyanos. Una cuarta parte de la población murió en circunstancias miserables de inanición, exceso de trabajo y enfermedades no tratadas o de brutal tortura o ejecución. Aunque este fue uno de los crímenes más grandes y atroces del siglo XX, una generación pasó antes de que se establecieran las Salas Especiales en los Tribunales de Camboya (ECCC) en febrero de 2006, tras muchos años de intentos fallidos de lograr justicia, de maniobras geopolíticas y de tortuosas y difíciles negociaciones internacionales. Tomó seis años de tensas e intrincadas negociaciones para que Camboya y las Naciones Unidas acordaran qué hacer y pasaron otros tres años hasta que, en julio de 2006, los jueces de las Salas Especiales en los Tribunales de Camboya tomaron juramento. Este artículo analiza las causas de esa demora y los desafíos judiciales y extrajudiciales a que se enfrentó esa institución.
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